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Opinión

¿Conviene entusiasmarse?

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La aptitud para observar la realidad social y económica, es muy interesante y nadie, con aspiraciones serias al poder, debiese quitar los ojos de encima a tales circunstancias. 

Sobre todo si descubrimos, muy azorados tal vez, que nada está tan claro o definido como pueden creer los más optimistas de uno u otro lado. 

Todo está al caer, a pedir de situaciones extraordinarias, por qué no, que vayan definiendo posiciones. Existe, por supuesto, una pretendida grilla de partida de cara al día electivo, pero poco más que eso. 

Las sombras chinescas de la inflación y la ausencia de empleo digno, optimizado desde el ámbito privado, nos sugiere un tiempo aún de dudas varias. Aunque en algún aspecto, Casa Rosada o parte de ella, se noten hoy muy contentos con cierta dosis de perspectiva potable para dentro de breves semanas. 

La baja de la tasa de interés en los plazos fijos bancarios ha sido una demostración de euforia, mas revela también la incertidumbre de una posible futura corrida otra vez hacia la divisa yanqui. 

De modo tal que nos continúa afectando la ambivalencia. No se advierten programas de fuste, concretos, emanados desde la órbita misma del Ejecutivo de Balcarce 50. Y no son escasos los referentes políticos de Cambiemos, como intendentes, ministros y legisladores que piden a voz en cuello, casi al borde de la disfonía, UN BENDITO PLAN ECONÓMICO. 

La intención es válida. La gente reaccionaría bien si Macri hablara, reconociendo yerros y sustituyéndolos con proyectos claves para el presunto nuevo tiempo de gobierno, si es que la ciudadanía lo coloca por vez segunda en el sillón de Rivadavia. 

Atento a estas indicaciones de algunos dirigentes y allegados, el ingeniero se ha dispuesto a reunirse con economistas de distinto “pelaje” ideológico. Miguel Broda fue uno al que le solicitó, exponen quienes saben, un auténtico boceto de programa económico de frente al mar revuelto de hoy. 

Y vendrán más profesionales. Quizá hasta se intente “repatriar” políticamente hablando, mis amigos, a ex funcionarios como Melconian o Prat Gay. Ni que decir de Loustou. 

Porque tiene que aprender sí o sí la lección el Gobierno Central: el 67 % del pueblo argentino, considera que la cotidianeidad económica de este país es un verdadero DESASTRE y, por ende, no se puede seguir por este incompetente carril. 

En tal coyuntura, los radicales son una punta de lanza punzante. Comprenden que su rol en el andamiaje del oficialismo es opaco. Y anhelan otra luz sobre sus cabezas. Pero no logran despegarse del lastre del 2001 y se pasean nerviosos por un cable alto y oscilante. No terminan de definirse a sí mismos. Encima necesitarían un potente sacudón, dado por un liderazgo nacional de peso que los encolumne y los traiga de regreso al cenit de la gloria. 

Sin perjuicio de ello, vociferan sus cuitas y deseos y Macri y Compañía perciben esos lamentos de los socios en Cambiemos. 

Es que no es momento de soberbias acciones, sino de demostraciones prácticas de interpretar clamores populares. Y más aún si éstos provienen de gente interesada en la prosecución del oficialismo presente. 

La suerte entonces del señor Presidente, estará concatenada a su modus operandi de aquí en más. Si posee la habilidad de representar la figura que es menester, o sea la del hombre, la del ser humano que se ha equivocado pero que quiere lo mejor para sus gobernados, alejando la imagen de mandar sólo para unos pocos híper ricos, logrará avanzar. 

No hay garantías de victorias épicas; por ahora sólo se respira expectación. Claro que comienza también el proceso de los demás postulantes, de los que golpean a la puerta de las conciencias de los votantes, pidiendo un minuto de atención. 

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho