Opinión
Deja vú presidiario

Mis lectores memoriosos tendrán de seguro bien presente las imágenes elocuentes de aquél memorable 25 de mayo de 1973 cuando asumía su cortísima presidencia el “tío” don Héctor Cámpora en medio de toda una conmoción.
Ahí nomás intentó el hombre dar cumplimiento a una promesa electoral muy promocionada: la inmediata liberación de presos por razones políticas, esencialmente de vertiente peronista. De modo tal que anunció en su mensaje ante el Congreso el pronto envío de un Proyecto de Ley al respecto. Pero los hechos se precipitaron.
Las aguas no bajaban mansas por ese entonces y la “gloriosa” Juventud Peronista marchó rauda, casi al mismo tiempo en que el presidente hablaba en el Parlamento, hacia el Penal de Villa Devoto con un único objetivo: proceder a apurar la salida de los “cumpas” entre rejas.
El ministro del Interior era Esteban Righi, quien, oh casualidad, se vuelve a meter como por encanto, en estos enredos carcelarios actuales. La movilización entusiasta y decidida, se abastecía en una consigna cantada muy directa: “Reviente quien reviente, libertad a los combatientes”.
Estoy transmitiendo hechos históricos, datos. Precisión; no opinión. Y en la capilla de la Unidad Carcelaria de Devoto se improvisó una oficina y se negoció con nerviosismo la salida airosa del lugar de detenidos peronistas, sumándose también integrantes del marxista Ejército Revolucionario del Pueblo. Empero el encuentro negociador se vio cortado de pronto con la presencia del señor Abal Medina, exponente justicialista de fuste, quien anunció intempestivamente un indulto que aún no había sido ni siquiera firmado.
Y la puerta principal del recinto se abrió para los presos políticos y para otros que se colaron. Hubo algún tiroteo y escaramuzas raras con un par de muertos nunca del todo aclarados. Y otros penales siguieron el ejemplo de liberar militantes, dirigentes y presos “comunes” que supuestamente se mezclaban aprovechando la instancia de confusión que se producía.
Fueron sucesos. Cada uno de ustedes mis amigos, les irá otorgando la explicación que confiera más apropiada. Como a este increíble deja vú que se está presenciando por estos días de pandemia y obligado aislamiento.
Parece no quedar bien determinado el matiz de la orden ni la procedencia de la misma hoy. Lo cierto y tangible es que hay que vaciar las cárceles por temor a un masivo contagio del virus coronado. Ante tal crucial circunstancia, es difícil entender con premura, quién dio el primer paso; mas lo certificable resulta obvio: no solamente han salido o saldrán detenidos con riesgo de salud o aquellos a punto de cumplir su condena.
La liberación del ex vicepresidente Amado Boudou, fue la chispa incendiaria intolerable. Ese regalo de la excarcelación dado con tanto ardor por jueces garantistas, cobró nuevo impulso y han visto ya los aires de la liberación 780 homicidas, 513 violadores y 72 abusadores. Como así también una serie de barras bravas y demás “pillos” de diversa ralea. Y claro, en el medio, funcionarios corruptos que habían sido sentenciados a diversa cantidad de años de encierro. Y otra vez, como en el ’73, Villa Devoto tiene prensa.
Los hilos invisibles de este proceder, tienen un o una artífice, desde luego. Lo verá con claridad quien desee verlo. Las anteojeras pueden ser voluntarias, por qué no. Pero nada es casualidad. No lo fue aquel desbande setentista, ni lo es tampoco este. Detrás de la excusa que se pretende instalar y exhibir como válida, hay otro propósito más vital y siniestro incluso. Ayer y hoy se unen inexorables, con pequeñas diferencias si se quiere, pero con inestimables similitudes.
La intencionalidad de liberar presos va por un carril netamente político, puesto que, fíjense ustedes, nadie ha puesto el grito en el cielo por los detenidos de la época del denominado Proceso de Reorganización Nacional, quienes más allá de objeciones, son indudables almas en riesgo físico por su avanzada edad.
Hechos, no opinión les dejo hoy aquí. El porqué de este tumulto y quién lo fogonea, no merece demasiadas alusiones. Yo sé que ustedes son perfectamente capaces para resolver la encrucijada.
Por Mario Delgado.-

