Opinión
Que no te asombre nada
Las acusaciones son realmente conmovedoras. El tema es que no se prodigan pruebas al mismo tiempo para apuntalar tales críticas ácidas.
Entonces lo que impacta directamente en el rostro, es el tenor de los dichos. Y queda flotando la duda. Aunque sea en un grado ínfimo, el objetivo se va cumpliendo.
Y resulta harto sospechoso, además, que nuestro señor Presidente electo don Alberto Fernández, dibuje estas pinceladas ante un ex mandatario ecuatoriano acusado de ciertos actos negativos.
El punto es para meditar, mis amigos. No debiera pasar inadvertida tal actitud de quien va a gobernar nuestra nación en breves días nomás. No sé que capacidad de asombro tendrá cada uno de ustedes, pero creo que nada nos asombra ya en demasía. Sobre todo viniendo rimbombantes declaraciones de algunas personas.
Fernández ha vuelto a la carga en contra de la Justicia y del periodismo, cobijándose en una presunta idea conspirativa no fundamentada en ningún sitio. Su síntesis de razonamiento proviene de una obra mayor aún que propicia un control a la actividad periodística y una voz de alarma por fallos y resoluciones judiciales que, oh casualidad, involucran a ex mandatarios sospechados de hechos de corrupción en distintos países, incluido el nuestro. A propósito, vinculada en esa lista está la ex mandataria y ahora electa Vice del propio Alberto.
Es auténtico esbozar que la mano extendida sobre Cristina no ha caído todavía. El proceso judicial se halla en curso. No se podría exclamar hoy con certeza y ecuanimidad su culpabilidad. Empero las tareas investigativas son contundentes, con testimonios muy cruciales. Sólo es cuestión de aguardar con paciencia.
¿Acaso Alberto plantea solapadamente una enfática defensa de su compañera de fórmula? ¿Aún en aras de defender lo imposible? Bien podría ser así. Su ambivalencia discursiva es evidente y avala tal teoría de apoyo incondicional.
Decir abiertamente que la Justicia es pésima en este continente es temerario. Y si no me creen, fíjense mis lectores del alma en el ejemplo loable de la República Federativa de Brasil. El Jefe de Estado Jair Bolsonaro es gran enemigo de Lula Da Silva. Eso lo sabemos todos. Sin embargo, los jueces intervinientes demostraron que el ex Presidente debía salir de las rejas opresoras y ordenaron hace horas su libertad. ¿Se comprende? No existe una corporación unificadora de criterios.
Tampoco ha de explayarse la tesis de los periodistas malvados al servicio del Diablo. En cada medio puede haber buenos y malos trabajadores de prensa. Pero de allí a condenarlos sin cristalizar una “disección” minuciosa de frases y conceptos, es ilógico. Por no decir bestial.
Fernández acaricia con suavidad la causa Lula. Mas se queja de la situación de Milagros Sala en la norteña provincia de Jujuy. ¿No sabe que fue la Corte Suprema la que confirmó la sentencia a la ex líder social jujeña? Que contrariedad más redundante y compleja. En un lado sí y en otro no. ¿Por qué? Porque los decires de Fernández no cumplen la función de ir en busca de la verdad; tan solo anhelan sembrar un camino en sus oidores.
¿Fernández no es coherente? Sí, sí que lo es. Ansía como Cristina, una Justicia afín y un periodismo sometido a la voz de mando.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-