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Cintia Abrisqueta: los lazos vigentes de la solidaridad

Su propia historia de vida es muy fuerte. Conmueve hasta las lágrimas oírla relatar con lujo de detalles padecimientos personales pasados. Por tal motivo siente desde el corazón, cada necesidad que trata de asistir.

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No por casualidad la señora Cintia Abrisqueta, casada y con cuatro hijos, se viene dedicando a la tarea loable de ayudar, de promover y de organizar eventos en pos de aquella persona o entidad que requiere una mano tendida. 

Su propia historia de vida es muy fuerte. Conmueve hasta las lágrimas oírla relatar con lujo de detalles padecimientos personales pasados. Por tal motivo siente desde el corazón, cada necesidad que trata de asistir. 

¿Tu infancia fue dura, triste?
“Yo tenía dos años y pico y mi hermanito Osmar tres meses, cuando nuestra mamá nos abandonó y quedamos con mi papá y mi abuelo. Mi padre era muy alcohólico y yo estuve con ellos hasta los cinco años. Nos fuimos a vivir a Las Martinetas. Estábamos en una casa de ladrillos muy chica. Me acuerdo que a la noche me acostaba a dormir y miraba el cielo de los agujeros que tenía el techo. El piso de la humilde vivienda era de tierra. Corría el año 1985. Ahí pasé los peores momentos de mi vida. Hoy entiendo al que pasa hambre porque a mí me tocó revolver, en esa cruda infancia, la basura en busca de algo para comer. Andaba con mi hermanito a cuesta. Nuestro padre cuidaba caballos de carrera y se iba, dejando muchas veces, la puerta de casa cerrada. Llegamos a comer verdura con tierra y luego recibir una paliza. No faltó oportunidad en que dormía en la plaza de la localidad y algunas personas me daban alimentos”. 

¿Cuándo comenzó a cambiar tu dura realidad?
“Yo hice primer grado en ese pueblito. Me han sacado maestras de la plaza, muerta de frío y me han llevado a la escuela y allí me vestían. Cuando yo tenía cinco años y fracción, apareció un matrimonio muy joven en un Citroen, a buscar a mi hermano. Mi papá les cuidaba una yegua a ellos. Mi hermano no se quiso ir y entonces me preguntaron a mí y les respondí que sí y me fui con la pareja. Me llevaron a un campo, supuestamente iba a pasar las vacaciones de verano. Al llegar, estaba quien hoy es mi mamá, esperándome con una taza de leche y con su esposo me vistieron de primera. Tenían hijos mayores que yo. La señora que me trajo era su hija. Yo pensaba: “Este tiempito que transcurra acá, tengo que aprovecharlo para llevarle cosas a Osmar”. 

“En marzo, antes del inicio de clases, me explicaron que ellos no eran mis padres y que si quería, me podía quedar a vivir con ellos. Decidí llamarlos abuelos y me quedé con ellos, con la condición de que me llevaran siempre a ver a mi hermano. Me mimaron, me dieron todo y yo pedía ropa a los vecinos para Osmar”. 

¿Pero las novedades no culminaban?
“No, al contrario. A los pocos años, en una visita a mi hermano, me encuentro que mi progenitor había formado otro hogar y tenía una bebé con su nueva mujer. La tuve a upa y jugué con ella, con mi nueva hermanita”. 

“Tiempo después, vinimos a Olavarría a vivir y perdí contacto con mi hermano, el cual ya no estaba más con mi padre. Se lo habían llevado a un Hogar. A los doce años empecé a buscar a mi hermano. En ese trayecto de tiempo, me enteré de un episodio desgarrador: a mi hermanita la violaron y mataron en Las Martinetas”. 

“Pasado un lapso, me reencontré con mi hermano que vivía por ese entonces con mi madre biológica. Yo a los quince, me fui a Buenos Aires. Con el correr de los años, mi hermano se enfermó de cirrosis de origen desconocido. Estuve con él cuarenta días a su lado, ya que lo internaron muy grave en Terapia Intensiva”. 

¿Este hecho inició, o despertó quizá tu veta benéfica?
“Podríamos decir que sí, que es el punto de partida. Es que removí cielo y tierra por él. Hice un evento en el Teatro Municipal y posteriormente lo llevé a Capital. Ha ido saliendo airoso, aunque la medicina ha expresado que sus días están contados. Ya van tres hemorragias que sufre y sale adelante. Osmar formó su familia acá en Olavarría. “Red Solidaria” lo ha auxiliado cuando no ha tenido necesidades”. 

¿Hoy estás acompañando desde el Foro Social las cuestiones solidarias? “Exacto. Me interesa verter mis anhelos y proyectos desde ese lugar también. Con sensibilidad social, con la mirada colocada en el prójimo que precisa una ayuda. Y sin olvidar tampoco a las entidades, escuelas y demás instituciones que deben ser tenidas en cuenta con el brazo de la asistencia”. 

Entrevista: Mario Delgado.-  

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Citan a declarar a los amigos de los jóvenes fallecidos en 2018 en Parque Sur

A dos años de la muerte de Alan Falatovich y Katherine Rodríguez, la Fiscal Beytía tomará declaración a los dos amigos por el delito de omisión de auxilio.

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El 4 de marzo venidero deberán presentarse ante la Fiscal Doctora Viviana Beytía, Alejo Eseberri y Loana Cabrera para sostener la temática compleja de lo acaecido aquel 2 de enero de 2018 en la intersección de Avenida Avellaneda y el puente, en pleno Parque Sur, donde se ahogaron dentro de un vehículo que cayó al Tapalqué Alan Falatovich y Katherine Rodríguez, ambos de 20 años de edad. 

Se percibe una vuelta de tuerca en esta causa, que de acuerdo a lo investigado hasta aquí, le permite conjeturar a la señora Fiscal que entiende en este luctuoso acontecer, que, al menos, hubo “omisión de auxilio”, por parte de los sobrevivientes de este episodio triste y doloroso. Según el artículo 108 del Código Penal, reiteramos, la letrada los ha imputado por considerarlos “coautores penalmente responsables del delito de omisión de auxilio”.

Recordemos brevemente que todo este calvario inició su curso en la tarde noche soleada de aquel segundo día de enero, cuando Alejo en una VW Suran, propiedad de su padre, fue a buscar a Alan a su casa, la 1.006 del barrio CECO y de allí se dirigieron a un pub céntrico. 

En ese local se encuentran con dos chicas: Loana Cabrera y Victoria Katherine Rodríguez que se movilizaban en un Ford Fiesta. Luego de un rato, se van hacia Parque Sur y allí se produce un hecho significativo: el auto del papá de Alejo se despeña y cae a las aguas con Victoria Katherine y Alan dentro. 

Esto habría ocurrido cerca de las 4:30 de la madrugada de ese dos de enero. Y tal cosa sería producto de una maniobra intempestiva llevada a cabo sin querer por el muchacho, dado que habían ingresado a este auto a tratar de solucionar un problema en el equipo de sonido. Para colmo, Alan no sabía manejar, aunque sí “era un excelente nadador”, asevera Diana, hermana del joven muerto. 

“A Alan recién me lo entregaron muy tarde, muchas horas después”, refiere una vez más a este diario,  Diana Falatovich. “Tenía golpes y moretones en diversas partes de su anatomía que no condecían con la caída”, sostiene firme como desde aquella primera oportunidad en que Diana habló para este medio. 

“La autopsia no reveló cosas que yo ví”, continúa, y añade “nada nos cuadraba en esos instantes tan dramáticos”. En este contexto de incertidumbre, “nos permanece bien adentro la pregunta si en rigor de verdad no hubo alguien más en la escena, en ese sitio sin luz ni seguridad en ese momento”. 

El punto más crucial se dio con el correr de las horas, dado que “a nosotros nos avisa la Policía. Ninguno de los dos acompañantes de Katherine o de Alan, dio aviso a nadie. Al contrario, fueron y se acostaron a dormir. Alejo estuvo en el velorio de mi hermano unos minutos y se lo advertía nervioso. Sostuvo que él trató con efusividad de abrir la trabada puerta de la Suran pero sin éxito. Él era penitenciario y sabía bien que hacer y los dejaron solos, librados a su destino a Katherine y a Alan. No hay ningún elemento que grafique con certeza que Alejo quiso auxiliarlos. Por otro lado, ¿no se les ocurrió ni siquiera llamar a Bomberos Voluntarios o la Policía?”, subraya Diana. 

Para la familia Eseberri fue un penoso accidente y avalan los dichos de su hijo. Ahora entonces, habrá que aguardar los nuevos pasos que se avecinan.

 

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Un hombre está grave tras el incendio de su vivienda

El siniestro ocurrió en la madrugada del lunes en Necochea y Mendoza de nuestra ciudad.

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Un importante incendio tuvo lugar en una vivienda durante la madrugada del lunes.

Por razones que son materia de investigación, una casa ubicada en Necochea y Mendoza se incendió y provocó heridas de gravedad a su morador, un hombre de 73 años de edad.

La víctima fue trasladada al Hospital Municipal donde se constataron la gravedad de las heridas y donde quedó internado en terapia intensiva con pronóstico reservado.

El parte médico emitido desde el Hospital indica que el paciente tiene el 40% del cuerpo con quemaduras y compromiso de vía aérea.

El incendio se produjo en la madrugada de hoy lunes y requirió el arduo trabajo de Bomberos Voluntarios, Comisaría Segunda y personal del SAME.

FOTO. Infoeme

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho