Opinión
¿Cuál es el problema?

Escucho a alguien al pasar despotricando contra quienes no adhieren a esta cavernícola cuarentena impuesta por una auténtica autocracia, y ese individuo sostiene que tales argentinos, a los que él vaya a saber con qué autoridad, describe como “nefastos” y les confieso que se me eriza la piel.
¿Es verdad eso de la integración, de la igualdad de derechos y de la libre expresión? ¿Por qué somos a diario sometidos a semejantes bajezas dialécticas y de pensamiento en un presunto país sin discriminaciones a la vista?
Existe desde hace siglos la libertad de cultos, podemos elegir incluso un cambio de sexo, pero ¡guay de hablar en contra de determinada línea política! Desde el famoso y antaño mote de “gorila” hasta este singular término de “nefasto”, muy empleado por gente de carácter autoritario y que no admite otro mensaje que el propio.
Una lástima ya que no salimos más de este abismo y la pandemia, confirma la teoría crucial de las dos avenidas o de la grieta. En vez de buscar concordar, dentro de las naturales disidencias, nos sujetamos a un punto de inflexión sin retorno posible.
La presencia del virus coronado es real; la cuarentena empero es una opción para poner en órbita el sistema sanitario y lo que haga falta. Ahora bien, ¿cómo se puede traducir que luego de dos meses de aislamiento, descubran que en ciertas zonas (villas) la acción pandémica es y será más brutal? ¿Acaso no era una cuestión a tener en mente desde la génesis misma del camino aislacionista?
Y se nos coloca de frente al odio, al desprecio al semejante que no cree idéntica versión de los hechos. No será pues un simple “contrario” o “adversario”, sino directo a la condena irá tal sujeto. Se convertirá de una en “enemigo”. ¿Con qué autoridad juzga cada quien al prójimo?
Y en tal contexto nos enteramos incluso que allá por 1994, hubo serias intenciones e ideas para erradicar la Villa 31. Sin embargo, curas villeros y Jorge Bergoglio, se opusieron, escandalizando el proyecto. Así estamos hoy.
En este trayecto nefasto que llevamos, no tenemos un norte claro: nadie sabe cómo diablos se saldrá de tal lío, pero es bueno echar leños secos al fuego y maldecir a quien no piensa igual o solamente desea respirar el aire constitucional de la libertad.
Defensores a ultranza de los derechos humanos, se guardan hoy la protesta. Siguen cobrando del Estado. Y los miles de pobres nuevos y el desamparo de los comercios cerrando, es otra historia. Se vendrán cientos de juicios laborales por despidos y la brecha se extenderá. Mientras tanto, nos vapuleamos como perros en celo y los ostentadores del poder, se preparan para lo que vendrá si no salimos a luchar por lo que es nuestro, de todos.
El Gobierno Central incumplió un pago de intereses de la deuda por 503 millones de dólares, en una deuda de 66.500 millones de dólares, mas de esto no se cita ni un párrafo.
Y la militante y ascendida sin méritos, Ofelia Fernández, hace uso de su verborragia fatalista e incitadora y trata sin tapujos de “forros” y “patéticos” a quienes osan protestar. ¿Quién es esta mujer para pontificar y ser oída.Por Mario Delgado.-

