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Opinión

A propósito, el fomentismo y sus mambos

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Con enorme respeto y aprecio por la comunidad fomenteril de nuestra ciudad, les entregaré esta oportunidad un pizarrón de temas y pensamientos que voy elaborando día a día en el contacto con los referentes de diversos barrios y localidades. 

Los problemas actuales de público conocimiento, abonan ideas y proyectos concernientes al futuro de la entidad cabecera, de la vapuleada hoy Federación y de la actividad en general, de cara a los nuevos tiempos y a las circunstancias que se van presentando como insalvables escollos. 

Los invito, pues, a leer y reflexionar juntos quedando abierto a vuestras formas de contemplar esta nota. 

1.- Camino a seguir.- Es altamente potable sugerir una institución cabecera que se establezca en un sitio determinado, en un local, en una oficina como supo tener otrora. Aunque hay aquí un drama: ¿Quién puede hacerse real cargo del pago del alquiler de ese sitio? Algunos dicen aumentemos la cuota de socio y de allí se abona. Otros rechazan esa tesitura y van hacia el lado de la Comuna, o sea que el Municipio se haga cargo del respectivo monto. Una tercera pata difiere, sentenciando una inconveniencia en tal apreciación, ya que se perdería la independencia teórica con el Palacio San Martín. 

2.- El aval comunal.- En este contexto convulsionado y alocado que envuelve al fomentismo vernáculo, ciertos fomentistas se preguntan en voz alta: ¿No iremos acaso hacia la génesis de una Federación paralela quizá, con apoyo municipal y con mayoría de instituciones dentro de la misma?

3.- La principal carencia. ¿De qué carece hoy el trabajo en cuestión, esta loable tarea de servir al vecino? Ah, mis queridos del alma, parece que coinciden varios actores del tópico que nos faltan en la vidriera DIRIGENTES. O sea, hay una ausencia marcada de auténticos dirigentes, dispuestos a todo y jugados el todo por el todo por la causa. 

Los compromisos personales, la vida vertiginosa y otros motivos, hacen que cueste horrores reemplazar comisiones o seducir sangre joven en determinados casos. Un referente debe volcarse de lleno al esfuerzo de enarbolar la enseña institucional correspondiente. Y a veces, eso cuesta más de lo imaginado previamente por cada quien. 

4.- Funcionarios acordes.- Del otro lado de la vereda, también es menester ubicar representantes municipales de alto nivel. Con decisión y autoridad. Así de directo y de simple. Que sean de una sola palabra. Que pongan la voz en alto y sinteticen la visión reglamentaria por lo menos hasta el sacrosanto día en que Federación posea su Personería Jurídica. La ambivalencia de algún funcionario, trunca objetivos. Y la postura del Ejecutivo de turno, con relación al mundo fomenteril, debe reconocer su carácter perceptible, por ende debiese estar predispuesto a pagar costos políticos de yerros pequeños o grandes. 

5.- No son la misma cosa.- En las habituales reuniones mensuales, sale a la luz una dicotomía existencial entre las sociedades de fomento y las juntas vecinales. Tienen proyectos y problemas diferentes. Viven circunstancias diferentes. Por tal motivo, hay quien plantea una idea fuerza: la concreción de dos entidades madre, una para las juntas vecinales y otra para las sociedades de fomento. ¿Tendrá cabida tal sugestión?

6.- En tal sentido, una Escuela.- La modernidad requiere una Escuela de Dirigentes urgente. En tal espacio los futuros y actuales dignatarios fomenteriles, irían elevando su ya valorable condición. Y actualizando conceptos y deberes legales y de administración. Un apéndice especial es, lógico, el asunto de cómo y quién financiaría el funcionamiento continuo de tal academia que no solamente atraería a dirigentes barriales, sino también de otras disciplinas. 

7.- El rol.- En un orden de prioridades excelso, el cartel deberá exhibir bien claramente cuál es el rol concreto de Federación. Para qué vive dentro de la sociedad. Y de qué forma efectuar su tarea, sin concesiones ni dilaciones. 

Hoy el eje está descentrado y la objetividad, va y viene, oscilando de acuerdo a criterios del momento o de la Comisión que presida. Y al fomentismo, por otro lado, en ciertos casos notorios o no, se lo usa para trepar la montaña hacia algo, hacia algún tesoro, léase puesto de trabajo o “prevenda”. Me río entonces y me hago eco de esa frase despectiva pero concisa: “Federación no existe”. No existe pero todos la necesitan. Y digo bien fuerte, todos: fomentistas y Comuna. 

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho