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Opinión

De abusos en sotanas

Tal vez las dos cuestiones más urticantes en el seno de la Iglesia Católica, sean a ojos vista la temática de las finanzas y los intrincados senderos de los abusos sexuales, presuntamente perpetrados por sacerdotes en distintas partes del mundo.

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Y la dinámica de estos tópicos tan solemnes, va trayendo diversas interpretaciones, puesto que, al decir de expertos, no se mide desde la cúpula con idéntica vara en todos los casos. Sobre todo, mis amigos, en la delicada marea de los ítems relacionados a las violaciones y abusos de menores que recorren tangenciales, cada punto cardinal del orbe.

Pero ante este panorama complejo, hemos de resaltar otro aspecto que juega un papel de intrigante actualidad: las internas vaticanas. Disputas y/o preferencias intestinas, inherentes al Papa o a sus más dilectos allegados, que ponen el pulgar hacia arriba o hacia abajo, según el criterio o la predilección, sin primar a veces, la teórica sujeción a la verdad que debiera existir en esos ámbitos tan pretendidamente sagrados.

Después los resultados salen a la luz y atraen comentarios de cualquier índole, desde los impropios, hasta los más ubicados. Esta forma de proceder pintada de parcialidad, suele hacer temblar en cierto punto, la fe en la congregación universal romana. Los temores a ir perdiendo adeptos, se confirman cuando el común de la gente se va enterando de hechos traumáticos dentro de la curia. Aunque lo que más desata la rabia, o el distanciamiento con la grey católica, es sencillamente el no castigar, el no reprimir, el no expulsar del redil a algunas ovejas manchadas por las evidencias. Y, por el contrario, bendecir y palmear a otras, que transitan orondas, pero sin vestigios de inocencia.

Los anales, las crónicas se multiplican, mas hemos apenas hoy de detenernos en pequeñas grageas, modestos condimentos de conductas a resarcir por el Sumo Pontífice de la comunidad religiosa católica.
Ejemplo 1: El Cardenal australiano George Pell, ha sido suspendido en sus funciones por presupuestos casos de abuso a dos monaguillos. A esta hora en que ustedes leen esta columna de opinión, el purpurado ya está entre rejas.

Quienes siguieron el juicio, han determinado muy compungidos que “se llegó al veredicto de culpabilidad pese a las abrumadoras pruebas de la defensa que demostraban que lo que se alegaba no podía haber sucedido, dada la disposición de los edificios, las circunstancias de tiempo y otras”.

Durante el período de Benedicto XVI, Pell hubo de integrar la Congregación de Obispos, pero lo sacaron de en medio, aunque él, tozudamente, insistió en lugar de alejarse con perfil bajo.
Al arribar a la sucesión de San Pedro, Francisco I, o sea nuestro Jorge Bergoglio, el Cardenal se metió de lleno en el mundo de las finanzas vaticanas. Tal actitud no prosperó puesto que intereses extraños, ligados de alguna forma a la Santa Sede, hicieron que se lo acorralase internamente, aislándolo lo suficiente como para dejarlo sin respaldo.

Ejemplo 2: El Obispo de Santiago del Estero, en la República Argentina, Juan Carlos Maccarone fue filmado en 2005 teniendo sexo por un taxiboy que había sido contratado por el mismísimo líder eclesial. La trascendencia mediática del video, en aquel instante, atrajo polémicas diversas.

No obstante, y pese a las inefables evidencias, el clérigo en cuestión no fue separado de su cargo, ni suspendido, aunque él mismo renunció al obispado alcanzado por la enorme difusión de su aventura homosexual.
En la actualidad, Maccarone continúa ejerciendo como profesor emérito nada más y nada menos que en la prestigiosa Universidad Católica de nuestro país (UCA).

Ejemplo 3: Y danzando al compás del colmo de los colmos, nos topamos con un lío mayúsculo. Hete aquí lo acaecido, pues.
Entre el 21 y el 24 de febrero último, en el pomposo Vaticano se reunieron altos dignatarios católicos para organizar el Comité sobre la “protección de los menores en la Iglesia”.

Lo significativo es que uno de los componentes de este núcleo tan especial, el Cardenal Oswald Gracias, Arzobispo de Bombay, y Presidente de la Conferencia Episcopal en la India, permanece acusado de dos casos de abuso sexual, uno en 2009 y el segundo en 2015.

Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho