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Opinión

Estruendos fomenteriles

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El miércoles 4 del corriente mes en la sede de la Junta Vecinal “4 de Octubre”, sita en calle Tacuarí 4268, se reunieron integrantes de 22 entidades fomentistas y otras 5 se excusaron de no poder asistir. La euforia cunde en la zona de influencia de don Mariano Ciancio, virtual armador en la praxis de un bloque compacto de colegas que apuesten por un liderazgo distinto al actual en la entidad cabecera, léase en la Federación.

Este grupo, que volverá a juntarse este venidero lunes 9, tiene determinados objetivos claros puestos de manifiesto. Aunque ha tenido alguna crítica en su metodología de impulsar desde el vamos, nombres propios aparentemente ya puestos. 

Componen este núcleo diversas personas que no compartieron en su instante, ni lo hacen hoy tampoco, la tempestad constante que bajaba y baja aún, desde la conducción federativa actual, sobre todo desde un par de miembros directivos muy cuestionados por el universo fomentista. 

La insalvable brecha nunca pudo zanjarse. Ni las renuncias de otrora, sirvieron y todo el castillo se derrumbó. O, si prefieren, consiguió medianamente continuar en pie pero muy enclenque. 

La pésima relación con la Comuna, que tuvo su punto inicial en la expulsión sufrida por la señora Laura Sequeira en la primigenia reunión federada de 2018, se profundizó y tal actitud fue distanciando aún más a fomentistas que se sentían incluso incómodos en las charlas itinerantes mensuales de Federación, donde han sido a veces ninguneados con sarcasmos anexos. A un señor fomentista le pasó en una ocasión que cuando fue a rubricar el Libro de Actas, después de una reunión mensual, un miembro de la Directiva, suelto de cuerpo, le catapultó una frase chispeante: “Federación existe igual sin tu firma”, según contó en aquél momento ese dirigente a este humilde servidor.

Un irrespirable clima que dificultó la tarea en conjunto, aunque no desvió la brújula de la mayoría que siguió su rumbo dirigencial en cada barrio. 

Sin embargo, todo posee un límite. Y, aunque un tanto tardíamente quizá, los fomentistas realmente opositores van despertando a la realidad, consintiendo en que así, no es factible vivir más dentro de un organismo que debe representarlos y protegerlos, no bastardearlos ni vilipendiarlos públicamente como se ha hecho, tanto en medios tradicionales de comunicación, como en las redes sociales. 

“Los vientos de cambio soplan”, argumentó un referente barrial a este cronista, mientras sonreía satisfecho por la perspectiva optimista de un futuro más promisorio y cordial. 

Sin perjuicio de coincidir con el planteo del desastre expuesto en estos meses, también es verdad que hay reservas de opinión atendibles. Porque la probabilidad de un acuerdo con el Palacio San Martín y un dirigente de fuste, que lo llevaría a este señor en breve a un área del Municipio, hace temblar cimientos presuntamente bien construidos. 

Entonces, algún fomentista puede abrir el ojo y no sentirse a gusto. Si bien es auténticamente cierto que tampoco ese dirigente, avalaría jamás la otra pata de la mesa en juego. O sea, la única pregunta que surge nítida es: ¿Será tal vez ésta una inquietud tan solo personal, o, en su defecto, otros lo podrían acompañar en su tesis argumental de no caer en la red de ser luego un apéndice de Rivadavia y San Martín, sin voluntad?

La cuenta presentada en el pizarrón daría a favor de atravesar la línea de fuego e ir a las elecciones el 20 de enero del entrante año, con la nómina de candidatos en la diestra y dispuestos a dar batalla al oficialismo federado que, lógico, por su lado reúne adeptos y contabiliza sus porotos. 

Dos antagonismos sin punto de unidad. Sin acercamientos tangibles. Y una búsqueda de adhesiones que todavía marca el rumbo previo al día de presentación de listas. 

Allá a lo lejos, cabizbaja, la señora Unidad mira todo el movimiento con desazón.

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho