Opinión
Entre los estertores de la que se va y las mieles de las que viene
La Sesión Especial por el ítem del nuevo transporte público, concesión incluida, tuvo aristas llamativas, como la abstención casi incomprensible de dos bloques de concejales que habían previamente argumentado, sentando postura.
Y dejó al descubierto también una cuestión de fuste: ¿Qué puede llegar a acaecer si la empresa aduce en breve lapso, que no le dan los números por los pasajes gratis, léase fundamentalmente, los estudiantes locales? Tal incógnita la dejo picando en el área chica Eduardo Rodríguez, quien llegó decimos de paso, a los seis de meses de actividad con su espacio “Foro Olavarría”, luego de irse del redil eseverriano.
Rodríguez tiró el misil respectivo, luego de señalar las declaraciones ante los ediles el viernes 8, del Subsecretario de Gobierno quien adujo la posibilidad de que la Municipalidad salga en auxilio de la empresa con fondos vernáculos, si fuese menester. “Sería cambiar las reglas del juego”, remarcó el político. Además infirió que la licitación se dio porque “Nuevo Bus” decidió irse. Si no hubiese sido así, le prolongaban la concesión como a “Ola Bus”.
La implicancia del precio del viaje, tildado en $ 24,60, desde el 1° de mayo, fue otra de las vedettes del encuentro que se prolongó por dos horas en el recinto habitual de Rivadavia 3038.
No convenció a la mayoría de los ediles opositores tal cosa. Dudas generan a su vez, los nóveles trazados y los horarios, sobre todo el de cierre, estimado en la hora 21:30. Si se extiende, será un gol de media cancha y si no, habrá que iniciar reclamos pertinentes. El pliego dice esa hora, amigos.
Por primera vez en la historia, un edil, Federico Aguilera, presentó el problema de los recorridos sin baño para los choferes, tópico del que hemos escrito aquí, varias notas. Ojalá se logre tal cometido de poner baños para los conductores y cabecera de línea también.
No se le hicieron empero, mayores objeciones a la compañía oferente: “Botacura SRL”, la que, ¿casualmente? había comprado el año anterior veinte coches en Buenos Aires. Al parecer muy dispuesta a ser parte de la licitación.
Ha prometido buen trato a sus trabajadores y escuchar a la gente, la empresa adquirente del servicio. Se la mencionó con mieles desde el ámbito legislativo nativo. Años atrás, por el 2007, se habló también con dulzura de “Nuevo Bus SRL”, que hoy yace con estertores de unidades rotas y malísimo servicio. Sólo en la cancha se ven los “pingos”.
El entusiasmo se desdibujaba un tanto por ahí. Pero lo más increíble fue la solicitud de abstención de Cuidemos Olavarría, que ya había explicitado su opinión a través de Einar Iguerategui, el cual fue crítico de una “falta de diálogo” del Ejecutivo hacia los concejales y hacia la propia adjudicataria.
Pero se abstuvo la bancada. Ante tal actitud, Unidad Ciudadana, que habló a través de Federico Aguilera, criticando varias cosas inherentes al precio del boleto, optó por idéntica acción. Se podía esperar una voz negativa, sin embargo se abstuvieron.
Episodio inédito puesto que, generalmente, se abstiene quien tiene algún interés particular con el tema en debate, mas argumentar y luego abstenerse, es algo extraordinario, nunca visto con anterioridad.
O sea, podemos inferir que no se debió autorizar esta tesitura tan peculiar. La votación fue unánime por el sí a “Botacura”, ya que la abstención es un permiso para no votar. Nadie votó en contra.
Para terminar, convengamos que para el oficialismo, se abre una nueva y promisoria etapa del transporte público local, y se mostraron satisfechos con el proceso y la adjudicación.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-