Opinión
Limpiar la imagen, de eso se trata
Empeñados en separar a Cristina Fernández de cualquier foco de corrupción, están hoy un grupo selecto de acólitos, entre ellos el dirigente social Juan Grabois, hombre por otro lado, muy allegado al Papa Francisco.
La consigna tal vez se haya estudiado exhaustivamente en el Instituto Patria, y con la aprobación tajante de la señora, ha salido un ejército de militantes ultra cristinistas a consolidar la postura.
La cuestión es simplona, nomás. Pero difícil de creer, eso sí, sobre todo si se ha vivido en el país desde la iniciación del tiempo kirchnerista hasta acá.
Pero vayamos al grano, mis amigos. La idea central es limpiar la imagen de la ex Presidente lo más posible, deslindándola de toda sospecha, por mínima que ésta pudiese ser.
El mencionado Grabois, ha expresado que quiere un cristinismo “sin corruptos”. O sea, más claro imposible de concebir. “Palos” o indiferencia a los que cayeron en desgracia y ya están a la sombra, y fortalecer la teoría medio ridícula pero eficiente al fin, de que la ex mujer de Néstor no SABÍA NADA de los movimientos en dinero, bolsos y propiedades que ocurrían a su alrededor.
En un pedestal la actual senadora y en un escalón abajo y embarrados de podredumbre, varios de sus ex seguidores fieles. Esa es la plataforma de lanzamiento de este operativo “limpieza de faz”, que pretende lógicamente, reinstalar a la viuda de Kirchner como una alternativa positiva al Gobierno presente de Casa Rosada, observando de reojo, claro, la venidera elección ejecutiva.
Su tándem empero no desconoce la realidad. Ella posee hoy un margen de potables votantes, de entre un 25 a un 30 %. Como contraluz, la preocupa a Cristina y les preocupa a sus servidores, una imagen negativa del 58 % que la señora recoge por estos días. Necesita airear el rancho con premura, despojarse de lastres inconvenientes y crear una novel dinámica.
Porque los peronistas, de la línea que sea, no logran seducir. Traducido esto quiere referir que no disponen de un auténtico líder capaz de guiar la tropa. Incluir a todas las ovejas y dejar conformes a dolidos y enfermos, no es para cualquiera, se evidencia. Nombres se barajan, mas ninguno termina de cuajar.
Además, surge otro aspecto a palpar por la ex Jefa de Estado: cualquier pronunciamiento que, en definitiva, se dictamine, cualquier proyecto que no la cuente, no le es grato a ella, y a su enorme ego.
Pasando en limpio, entonces: Cristina anhela jugar en la Gran Liga del año entrante. Y la situación económica y social de la patria, no es la mejor para la gente en general. No obstante sí es propicia para sus deseos más íntimos. Pero debe barrer impurezas cuanto antes.
Es una tarea ardua y propagandística formidable. HACER CREER QUE ELLA NO TUVO NADA QUE VER. Si el plan se logra medio rápido, el éxito estará semi alcanzado. Significará nada más y nada menos que millones de almas, o le aceptan lo que dice o la perdonan con tal de cerrar un capítulo doloroso para los bolsillos de las clases media y baja.
La canción de la presunta inocencia de la mujer de los mohines, ya se entona. En breve habrá que divisar los frutos del árbol.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-