Opinión
Fomentismo: tiempo de reacciones
En distintos diálogos que he mantenido en los últimos días con dirigentes fomentistas de diversos sectores, se advierte una necesidad casi imperiosa de una vuelta de tuerca muy saliente en la actividad, de un reavivar el fuego sagrado.
No son pocos los referentes, avezados algunos y nóveles otros, que ya se animan a decir sin censura previa, que es menester un cambio sustancial en la vida fomenteril federada local, achatada, vaciada de contenido hoy, según entienden estos entrevistados.
Los sucesos internos de público conocimiento que se tornaron difíciles de digerir, al poco andar de la nueva conducción, en el todavía verano de 2018, sirvieron sin duda para mover los cimientos y derrumbar ideas e ilusiones de gran cantidad de líderes de los barrios. Nada ha sido igual desde allí en adelante. Negar tal redundancia, podría ser hasta necio.
Y luego la masiva diáspora de directivos federativos, dio otro golpe, otra estocada que no ha sanado aún. Pero los vaivenes posteriores, son también producto de intrigas e inquietudes. “Sería bueno interpretar con seguridad cuál es el auténtico rol de la Federación”, me expresó un fomentista de fuste, para incluso agregar que “Yo vengo trabajando igual, por fuera de la entidad madre. A mí Federación nunca me otorgó nada”.
No obstante, insté a este dirigente a asistir a las reuniones mensuales y a pagar la correspondiente cuota, “no sea cosa que si no actúas así, no te dejen votar oportunamente”, le aconsejé.
Los rumores se acrecientan a medida que avanzan los días, en un contexto definido: estamos en un año electoral por excelencia. Elecciones políticas partidarias, por un lado de la madeja. Y por el otro costado, votaciones también en la cúpula federada fomentista. “No es el momento de timoratos; hay que poner voluntad y rehacer lo destruido”, sentenció otro referente exultante a este periodista. El convencimiento del período perdido es crucial. “Se desperdiciaron dos valiosos años”, pontifica este señor, para anexar: “Nos han mutado los valores del fomentismo. Y unos escasos dirigentes, deciden cual si fuesen multitud”. O sea, se plantean, se escriben en el cuaderno de apuntes apostillas de dirigentes que no comparten el modus operandi de la Comisión Directiva de ahora.
“La sombra chinesca que nos ha divorciado, puede revertirse si se planta la bandera de la unidad”, contempló otro líder barrial que no comulga con la tarea pasiva de permanecer sólo expectantes ante la situación compleja que “ya resulta insostenible”.
La partidización del fomentismo, las idas y vueltas de algún funcionario municipal de alto rango, que ha jugado convengamos un papel ambivalente, las promesas incumplidas y los anhelos de hacer que las cosas sean mejores, son todos condimentos que se unen, que se engarzan en un tiempo que pareciera el adecuado para poner sin más demoras, los “puntos sobre las ies”.
Claro que sobreviven a su vez temores, infundados o no. “Creo que el señor Intendente busca un fomentismo afín”, subraya un veterano dirigente. Empero todos, o casi todos, los que “ven el cuadro desde fuera”, coinciden en peticionar un sesgo de unidad, en vista de este proceso que habrá que construir. “Seamos sinceros: si nos unimos con un liderazgo firme y aglutinador, ganaremos sin dramas. Somos más, de eso nadie duda. Pero tenemos que lograr una LISTA ÚNICA, BAJO UN NOMBRE COMÚN”.
Entonces el cielo olavarriense desliza cual nubes visibles, algunos apellidos presuntamente potables y respaldados, para la nueva etapa (¿de gloria?) que tendrán que parir los fomentistas si no quieren perderlo todo. Y esos nombres son: Javier Frías, desde “Los Robles”, “un tipo con experiencia en la conducción de Ferro y que está laburando prolijo en su barrio”, catapultan unos. Otros apuntan sus índices a José Veyrand, desde su querido “Mariano Moreno”, “entidad que crece y avanza cada minuto”. Un tercer núcleo piensa en Mariano Ciancio, de “Juan Martín de Pueyrredón”, “que se colocó la armadura y salió al cruce con el delicado ítem de la delincuencia en su zona”. Aunque también hay quienes alaban al experimentado Walter Vega, de “AOMA”, “un luchador de raza”.
Y en este tándem no faltan los elogios a Élida Saizar, más conocida por “Petty” Mapis, quien ya fue Presidente federativa. “Yo quiero colaborar, estar al lado”, sugiere la señora. Se anotaría de tal modo, una conjunción de jóvenes y maduros. Aunque valorizando la idea base de una nómina de unidad. Con una lista capaz de sortear intentos opositores.
A fines de noviembre debiera votarse en la Federación. Veremos cómo sigue el camino: si allanan las diferencias los referentes y se visten con orgullo, con la camiseta de una nueva era del fomentismo, o quedan solo los vestigios, los arrestos individuales por transmutar el tránsito demacrado del presente.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-