La Región
Dos muertos y 15 heridos en un siniestro vial en Ruta 226
El choque frontal se produjo el sábado por la noche en el kilómetro 86. Fue protagonziado por una combi que viajaba a Tandil y un auto que circulaba en dirección a Balcarce.
Dos mujeres perdieron la vida en un trágico accidente que se registró en la noche del sábado en el kilómetro 86 de la Ruta Nacional 226. Se trató de un choque frontal entre un automóvil Volkswagen Gol Trend, que circulaba con dirección a Balcarce y una combi Fiat Ducato, dominio HPY 505, que volvía a Tandil.
Producto del impacto, una mujer que viajaba en la combi, identificada como Marcela Diez de 53 años, oriunda de Tandil, falleció en el acto. En tanto, una de las personas que ocupaban el Gol Trend, identificada como Adriana Cabrera, de 41 años, de Mar del Plata, también perdió la vida.
Al lugar acudieron tras el alerta personal del Destacamento de Policía Vial de Balcarce, dotaciones de Bomberos de la citada localidad, efectivos policiales de apoyo y varias ambulancias que tuvieron la laboriosa tarea de derivar a los heridos de mayor gravedad.
FOTO: SOMOS BALCARCE
La escena que describieron los presentes aporta dramatismo. Ruta, noche, pocas luces, la combi que quedó volcada sobre el costado de la cinta asfáltica y el Gol Trend con el frente totalmente dañado.
Las precisiones que se detallaron a este medio sobre el accidente no mencionaron el motivo del mismo, que es materia de investigación. Se presume entonces que alguno de los conductores tuvo una falla que originó el trágico suceso.
Las ocupantes de la combi que regresaba a Tandil eran todas mujeres. Habían pasado el día en Mar del Plata y retomaban a la ciudad tras la jornada. El único masculino del rodado era el chofer. En tanto en el Gol Trend había dos personas.
Heridos
Según el detalle aportado por las autoridades policiales intervinientes, Mario Granate, quien conducía la camioneta Ducato, Agustina Grondona, Gabriela Rossi, Juana Irozabal, Maria Hernandez, Silvia Baiunco, Sara Thomas, Melina Iznano, Marizza Fernandez, Florencia Palma, Susana Stazonelli, Paola Murrie, Alicia Rainmonti, Aldana Maksymowicz y Paula Gonzalez, fueron los heridos en el accidente.
Como se señaló previamente, diez de los heridos fueron trasladados por las ambulancias al Hospital Municipal Subzonal Felipe Fossati de Balcarce, en su mayoría, tenían traumatismos en diferentes partes del cuerpo y algunos de ellos presentaban fracturas. En tanto, otros cinco de fueron derivados a la Nueva Clínica Chacabuco de Tandil.
La institución médica privada de la ciudad informó que de las personas que ingresaron, dos mujeres quedaron internadas en Terapia Intesiva tras ser operadas de urgencia y en tanto otra mujer quedó internada en una sala común por una fractura de fémur, del mismo modo que Mario Granate, el chofer, que tuvo la misma lesión. La quinta paciente trasladada, fue dada de alta con fractura de muñeca.
La investigación por el trágico suceso la lleva adelante la Fiscalía de Delitos Culposos N°11 del Departamento Judicial Mar del Plata, a cargo de Rodolfo Moure y Pablo Cistoldi.
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Abandonaron una camioneta con cuatro cadáveres electrocutados en el hospital de Bahía Blanca
Según las primeras investigaciones, se trata de los cuerpos de cuatro personas que intentaron robar cables de una línea de media tensión en cercanías de la ciudad, y recibieron una descarga de 33.000 voltios. Además de los muertos, había un herido, que sobrevivió.
A última hora de anoche, una camioneta sorprendió al personal del Hospital Municipal de Bahía Blanca. Porque en su interior había cuatro cadáveres y un herido, y el conductor trató de huir luego de dejar el vehículo estacionado, aunque fue detenido. Los fallecidos y el herido habían sufrido una descarga eléctrica mientras intentaban robar cables.
Las primeras informaciones, según La Nueva Provincia, aseguran que todos se hallaban robando cables en un campo del kilómetro 57 de la ruta nacional 33 -pasando el paraje García del Río- y sufrieron una descarga eléctrica de 33 mil voltios. El incidente ocurrió después de las 23 del lunes.
En esas circunstancias, las víctimas fueron trasladadas por un sexto hombre a bordo de una camioneta Volkswagen Amarok, patente NUD 310, que quedó estacionada en la puerta del centro asistencial.
“Una descarga descomunal”
Si bien el conductor se dio a la fuga, horas después fue capturado tras un allanamiento en una vivienda de La Pinta 377. El detenido fue identificado como Ángel Daniel Gallardo, de 66 años.
Los fallecidos, según la Policía, eran Facundo Uribe (32), Joaquín Acosta (18), Fernando Gallardo (25) y Federico Strick (28). También ingresó con quemaduras por descarga Emanuel Chamorro Sepúlveda (20), pero se encuentra consciente.
Los ladrones recibieron una “descarga eléctrica descomunal”, señalaron desde la empresa distribuidora EDES a La Brújula 24, en referencia a los cables de medita tensión que estaban manipulando.
En el vehículo ocupado por los cuatro fallecidos, a su vez, se secuestró un handy con la frecuencia policial, elemento que ahora está siendo sometido a una investigación.
Perseguida
Al filo de la medianoche, la llegada de la camioneta provocó un revuelo en el Hospital, donde arribaron de inmediato el superintendente de la ciudad, Gonzalo Bezos, el secretario de Seguridad de la Municipalidad, Federico Montero, y el jefe policial Gonzalo Sandoval.
Se supo que la Amarok venía siendo perseguida por un móvil policial de la Patrulla Rural, que había advertido su presencia sospechosa en un campo de aquel distrito, que ya había sido blanco de delitos similares.
Los policías, al parecer, habrían perdido el rastro de la Amarok al ingresar a Bahía, pero con la ayuda del Centro Único de Monitoreo (CEUM), se pudieron determinar su llegada a la guardia del Municipal.
Para este martes se harán peritajes con el personal de EDES en la zona, ubicada a unos 30 kilómetros de Bahía Blanca. (DIB) MM
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Un poco más solos
Y entonces sabíamos que iba a pasar, que algún día esa suerte de ausencia larga a la que lo había llevado la vejez y el extravío de la enfermedad se iba a convertir en un hueco definitivo. Eso al fin hace la muerte: reduce el último vestigio de lo cognoscible. Pero -y aquí el adversativo funciona a favor- queda el resto, la intensa y perenne memoria de lo que hizo, de lo que dijo (hizo mucho más de lo que dijo), de lo que fue, desde que silenciosamente llegó a la ciudad que lo abrigó.
Ha devuelto largamente esa manta que lo contuvo cuando llegó a Tandil, allá por 1988, cuando empezó a cifrar su sello en la Parroquia de Begoña y el definitivo, en la Parroquia del Santísimo Sacramento, allí donde siempre -rompiendo una tradición católica de más de un siglo- había imperado una visión católica integrista, muy lejos -o en antítesis- al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, del que él participó, surgido en la década del 60.
Secuestrado por la Triple A en plena dictadura militar -estuvo detenido de 1976 a 1981 en La Plata, bajo la órbita del torturador Etchecolaz- un obispo literalmente lo rescató y le salvó la vida. Fue Emilio Bianchi di Cárcano, que le dio cobijo en Azul. Su próximo paso fue Tandil y de aquí no se fue más. Si hay algo tan inobjetable como su labor pastoral fue la intuición que tuvo Raúl Troncoso para entender la matriz idiosincrática de la sociedad lugareña, y vale aquí incorporar el oxímoron ideológico del conservadorismo que hace.
El sacerdote detectó enseguida cómo funcionaba nuestra comunidad y, sobre todo, el círculo de poder. Y actuó en consecuencia: fue el hombre que durante más de treinta años supo hilar con tacto e inteligencia una malla de contención entre los más pobres y los más ricos. Ese puente sólo pudo tenderlo Raúl y está hecho de gestos mínimos, de política, de guiños y sobreentendidos.
El estallido social de 2001 encontró en su figura una suerte de liderazgo ecuménico, silencioso y eficiente para evitar males mayores a la hora de aquellos saqueos que aquí no se produjeron.
Fue el cura que menos habló políticamente en sus sermones pero que más hizo por los que peor estaban. Esta opción -que seguramente le valió algunos reproches de quienes esperaban algo más desde el púlpito- fue el acto más pragmático de su vida: en el púlpito que había sido de Actis y de Mosse, el primero un cura popular visceralmente anticomunista y el segundo un sacerdote abiertamente cerrado y aristocrático- tomó por el atajo del bajo perfil, la apertura de la Iglesia y las obras como prioridad; también de la real politik (el teléfono de Troncoso fue un ícono del poder en los más altos niveles y sus charlas a solas eran memorables) para la construcción de su gran misión a través de la Iglesia, como la labor de Cáritas, las Casas de la Esperanza, y su compromiso con el patrimonio serrano y los derechos humanos.
Por eso mismo nunca dejó de estar donde debía y si hay una imagen que revela este compromiso, fue cuando a principios de los 90 lideró la desoladora marcha de un puñado de personas que pedía justicia por el asesinato de Gilda Mansilla, una doméstica cuyo crimen aún hoy permanece impune. O en lo que tal vez sea la marcha de silencio más dolorosa y terrible que recuerde la historia de Tandil, que sucedió tras la explosión de un horno en Metalúrgica Tandil y la muerte de tres jóvenes trabajadores.
La muerte de Raúl Troncoso, justamente en estos días tan difíciles, no sólo duele por el vacío que abruma, por su pérdida irremediable, y por el largo adiós que acaba de comenzar. Nos duele también, a muchos, porque sin duda hoy estamos un poco más solos que ayer.