Opinión
Ocupar el lugar que corresponde

La habitual mansedumbre del gran pueblo argentino tuvo un punto culmine cuando se pretendió ex profeso, una masiva liberación de presos, entre ellos políticos acusados de corrupción y otras personas con diversidad de fechorías en su haber.
La opinión pública rechazó de plano, en un drástico 80 %, cualquier tipo de movimiento en los penales que indicara la salida sin miramiento alguno de sujetos detenidos.
Cabe recordar que el peso específico de la gente en tal sentido, hizo virar el discurso presidencial incluso, que trató luego del escándalo de despegarse, dejando sólo expuesto al Poder Judicial. La Suprema Corte Bonaerense consignemos, revocó la idea del Tribunal de Casación Penal, con el Juez Víctor Violini a la cabeza, quien hubo de firmas muchos pedidos de habeas corpus, posibilitando de tal modo, la liberación algunos presos y la prisión domiciliaria para otros.
Aquel 24 de abril se abrió el juego con la insurrección de Devoto. Y se imaginó una revuelta colectiva, tomemos en cuenta que aquí mismo, en la Unidad 27 sierrachiquense, se observó un movimiento con huelga de hambre. Se dieron arduas negociaciones, con la participación del doctor Mena, muy relacionado como se sabe a la señora Vicepresidente.
No podemos olvidar que el Secretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla, bregó por la salida airosa de Ricardo Jaime y, días previos al tumulto expreso, fue puesto en libertad Amado Boudou.
Una semana después del motín y, con un montón de situaciones que se fueron gestando, la República Argentina, o lo que queda de ella, salió a manifestar a través de un golpe de cacerolas, que no necesitamos liberar presos. E inclusive ni a las familias de las víctimas se les notificó de las salidas que ya hubo o iban a sucederse.
El ruido “cacerolero” intentó ser ridiculizado por cierta ala del poder. Sin perjuicio de tal acción contraindicada, la población mantuvo firme su postura y no mutó ni un ápice. Sí timoneó su discurso el Jefe de Estado que alude ahora a una temática puramente judicial. Es de toda obviedad que no le convino continuar con la estrategia de antes.
Hemos de subrayar que este es un pequeño gran ejemplo de lo que puede lograr la gente si se une, si se posiciona en una tesitura firme y clara. La mansedumbre ha permanecido en pie en medio de esta realidad acuciante y preocupante de hoy. Pero, por suerte, todo posee un límite. Hete aquí, una demostración práctica de que todavía, el pueblo es soberano. Ojalá hubiesen más tópicos para enmarcar.
Por Mario Delgado.-

