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La Región

Allanan comisaría por el armado de una causa para robarse un cargamento de marihuana

Hace un año personal de la comisaría 12ª de Mar del Plata encontró 8 kilos de marihuana en una casa allanada por el simple robo de un teléfono. La investigación estableció una fuerte presunción: en la casa había casi 20 kilos. El resto, desapareció. También se supo que la denuncia por el robo del teléfono había sido fraguada.

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Es mayo, pero de 2019. Una comisaría de la zona periférica de Mar del Plata recibe una denuncia por un teléfono robado y cuando sus policías van a allanar el lugar en donde supuestamente está el dispositivo se encuentran con 8 kilogramos de marihuana. Una historia conmovedora, un premio al esfuerzo de quienes solo trabajan en pequeños casos vecinales, con la marginalidad como telón de fondo. La historia de un triunfo.

Sin embargo, aquellos triunfadores transitorios deberán entregar hoy la corona de laureles y aceptar la marca de la deshonra por haber construido una mentira para apoderarse, ya no del mérito de un admirable operativo, sino del resto de un cargamento de drogas.

Esta tarde la comisaría decimosegunda –hoy con otro comisario a cargo y otro personal- fue allanada por la Justicia tras revelarse una trama escandalosa que incluye el presunto armado de una causa de la que participaron policías, un falso denunciante, un falso testigo y un falso robo con el objeto de ingresar a la casa del barrio 2 de Abril de un transportista de marihuana.

El caso ocurrió hace poco más de un año, el 10 de mayo de 2019, y es tan grosero e insultante para la confianza que la sociedad deposita en la policía –cada día en menor medida por este tipo de pillaje-  que el rigor con el que se lo trate judicialmente será la única respuesta que el Estado puede dar para compensarlo.

Además de la comisaría ubicada en Bolívar y Leguizamón se allanaron varias viviendas vinculadas a las personas que fueron utilizadas para la maniobra. El operativo fue coordinado por el fiscal Leandro Favaro en el marco de una causa que, por el momento, tiene como delitos falsedad ideológica de instrumento público y falsa denuncia, con 11 imputados. Además, el ex comisario de esa dependencia y  otros cuatro policías también afrontarán cargos por incumplimiento en los deberes de funcionario público.

La denuncia y la mentira

La versión oficial de aquel 10 de mayo del año pasado indicaba que personal de la comisaría 12ª se había dirigido a las 17.15 hasta un punto distante de su propia jurisdicción para allanar una vivienda en el marco de una vertiginosa investigación iniciada poco antes del mediodía de ese mismo viernes.

Un joven había denunciado el robo de un teléfono celular en frente a la casa de su novia, en Falucho al 9800 (cometido por dos hombres en un auto parecido a un Renault 21 gris), y la policía, en base a una imagen de rastreo satelital del dispositivo, pidió a la Justicia que le autorizara allanar la vivienda de Krause 1495. Al hacerlo (la prueba presentada al fiscal Alejandro Pellegrinelli y al juez Saúl Errandonea era sólida) se encontró con que detrás de un lavarropas había 7,900 kilogramos de marihuana compactada. En principio, el teléfono robado no estaba allí.

panesa

La fotografía del día del allanamiento muestra los 8 panes de marihuana y dos teléfonos. Luego desaparecería 1.

El dueño de la vivienda –que tenía un Ford Galaxy color gris- quedó acusado de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, y debido a la cantidad secuestrada se le dio intervención a la Justicia Federal. Durante el allanamiento se secuestró el teléfono del detenido y el juez Santiago Inchausti solicitó el análisis de llamadas y mensajes. La tarea fue encomendada al CATI, el Cuerpo de Ayuda Técnica a la Instrucción que comanda Javier Pettiggiani. Lo que surgió de esa pesquisa sorprendió a todos, no solo porque revelara la actividad del detenido y su relación con el transporte y venta de drogas sino por percibirse una conducta gravísima de los policías intervinientes con mano de obra civil.

En el teléfono del “transportista narco” comenzaron a aparecer algunas inconsistencias. La principal era aquella que surgía de charlas con sus contactos en las que decía que tenía 20 kilos de marihuanaguardados en su casa. O al menos 18 kilogramos, todos ellos pertenecientes a un cargamento que había sido devuelto por un comprador de Necochea. El propio transportista se había encargado de llevar esa marihuana el 24 de abril de 2019 y al frustrarse la operación la fue a buscar el 4 de mayo y la ocultó en su casa, solo seis días antes del forzado allanamiento por el insólito robo de un teléfono celular.

Llamó la atención entonces que el tenedor de la droga hablara de esas cantidades en sus comunicaciones previas y que la policía solo hubiera secuestrado 7,9 kilogramos, de modo que los investigadores pusieron el foco en la intervención policial.  Y ahí se descubrió un caso canallesco, que horada la estructura de la fuerza policial, esa que debe mantenerse al margen del delito porque es la que, en principio, lo combate.

Todo indica que la policía falsificó la denuncia sobre el robo del  teléfono e inventó el lugar donde el dispositivo estaba activo porque conocía que allí había un cargamento de drogas. Cargamento que robó en más de la mitad.

La hipótesis del fiscal Favaro, respaldada en la impecable labor investigativa del CATI, asegura que el “Transportador” (así le gustaba definirse en una clara alusión al antihéroe de las películas) había comentado sobre esa cantidad de drogas a un amigo que trabajaba para una remisería de la zona. En esa misma remisería trabajaban otros dos hombres, Carlos y uno apodado “Beto”, éste último de fluida relación telefónica con un policía del servicio de calle de la comisaría 12ª. Tan fluida que el mismo día del allanamiento hubo intento de comunicación entre sus celulares.

“Beto” y Carlos resultaron ser, en distintos grados, parientes del denunciante del robo del teléfono. A través de ellos, la policía supo que el “Transportador” almacenaba cerca de 20 kilos de marihuana en su casa de Krause 1495. Tuvieron la posibilidad de hacer un exitoso hallazgo de droga, pero prefirieron el camino del mal.

La otra verdad

Con la valiosa información sobre el ocultamiento de semejante cantidad de marihuana en un domicilio particular se diseñó el plan que los investigadores lograron descubrir con paciencia oriental y muchas horas de esfuerzos.

Al reelerse la prueba aportada para justificar el allanamiento  sobresalió una circunstancia propia de los viajes en el tiempo: la captura de pantalla que recibió el policía del servicio de calle con la ubicación del teléfono robado –evidencia contundente- fue a las 10.28 de la mañana del 10 de mayo, es decir, una hora y diez minutos antes de que se radicara la denuncia. Es inexplicable que ese policía tuviera en su poder la geolocalización de un teléfono que aún no había sido denunciado.

Por otra parte, para reforzar la prueba sobre el domicilio del “Transportador” ese policía aportó una fotografía que aseguró haber tomado él mismo de la casa. Peritos informáticos confirmaron que esa foto el policía no la había capturado con su teléfono, la había recibido por Whatsapp.

Otro punto inquietante en lo que concierne a la constatación del domicilio del “Transportador” o la necesidad de hacerlo aparecer como el sitio indubitable en donde estaba el teléfono robado para luego poder allanar de forma justificada, fue la “lectura” de la geolocalización. La sospechosa imagen de rastreo mostraba un punto con poca precisión. De hecho el sistema tiene un perímetro de 20 metros desde el lugar señalado como margen de acierto. Esa área incluía al menos otra vivienda, pero la policía quiso que fuera la del “Transportador”, acaso porque sabía que en el interior había algo más valioso que un teléfono robado.

Tras el allanamiento, y antes de reflejar todo eso en un acta, los policías sacaron la típica foto del secuestro, es decir la droga, dos teléfonos celulares y un DNI. Pero luego tal vez advirtieron que si se entregaba el teléfono supuestamente robado se podía analizar y descubrir, a través de su actividad, la farsa. Así que lo quitaron de los elementos hallados. Sin embargo, la foto le llegó a LA CAPITAL que, en su momento, advirtió a las autoridades judiciales de esa diferencia.

Algo similar pasó con una balanza de precisión: los policías dijeron haberla hallado, pero ese elemento nunca apareció. Se cree que la balanza, al igual que parte de la droga, fue sustraída.

Todas esas irregularidades solo pudieron materializarse si el testigo de procedimiento “miraba para otro lado”. Para el allanamiento se utilizó en ese rol clave a un hombre. Y esa  participación también se convirtió en un punto alto de la estafa. En una de las declaraciones para la causa, un policía dijo que al testigo lo consiguieron en las cercanías de la comisaría. Hasta ahí, es una práctica habitual. La primera pregunta que se le hizo al testigo fue si tenía DNI que lo habilitara a participar del allanamiento y la segunda fue si conocía al denunciante, es decir al interesado principal en que avanzara la investigación. El testigo dijo que no lo conocía.

