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Opinión

La movilización y el Patronato

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1.- Un fuerte despliegue uniformado se advertía en la fría noche de este miércoles 22, desde las adyacencias del puente de la Ruta Nacional 226, hasta llegar a la rotonda de Calle 118. Un movimiento descomunal con motos, policías de varias fuerzas y armas largas dispuestas para cualquier eventualidad. 

Y allí en la rotonda citada, unas cuantas gomas azuzadas por chicos y jóvenes, que peticionan por un familiar o amigo, preso en la Unidad 38 de Sierra Chica y derivado apenas horas atrás al Hospital luego de sufrir u ACV en su lugar de encierro. 

El hombre tiene 46 años de edad y asumen sus afectos, que no ha sido convenientemente atendido, ni antes, ni durante ni tampoco después de su dolencia. Se llama el interno Hugo Baumgertner.

Entonces eligieron quienes lo aprecian, tomar el toro por las astas. Y en un conato de tumulto y reacción, rompieron al parecer, al menos alguien del grupo, las cámaras de seguridad del sector e inclusive, molestaron el paso de un coche de la empresa “Ola Bus” que transita por allí. 

Los neumáticos encendidos le ponían calor al frío otoñal reinante. Una veintena de personas conjugaban deseos de que apareciese la autoridad fiscal. A su vez, vecinos en distintos sitios, se habían instalado frente a sus casas o a la vera de la avenida para observar, sin acercarse demasiado, sin mezclarse en definitiva con los protestantes. 

Los garfios de la violencia, del estigma, del delito, salían otra ocasión más a la luz en la otrora ciudad del trabajo. Y las sensaciones se volvían encontradas, para un ciudadano que contemplase el tapiz con ojos cargados de imparcialidad. 

2.- Por otra parte, amigos, ayer se presentó en la Sexta Sesión del HCD local, la cuestión tan singular de la labor nunca bien ponderada o reconocida, del Patronato de Liberados que, como ustedes saben, funciona en el primer piso de nuestra Terminal de Ómnibus. 

Y es auténticamente loable la tarea de las personas que desafían circunstancias complicadas, en aras de reinsertar a sujetos que han cumplido una pena. Y, muchas veces, cabe subrayar, afrontando contextos duros. 

Tan arriesgada es la misión de estas almas, que se recordó en el recinto de Rivadavia 3038, nada más y nada menos que el horrendo crimen de una asistente social de fuste, un 29 de mayo de 2013 en la localidad balnearia de Miramar. 

Laura Iglesias, mamá de tres hijos, iba aquella mañana en su auto a visitar un liberado y su vehículo se encajó en el barro. A las 16:30 horas volvió por su coche y sujetos pérfidos, la secuestraron, violaron y ultimaron. 

Ese episodio demencial marcó la cancha; abrió las puertas cerradas de la preocupación ante los designios de un ambiente hostil y rebuscado ya de por sí. 

Pero sin embargo, pese a la garra y excelente voluntad de la gente del Patronato, la precariedad laboral sigue su curso. Decir que acá el Municipio corre con los gastos mínimos para funcionar cada día… 

No obstante, lectores preciados, hemos de reconocer absortos que aún no arriban las garantías ya que, por lo general, las asistentes sociales van solas a ocuparse de los ex reclusos. Y todo este universo esta barnizado de un condimento que necesita cautela. Sin discriminar por supuesto, pero con atisbos de precaución. 

Y para rematar la temática, algo positivo: un intento providencial de reinstalación en la sociedad de aquellos que cedieron a la tentación del mal, con un proyecto de trabajo muy redituable. 

Se trata del cultivo de la seda del gusano de seda precisamente. Valioso esfuerzo que puede permitir nuevos horizontes para quienes, a lo mejor, no han sabido de otra cosa que maldad y desafecto. 

Por Mario Delgado.-   

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho