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Opinión

Contá bien los votos

Chispas humeantes se sacan. Están ahí, cabeza a cabeza. Pegados en idéntica línea. Nota de opinión por Mario Delgado.

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Chispas humeantes se sacan. Están ahí, cabeza a cabeza. Pegados en idéntica línea. La definición costará, al parecer. Pero no hay demasiadas dudas de lo trascendente de la venidera elección del domingo 27 de octubre. 

Los hilos conductores de la campaña los llevan a los actores a todos los rincones del distrito. Las reuniones se suceden, agotadoras quizá, pero necesarias. Es parte del juego democrático. Es un ejercicio productivo, además. 

En tales vaivenes, José Eseverri, Federico Aguilera y Ezequiel Galli se hallan por estas interesantes horas previas. Todo es un indicativo a tener en cuenta. Los detalles son importantes y el oído debe mantenerse bien dispuesto y alerta. Peticiones y anhelos. Quejas y reclamos por doquier. Y promesas que se deslizan en el cielo olavarriense. 

Es una campaña prometedora de emociones. Dicen los que saben que entre Galli y Aguilera, sólo cabría un alfiler. Y que Eseverri pondrá toda su sapiencia al servicio de terciar con fuerza. La orden a los colaboradores que oficien de fiscales en los lugares de votación, será escueta y clara: “Contá bien los votos”. No habrá margen para equivocaciones. No es tiempo de dormidos. 

En el medio de tanta adrenalina, la temática nacional se mete rauda en el centro de la escena. El oficialismo no podrá exhibir alegre al señor Presidente, aunque le queda en la manga la óptima imagen que sí mantiene la Gobernadora Vidal. A propósito, ¿vendrá el viernes..?

El Frente de Todos, empero, sí traerá a Alberto Fernández sin dudas, y tal vez, otra ocasión más a Axel Kicillof. Despojados parecen sentirse sus dirigentes de la gran carga de denuncias y citaciones de la ex líder nacional, doña Cristina Fernández. No les preocupa ni ocupa esa catarata de presentaciones en sendos Tribunales y la gran cantidad de funcionarios y “pinches” involucrados en casos de corrupción. 

Están en otra etapa del ciclo. Se los advierte entusiasmados, aunque a la vez cautos. Confían eso sí en que el auténtico desmadre de la economía, los ayude a la sacrosanta hora de la votación dominical del décimo mes de este año. 

Ezequiel, a su turno, se muestra como en otros tiempos felices: proclive a oír al público y atento con las personas. Recorriendo calles y barnizando sus charlas con proyectos de viviendas, arreglos en escuelas y construcción de cloacas que aún faltan hacer. Con el sueño de la Playa de Camiones y el motor de la seguridad, de la mano de Ojos en Alerta, por ejemplo. 

Pero todo explicado como dentro de un plano de continuidad. Convencido de su segundo mandato. El ítem es simple y complejo por igual: si Galli gana, se convierte en líder indiscutido y forja una novel tendencia. Sin grandes y faraónicas obras, sin experiencia anterior, con yerros y recambios de funcionarios, obtendrá un respaldo desde lo personal, desde la íntima confianza del elector. 

Su triunfo tendrá un sabor particular: se revelará contra la inclinación de la balanza en los niveles nacional y provincial, que va por otro carril. Será entonces, un logro puramente local. Un voto de mano tendida por cómo ha sido él en su cargo. 

Federico viene, a su turno, militando desde hace rato. Pintando escuelas de manera solidaria, con La Cámpora, llegó al Concejo. Allí se convirtió en opositor neto y nato. Y encaró tareas prácticas, como la distribución barrial de la Garrafa Social. Mientras tanto, se iba negando a cualquier incremento de tasas que dispusiese el Ejecutivo. 

Seis temporadas de edil y al ruedo mayor. Candidato joven, aunó criterios del amplio espectro peronista, aunque algunos “dolidos” quedaron a la vera del camino ancho. Algunos de esos “heridos” inclusive hoy tocan su puerta, olfateando el postre. Le rozan, pues, al hombre ventajas y desventajas. ¿Su virtud visible por ahora? La cautela. 

 En este contexto, amigos, las presunciones corren cual aviones supersónicos. Las jornadas transcurren impacientes y los bolsillos del pueblo no se llenan y las góndolas no se vacían. 

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho