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Opinión

Cada vez menos NO SABE / NO CONTESTA

A dos semanitas de las esperadas PASO, va disminuyendo la cantidad abultada de indecisos que notábamos anteriormente.

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Esto es debido al enfoque publicitario de las listas y a que, de a poco, la gente va tomando en cuenta las ofertas electivas y compara nombres e ideas.
Vuelan también por el aire cementero de nuestra ciudad, un parcito de encuestas que le son propicias, digamos, al señor Jefe Comunal actual. La tónica difiere un tanto a la hora de encontrar un segundo: entre Federico Aguilera y José María Eseverri, habría que admitir ese lugar. Insisto si nos atenemos a algunas miradas previas.

Que Galli triunfe por segunda oportunidad no sería novedad en un lugar como éste. Convengamos que, salvo el gran cimbronazo del “Indio” Solari, no se ha observado otro “escandalete” tan impactante en su gestión. Se podrá compartir o no su forma de administrar, pero los cimientos de Rivadavia y San Martín, no han temblado más.
Así que, con obras inéditas en barrios, con infraestructura escolar y con una vital “reintre” de los encuentros con los habitantes de la comarca, don Ezequiel podría verse favorecido por el aplauso popular. Aunque no le sopla a favor esta vez, la lista a nivel nacional. O no le es propicia tanto como en 2015.

Don Macri oscila cual péndulo y a Pichetto lo salva su capacidad negociadora y su excelente relación con los “mercados”. El fuerte de este Frente estará, no obstante, en la Provincia con doña María Eugenia Vidal.

Tales presunciones medianamente alientan los cortes de boleta. Por eso el mandato del oficialismo es enseñar, predicar, el voto íntegro. Sin embargo, será hasta gracioso ver cómo el ciudadano inventa cortes. Pero Galli obtendrá más votos que Macri esta ocasión.

Tal vez al revés le resulte el asunto al joven Federico Aguilera. Mas pinta muy bien su intención de voto y ha crecido en los últimos días aún más. No habrá que olvidar, empero, el estigma camporista, y los designios no muy compartidos de Valicenti. Y el camión de los dolidos.

Pesando lo bueno y lo malo, daría, presienten sus allegados, un saldo positivo para el hoy edil. Que viene metido en los recorridos barriales ya de antes de la época de la campaña. Entre charlas vecinales y garrafas solidarias. O sociales.
Lo de Eseverri, por su lado, es medular. Ya estuvo sentado ocho años en el sillón de don Castro. Ya sabe de qué la va todo esto. La experiencia de ver a su padre gobernar y la de él mismo, han de jugar en una cancha tan especial como la de este año.
Este encuentro reciente en un bar porteño con Ezequiel Galli ha sido meditado de diversas maneras por el pueblo. Aunque, sabido es del acuerdo con el vértice gobernante, luego del desastre del señor Solari. Lanceta, Ripoll, Araneo y otras cosas subyacentes, surgieron de ese pacto. O conversación de caballeros, mientras aún humeaba la ciudad.

Entonces el tigre no cayó en total desgracia y la interpelación famosa, con medios nacionales incluidos, fue una linda puesta en escena. Además se los ha visto en un bar local (“La Reina”) juntos, también. ¿Y qué? Ese es el tema. Cada quien ve el vaso como quiere. Ahora, pretender que tal cosa incida en esta elección, es muy infantil. Como dijese un interlocutor válido a este cronista: “Después de todo, son los dos abogados y vecinos de idéntica ciudad. Peor sería que se odiasen”.

A José no lo cobija la nómina nacional. “Remamos prácticamente solos, desde acá”, le confió a quien esto escribe un militante de raza eseverriano. O sea, su capacidad de adhesión se notará con su táctica y su entorno. Pondrá en el mostrador lo que hizo entre el 2007 y el 2015, y apostará a visibilizar supuestos yerros de Galli. “Una gestión con horizonte, como la que él tuvo, en contra un mandato sin proyectos”, dirá ese mismo militante citado.
Ese tridente, da la impresión, tiene mayor empuje en la gente. Sobre todo basado en el pretendido auge polarizador de Casa Rosada contra los Fernández. Si tal polaridad se cumple en este distrito, la cosa será para alquilar balcones.
Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho