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Opinión

Los ejes de mi carreta

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La recordada canción de don Atahualpa Yupanqui era bien expedita, en tanto a la decisión del protagonista de no engrasar “los ejes de mi carreta”. Y, acto seguido el buen hombre, daba los motivos: “Si a mí me gusta que suenen, ¿por qué los voy a engrasar? 

Hoy, mis amigos, los ejes del carretón electivo también resuenan potentes. Y con un dato anecdótico histórico: nos ubicamos ante la más reñida elección desde la vuelta democrática del recordado 1983. No es poca cosa. Al contrario. 

Los goznes chirrían elocuentes por calles de barrios y localidades. Es momento de charlas, de oír cuitas y anhelos vecinales. Interesante actitud esta de los queridos políticos que debiera en realidad, ser algo común y continuo. 

Y en este contexto tan particular, los pizarrones exhiben detalles atrapantes para unos y muy preocupantes para otros. Pero, ante todo, muestran una enorme paridad, una gran proximidad de intención de sufragios para el oficialismo actual y el principal foco de oposición, o sea el Frente de Todos con Federico Aguilera a la cabeza de la lista. 

1,1 % de separación, a favor por estas horas del doctor Ezequiel Galli que va por la reelección de su cargo. (38,3 % Galli; 37,2 % Aguilera. Ver nota aparte). Esta diferencia es una cifra irrisoria, desde luego. Claro que significa o simboliza mucho, no obstante. Porque requiere un máximo esfuerzo de ambas vías de acción para lograr mantener esa brecha o alcanzarla, según se mire el cuadro. 

Lo que sí se evidencia es una subida a la montaña del joven concejal peronista. Tal vez por dos polos: por un lado su propio trabajo de campo, social y legislativo, y, por otro carril, la estampida que viene pegando en las encuestas el Frente al que él pertenece. 

El espectro de Juntos por el Cambio es totalmente inverso. Galli depende, desde las PASO o antes quizá, de sí mismo, de su gestión, de lo que ha cristalizado y del grado de simpatía y apoyo que pueda haber conquistado en su haber como Jefe Comunal. 

Para su equipo y para él mismo, es una partida localista casi ciento por cien. Quedó demostrado hasta aquí y será de tal forma hasta el 27 de este mes. 

La cercanía con la gente y el muestreo de obras, es un hábito constante del vértice oficialista en estos meses politizados. Aunque también ha tenido que soportar Galli, digámoslo, idéntico trance que en la Capital don Macri: léase la controversia intestina entre el ala más politizada, más de la calle, más de salir al ruedo, y el otro rincón, más tendiente a las redes sociales y al trabajo de sillón. Y encima alguna diáspora y/o crítica radical también hubo en el medio del río. 

Sin embargo, Galli ganó las PASO. El tema delicado es el presente porque, repitamos, Aguilera acelera su máquina y no desea detenerse. Entonces, lectores del alma: ¿Cómo se supone que podrá encarar estas últimas vueltas al circuito el oficialismo local? 

Lo que queda en limpio, más allá de deseos y percepciones, es vital. No hay lugar para un tercero en la pista. La diferencia de los dos de arriba con Consenso Federal es abismal, sobre todo si tomamos los antecedentes del potencial eseverrista en nuestra ciudad. Porque ese tercero distante no es otro que el doctor José Eseverri que no cuajó en esta ocasión, perdiendo además prácticamente cuatro puntos desde el 11 del octavo mes hasta hoy. 

Es una situación que puede interpretarse de varias maneras. Sin perjuicio de las teorías que hubiere al respecto, convengamos en esbozar que la visible polarización que baja dese lo nacional y provincial, no lo ha favorecido ni un ápice al experimentado líder. 

En síntesis, pues, la cosa en sí es sencilla y crucial. O hasta cruda, si prefieren ustedes. Sin eufemismos ni tabúes: o gana Galli y retiene el cetro o gana Aguilera y se convierte en un novel Alcalde justicialista, luego de interminables (para los peronistas) lustros. 

El punto a discutir es qué localidad tendremos los venideros cuatro años y qué elementos, qué condimentos serán vistos como prioridad en una comarca que se debate entre un pasado contemplado siempre como glorioso y un devenir que ansía convertirse en épico. 

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho