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Opinión

De silencios y gritos

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Los dolidos post elección continúan sin atención. Sobre todo porque los principales referentes de las dos fuerzas que alcanzaron el tercer y segundo lugar en los comicios del domingo 27 de octubre, han optado, al menos hasta ahora, por guardar el violín en el estuche y canturrear por lo bajo. Pero en soledad. 

Y sin abrirse con una invitación a la reflexión a sus seguidores, léase militantes y dirigentes. O sea, la actitud demostrada por César Valicenti, Federico Aguilera y José Eseverri, capta idénticas impresiones, pese a ser de frentes electorales diferentes. 

Es indudable que son estrategias de cada uno. Y han de asimilarse como tales. Aunque hemos de subrayar que la tropa se ha inquietado puesto que, en ambos campamentos, no ha existido una congregación de gente, una reunión efectiva para analizar sin pelos en la lengua, los pro y los contra de la pasada campaña electiva. 

Nada. Solo el silencio y el ostracismo. Apenas algunas presunciones y observaciones, o deducciones que se pergeñan, concentradas por aquellos que buscan ciertas respuestas. 

Los señores responsables del armado político no han plantado la bandera. No han juntado a las ovejas todavía en torno al redil y, por ende, no les han hablado más, luego del cierre electivo que les tocó en suerte. O en desgracia, depende cómo lo mire cada actor. 

¿Por qué se trabaja así? Es aún un interrogante sin respuesta. Pero las murmuraciones crecen. Y los aislamientos. Y los rostros de los “abandonados” o “incomunicados”, denotan intranquilidad, de cara incluso a lo por venir. 

En este marco, no puede resultar raro que vayan  surgiendo nuevos acomodos dentro de las filas. Se empezarán a divisar nóveles alianzas y proyectos. De frente a un proceso legislativo en ciernes, no olvidemos. Ya se conversa sin pausa y las reuniones privadas y los teléfonos móviles bullen. Habrá que tirarse a la pileta en ciertos casos. Buscando tal vez, posicionarse alguien o algunos. 

El Frente de Todos, por su lado, está muy concurrido de nombres e ideas. Mas cada quien responde a determinadas axiomas y posee sus propias mañas también. Entre Alicia Almada y Germán Aramburu, se nota excelente relación. Habrá que mantener la lupa puesta sobre Eduardo Rodríguez y sus movimientos, considerando obviamente su experiencia y capacidad de acción en el universo legislativo. 

Juan Sánchez es otra parte esencial de un plantel que añora afianzarse y catapultar opiniones y nombres. En el medio, el ex candidato a presidir la ciudad, Federico Aguilera y las incógnitas del momento. En tal caso, ¿terminará reuniendo a sus compañeros y se logrará proyectar un ciclo distinto? ¿O se perderán ilusiones en lontananza?

Por el lado del universo eseverrista, se avecina un final de ciclo para Margarita Arregui y Einar Iguerategui que dejarán sus bancas el próximo 10 de diciembre. A partir de allí, habrá que sentarse a captar imágenes. Todo dependerá del beneplácito recibido por José Eseverri durante tantos años, y cómo éste logra introducirlos en algún otro nivel político. 

Victoria De Bellis, tendrá el alto honor y responsabilidad de representar a un poder en fuga. Sin las ínfulas de antes y sin alternativas concretas y visibles aún de volver con gloria. 

¿Cuál será su táctica? ¿Podrá acaso ella sola luchar contra molinos de viento y caballeros de armadura inflexible? ¿Qué futuro ha de tener el eseverrismo local con un edil único, después de gobernar treinta años la comarca cementera?

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho