Opinión
Fotografiando ilusiones, capturando cultura
Las dimensiones amplias, coquetas, bien dispuestas del céntrico “Salón Municipal Rivadavia”, se poblaron de diversos stands muy bien presentados el fin de semana próximo pasado.
Variedad interesante de productos fueron exhibidos ante un público que se iba renovando con el incesante correr de las agujas del reloj.
Todo tenía que ver con un nuevo evento benéfico de la Asociación Civil “Juntemos las Manos”, coordinada por la señora Norma López y, en esta ocasión, para colaborar con Kiara, una joven que padece un problema de audición y además, ayudar a los hermanos del norte, del Chaco, pero también ser solidarios con pibes que esgrimen la música urbana como lema.
En tal contexto, además de los puestos de artesanos y emprendedores, hubo excelente música con Juan Carlos Arzia y Daniel Ottino, el sábado; como así también una tarde dominical a pleno hip hop, con la realización de una “Competencia” del ramo, liderada por el profesor de “Regeneración Urbana”, Maxi Ortiz. Pero la frutilla del postre de esta cargada agenda, la puso, mis amigos, la colación de grado, los certificados entregados en mano, del Taller de Fotografía de la institución solidaria, a cargo del profesor Jesús Sosa, quien trabajó durante la temporada 2018 en la sede de la entidad, Independencia 2601, brindando clases a seis alumnas.
Las mismas son: Agustina Bidegain; Agustina Pizarro; Liliana Gabriel; Susana Oliván y Milagros Lavín.
Las clases de Fotografía se seguirán dictando los días martes y jueves de 9 a 11 y de 18 a 20 horas. Por consultas, pueden ubicar al profesor al celular: 22 84 15 35 71 70.
Hablamos con Jesús Sosa quien nos dio detalles de lo concretado y también con las chicas. “Hace ocho meses que empezamos, nos refirió el fotógrafo, fue una experiencia muy linda con cinco mujeres. Hicimos charlas, salidas a lugares cercanos a Olavarría, como Sierra Chica y el Monte Los Fresnos. Allí hicimos fotografías de paisajes y algún tipo de book”.
El trabajo arrancó el año anterior, donde Jesús estudió con Miguel Ángel Ferreyra. “Luego él se fue a Buenos Aires a trabajar y me dejó el sitio a mí. Algunas de las alumnas tenían cierta experiencia. Pero la gran mayoría, fue aprendiendo más con el curso”, dice Sosa.
La idea es seguir la huella: “Tres de las chicas, quedarán conmigo para ayudarme a dar más cursos, incluso para niños y otros talleres más”.
Para las chicas, la propuesta ha sido provechosa: “Me encantó”, expone Liliana. En el caso de Agustina, lo que subraya es que “nos hicimos compañeras”. Milagros, antes de empezar el curso, ya hacía fotos y su objetivo “es seguir con este mundo tan particular”. Recomienda por su parte a “quienes deseen aprender que se acerquen con su cámara o celular”. Susana describe que “el curso estuvo muy bueno. Aprendí muchas cosas”. Y Agustina sostiene que fue “algo hermoso para mí, para un ingreso económico”.
A su turno, Maxi Ortiz resaltó la importancia del evento: “Se llamó este encuentro “Capturando Cultura”, por la unión de la fotografía y el hip hop”. El grupo de bailarines avanza: “Nosotros estamos compitiendo a nivel nacional. Para recaudar fondos es este evento. Vino mucha gente y nuestra aspiración es que todos conozcan más de nuestra cultura”. La final nacional “será el domingo 18 de ahora, de noviembre en Buenos Aires”.
“Regeneración Urbana” ha evolucionado. “Cuando arrancamos, éramos cinco integrantes. Ahora somos más de ciento cincuenta, en seis años como grupo. Los padres también acompañan mucho”. Y un plus para aplaudir: “Somos los únicos representantes de Olavarría en este certamen nacional. Agradezco, obvio, al esfuerzo y la dedicación de siempre de “Juntemos las Manos” de acompañarnos”.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-