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Opinión

¿A qué vino Mauricio Macri?

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Esta semana que se nos va, donde se confirmó la interna radical, por otra parte, trajo una sorpresa y media: el  arribo a nuestra ciudad del señor Presidente de la Nación, ingeniero Mauricio Macri.

En un marco de hermetismo inviolable y rodeado de multitud de efectivos de seguridad de varias fuerzas; policías y gendarmes por doquier se vieron, llegó para una cortísima visita que lanzó al aire un interrogante mayúsculo, dadas las características de la visita en sí. Esa consulta quiere interpretar la misión macrista. ¿A qué vino a Olavarría el ingeniero boquense y primer mandatario?

¿A qué vino, en rigor de verdad, amigos? Entonces casi con inmediatez, tratamos de ensayar contestaciones que por ahí, les digo, ni siquiera contemplan los millonarios gastos de semejante despliegue fílmico. 

Se invirtió mucha plata para un rato, nada más. ¿Por qué? ¿Cuál era el fin último de tamaña odisea tan ocultada? 

Los rumores se percibían desde horas antes, pero nada en concreto. Finalmente se dio lo intuido y el séquito recorrió apenitas un par de destinos visibles: un Centro de Jubilados y la radio de Marcelo Manolio. 

 Punto y aparte. Sin gacetilla de prensa, sin mayor difusión previa, insisto. Pero eso sí, con custodia hasta los dientes y móviles diversos y toda una parafernalia digna de una denuncia crucial de amenaza o atentado contra la vida del Jefe de Estado. 

Por suerte nada de eso ocurría ni ocurrió. ¿Era sólo por prevención de posibles manifestantes iracundos? 

Una lástima, sí amigos. Una pena, aunque es realmente concreto que el descontento social cunde. La gente quiere menos tarifas y más sueldos. O que la billetera no se vacíe tan fácil. 

Y los comerciantes anhelan permanecer en sus locales. La piña de la realidad los noquea, a veces muy feo. Basta recorrer un poco y tomar nota de los alquileres de ex comercios que se hallan en el centro o en otros puntos cardinales, como por ejemplo, la Avenida Urquiza, zona comercial bien determinada.

Pero, ¿daba todo este entramado para tanta armadura en torno a Macri? Los entendidos sugerirán que sí. Ya en algunos sitios, la custodia y él mismo, la han pasado medio o del todo mal. 

No obstante, sigue en pie el dilema. No es casualidad, como se esbozó para conformar a ingenuos, que haya ido a Radio “M”. No es un logro del azar. Queridos lectores saquen sus conclusiones, por favor. 

Tal vez el Presidente trajo un mensaje interno, hacia dentro de su tropa. Este es un distrito muy particular y don Ezequiel Galli, que ya ha citado su propuesta de ir por un segundo período, mide bien en las encuestas. Claro que un respaldo de tal magnitud, viene como anillo al dedo. ¿O ajustó algunas tuercas flojas en ese escaso tiempo, el ex Jefe de Gobierno porteño?

Y, en sintonía, tal vez la idea sea recorrer  destinos diversos y confluir tal actividad presidencial a través de las redes sociales y escasos medios tradicionales súper seleccionados. Por otro lado, los medios, pareciera, que no se han ofendido demasiado por el terrible desplante oficial. ¿O sí y lo disimulan?

Macri vino y habló con quien quiso de lo que quiso. Con un costo político y económico descomunal, no lo olvidemos nunca. Obvió el diálogo imprevisto con los olavarrienses que podían incomodarlo o sacarlo de su eje. Y también esquivó preguntas fuera de “cassette” del periodismo autóctono.  

Sin embargo las presiones políticas de la oposición y de su mismo sesgo, léase radicalismo, lo obligaban luego de irse de acá, a retrotraer la inhumana medida de ponerle sobre la cabeza al pueblo 24 cuotas sobre las facturas de gas, para resarcir a las empresas por el incremento de la divisa yanqui. 

Ardía Troya antes y arde igual ahora. ¿O acaso alguien cree que no vamos a terminar abonando igual, pero metida la cosa, el monto, en otro ítem, en otra boletita? “Se hará cargo el Estado”, gritaron exultantes en Casa Rosada. ¿Y quién es don Estado? ¡Exacto!, adivinaron y se ganaron el premio mayor: ¡El Estado somos nosotros mismos!

La rueda gira con machucones y Macri quiere empero la reelección. A su vez, los precavidos ya le avisaron a la señora Gobernadora María Vidal que, si la taba cae al revés, puede ser ella la que encabece la lista el año que viene. 

“En marzo vemos que haré”, susurró. Pero ya hay operadores armando borradores de campaña con ella al frente. 

Y don Mauricio pisó otra vez este suelo minero y ganadero, en medio de una puja interna en el radicalismo vernáculo que ostenta dos nóminas de cara al 28 de octubre de este año.

Disputas personales, más que ideológicas pareciera, dan el aval a esta controversia, aunque es bien sabido que ciertos radicales proclaman a viva voz que no poseen una auténtica vía de contacto con el Ejecutivo y que no se les da cabida como era de suponer, al menos por ellos.

Macri vino y se fue en cuestión de breves horas. Quedó en este terruño un sabor raro. Y una tarea por cristalizar: dilucidar muchas conjeturas. Como para devanar sesos.  

Por Mario Delgado.-   

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho