Opinión
Coletazos del Covid 19

De a poco, como entre chinescas sombras apesadumbradas, van saliendo a la luz los tremendos coletazos del instante tan acuciante que nos barniza: las problemáticas laborales de varios sectores.
Abrieron el camino trabajadores ceramistas que sintieron en sus venas la profunda necesidad de visibilizar el inconveniente certero que los aquejaba cual puñal desgarrador. No les abonaba la empresa correspondiente el salario como debe ser.
Las semanas transcurrían y en las billeteras ingresaba solo un porcentaje mínimo. La excusa empresarial era la de no poder cubrir el monto total por la paralización fabril, impuesta por esta cavernícola cuarentena que supimos adoptar.
Hubo lío, con bombos y platillos en calles céntricas. Hubo contacto con el Palacio San Martín y hubo promesas de pago acordes a las circunstancias. Se venció con actitud el miedo a salir, a exponer el dilema en sociedad.
Ahora se plasma otra situación comprometida en el vértice gastronómico, con los condimentos propios de una patronal que se venía desligando, en un restaurante de la Avenida Pringles, de las responsabilidades de pago de sueldos.
El agua rebalsó la capacidad del vaso y un grupo de empleadas, irrumpió ante la sociedad con su pertinente reclamo. Luego de ardua negociación efectuada en el mediodía de ayer martes, las partes parecen haber acordado en buenos términos, un principio de acuerdo para destrabar el drama obrero.
Estamos sin dudas ante la pequeña punta de un peligroso e hiriente iceberg que se irá desatando con mayor o menor intensidad, pero que se hará notar insolente.
Porque ya los camioneros a su vez también, han hecho sonar las trompetas de alarma de quitas en sus ingresos, siempre con la pandemia como telón de fondo. Viajes mal facturados y vedadas amenazas de disminución de tareas y, por consiguiente, de dinero en las arcas de los choferes.
Varias empresas de renombre, de peso dentro del ambiente transportista, estarían jugando este peligroso juego con sus trabajadores del volante, sembrando incertidumbre y desconcierto.
Auténticos coletazos del virus coronado. Mal que recién se materializa, aunque presumimos por datos que nos llegan de óptimas fuentes, que se multiplicará el llanto y crujir de dientes laboral, debido a cierres e interrupciones momentáneas o definitivas de fuentes de empleo.
La crisis pega muy fuerte y sabe cómo hacerlo; es así de real. Baste un pequeño recorrido céntrico para divisar asombrados los carteles de alquiler o venta de otrora negocios pujantes. La disposición de frenar todo lancea el costado de la economía y no habrá recupero en meses o años para algunas franjas de venta o producción. No advertir tal cosa a tiempo, ha venido a ser un yerro bestial.
Por Mario Delgado.-