Poco después se estableció que la víctima del robo era el novio de la hija del testigo o, dicho de otra manera, el testigo aseguró no conocer al yerno. La mentira fue tan flagrante que una simple averiguación que no se hizo pudo haberla comprobado: el ya a esta altura ficticio robo del teléfono se produjo en la puerta de la casa del testigo. La exploración no se hizo porque para que el  armado del operativo fuera exitoso se necesitaba de un testigo de confianza.

La última evidencia de que el robo jamás existió fue que en su denuncia, la angustiada víctima del robo aportó a la policía una cuenta de mail vinculada con el rastreo satelital del teléfono. Lo llamativo, aunque no para la policía, fue que el denunciante dijo no saber qué número de teléfono era, o no recordarlo.  Tampoco la policía le solicitó alguna documentación que respaldara la prexistencia del aparato. Y algo más burdo aún: el joven señaló que los dos ladrones le habían sustraído, además del Samsung J7, su DNI, su licencia de conducir y la tarjeta verde de su automóvil Peugeot 306. Pero pasados varios meses no había solicitado duplicados de esos documentos y hasta  los utilizó en diferentes trámites. Especialmente el DNI, con el que acreditó su identidad al salir de testigo en un procedimiento policial por la pelea de un “trapito” con dos comerciantes.

En los allanamientos de este mediodía se buscaron los libros de la comisaría para los días 9, 10 y 11 de mayo, documentación en la remisería aludida, los teléfonos celulares de los remiseros, del falso denunciante, de su suegro falso testigo, del ex comisario y de otros efectivos policiales. Los teléfonos de aquel policía que fraguó las fotos de rastreo satelital y de la casa del “Transportador” no: ya estaban secuestrados en una investigación previa por extorsión.

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La Región

Un recolector murió atrapado en caja compactadora en Coronel Suárez

Marcelo Leonhardt, de 41 años, era empleado municipal. El trágico episodio se produjo cuando el hombre subió al camión de residuos para destrabar la prensa.

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Un operario del servicio de residuos de Coronel Suárez murió este jueves por la mañana al quedar atrapado en la caja compactadora de un camión de residuos.

En el portal de La Nueva Radio Suárez se describen las características del hecho, que sucedió en la planta de reciclaje ubicada en la mencionada ciudad.

La prensa del camión recolector se trabó; motivo por el cual dos operarios habrían querido destrabar el sistema por lo que se subieron al camión. Lo destrabaron, y el chófer observó que uno de los operarios estaba abajo. Suponiendo que habían bajado los dos, accionó el sistema de prensa hidráulica. Sin embargo, uno de ellos no había descendido, y la prensa le provocó lesiones que generaron su fallecimiento.

El trabajador que perdió la vida fue identificado como Sebastián Marcelo Leonhardt de 41 años de edad. Tomaron intervención la Policía Científica y la Sub-DDI.

Fotos: La Nueva Radio Suárez y Suárez al Día.

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Info General

Un joven murió producto de un choque de su moto contra un camión en Ruta 205

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El Jueves, cerca de las 20.40 se produjo un accidente en el km 120 de la ruta 205, donde una moto Bajad 400 con dos ocupantes quedó abajo de un camión cerealero conducido por el Roqueperense Raul Wright (67).Los dos jóvenes de la moto, oriundos de Roque Perez, recibieron asistencia de bomberos con oxígeno y luego derivados al Hospital Dr. Ramon Carillo con heridas de consideración.

 

Pasada la medianoche había sido trasladado hacia un centro de salud en Esteban Echeverría, Gaston Pertica tenia 29 años y había sido derivados hacia el hospital del Bicentenario, con diversos politraumatismos de gravedad, producto del terrible accidente que protagonizaran junto a un amigo cuando se movilizaban por ruta 205 y por causas que se tratan se establecer terminaron debajo de un camión en cercanías a El Balcón, las heridas producidas llevaron a su deceso en horas de la madrugada.

Luciano Gorosito de 26 años el otro joven que iba a bordo de la moto tipo Rouser, fue el primero en ser trasladado al hospital de Saladillo, donde se encuentra en estado reservado.

Fuente: Revista Genesis

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho