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Espectáculos

Miércoles a sábado en el Teatro Municipal

Desde este miércoles y hasta el sábado 20 de octubre, la propuesta del Teatro Municipal resulta más que interesante, con una variada presentación de espectáculos para toda la familia.

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Las entradas se pueden adquirir en la boletería del Teatro, de martes a viernes, de 8 a 12 y de 17 a 20 horas.

Este miércoles 17 de octubre, desde las 21 horas, llegará el imitador número uno (de larguísima trayectoria) de Susana Giménez: Lucas Art, perteneciente al grupo Divas.

En el clásico living de Susana, se presentarán los Tangos de “Melaza” (interpretados por Flavia Salto), las imitaciones y el humor del artista local Rauly Zarate y la magia inigualable de “El Gran Jorge”.

Las entradas tienen un valor general de $ 200 (venta en efectivo).

El jueves 18 de octubre Show and Gym subirá a escena. A partir de las 19 horas iniciará el encuentro regional de Gimnasios, Clubes y Escuelas de Danza y Gimnasia, del que participarán más de 300 atletas, gimnastas y bailarines en escena.

La entrada tiene un valor general de $ 160 (Venta en efectivo).

El viernes se llevará a cabo el 1º Encuentro Cultural de Danza y Arte “El sentir de un pueblo”, organizado por el Ballet Renacer.

La entrada tiene un valor de $120 y se estrenará el cortometraje “Loop”, dirigido y producido por Genaro Splendore, un proyecto independiente que por primera vez mostrará su trabajo en Olavarría.

Del espectáculo participarán, además, el Ballet Renacer, Ballet Malacara (Las Flores), Ballet Municipal, La Huellera, Herencia Serrana, Mariana Jadur y Héctor Krijer, Talleres Municipales Barrio El Progreso y Escuela Nº6.

En tango y flamenco bailarán Antonella Díaz e Ignacio Navas, Milagros e Iván Padin, Ballet Iberodanza y Ballet Sentires.

En ritmos latinos lo harán Así se goza y Flow Dance y también formarán parte del evento el grupo de Portugueses Azinheira y el Instituto Superior de Danza de Azul.

Con una duración de dos horas, 18 números de danza, con más 200 bailarines y el estreno de “Loop”, será el primer evento que organiza el Ballet Renacer bajo la dirección de Carmela Splendore y Sergio Ruiz.

Finalmente, el sábado 20, la Mutual de Arte Los Sikuris presenta a Che Diablera con Miguel Vilca.

El evento comenzará a las 21 horas y el valor de la entrada será de 100 pesos (sin numerar) y gratuita para niños hasta los 10 años de edad.

Che Diablera es la banda de la Mutual Los Sikuris, integrada por José Larregle en batería, Marcos Herrera, Alba Mancinella y Mario Matos en quenas, sikus y voces, Andrés Salazar guitarra y primera voz, Agustín Begue primera guitarra y voces, Guyi Mieri charango y voces y Maxi Ayalef en bajo. Esta agrupación de música andina ofrecerá su repertorio de huayños, carnavalitos, caporales, tonadas tinku, bailecitos.

Se contará con la participación del músico charanguista jujeño Miguel Vilca, concertista de charango, quien recibió (entre otras distinciones) el premio “Charango de Oro” en el Festival Internacional del Charango, en Aiquile, Cochabamba (Bolivia): uno de los festivales más prestigiosos del mundo.

Los temas musicales serán acompañados por la danza a cargo de Emiliana Amaya y Andrés Ayala.

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Cultura

Skay cumple 70: mucho más que el autor de los riffs que se corean

Sus memorables fraseos, que dieron su carácter definitivo a clásicos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, son solo la punta del iceberg de un músico en el que conviven novedosas sonoridades, una novelesca historia familiar y misticismo personal.

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Podría decirse que fue el músico que originó que en el rock argentino -y, seguramente, mundial- el público coree los riffs introductorios de cada canción, sin embargo el sello dejado en la escena local por Skay Beilinson en sus 70 años es mucho más rico y profundo, y reside en un complejo combo en el que conviven sus novedosas sonoridades, su novelesca historia familiar y su misticismo personal.

El guitarrista y genial creador, que este sábado 15 de enero festejará su cumpleaños, es el responsable de memorables fraseos que dieron su carácter definitivo a clásicos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, pero además dotó al grupo de personales colores a partir de la introducción de elementos de la música judía y gitana, totalmente novedosas en la escena local.

Todo ello sin sacar su pie del sonido rockero heredado de “héroes” de la guitarra como Keith Richards y tomando distancia además del viejo vicio de los tradicionales intérpretes del género de sumergirse en largos y virtuosos solos.

Pero la marca dejada por Skay también se explica en su enigmática figura, que arriba del escenario encarna un personaje de rockstar pero debajo de él se convierte en un hombre entregado a una sencilla vida espiritual, en la que los libros, la música y su endogámica relación con su pareja Poli ocupan el exclusivo centro.

Foto Laura Lescano

Foto: Laura Lescano

En esos planos se mueve este hombre con una sabiduría cuasi-zen proveniente de sus intensas vivencias familiares y personales, y de sus largas reflexiones surgidas de sus lecturas y experiencias propias.

Nacido en el seno de una familia acomodada de origen judío bajo el nombre de Eduardo, Skay estudió guitarra desde chico y la posibilidad de realizar un viaje a fines de los `60 por Francia y el Reino Unido lo puso en contacto con las novedades rockeras del momento. También tuvo la posibilidad de ser testigo directo de las famosas revueltas estudiantiles parisinas del `68.

A su regreso fue parte de la banda platense Diplodocum Red & Brown y estuvo en contacto con La Cofradía de la Flor Solar, dos experiencias ligadas a la psicodelia y la contracultura. En los `70 también vivió durante un tiempo de manera hippie en la localidad bonaerense de Pigüé y sufrió el secuestro de su padre de manos de un grupo guerrillero.

La asociación con el Indio Solari y la conformación de Los Redondos ya es historia más conocida, aunque será esa plataforma desde donde iba a plantear un abordaje distinto a la hora de ejecutar su instrumento.

A pedido de Télam, su compañero en Los Redondos hasta 1987, el guitarrista Tito “Fargo” D´aviero, lo definió como “un tipo con unos recursos increíbles y siempre manteniendo una conducta, que tiene que ver con ser muy eficaz en el contexto de la canción”.

“Él tiene esa particularidad de economizar con un muy buen sonido“, resumió el exRedondos y actual Gran Martell, quien diferenció ese estilo al de los “emblemáticos guitarristas de los `60 o `70 que hacían solos largos”.

“La mayor virtud que considero que tiene es que no pretende ser un héroe de la guitarra. Él adapta eso a su postura y eso lo pone en un lugar bastante diferente al de muchos guitarristas que conocemos. Es muy concreto en ese aspecto, muy medido. Pone el instrumento en función de la canción”, amplió.

También se diferenció Skay de otros “héroes” locales de la guitarra en que no se ancló en el rock y el blues, sino que incorporó “su ADN judío y su toque medio gitano, medio oriental”, según puntualizó a esta agencia el periodista Mariano del Mazo, coautor junto a Pablo Perantuono, de “Fuimos reyes”, el libro que cuenta la historia de Los Redondos.

“La bestia pop”, “Superlógico”, “Ji ji ji”, “Nadie va a escuchar tu remera”, “Semen up” y “Todo un palo”son algunos de los temas en los que el periodista puntualizó que aparece con nitidez el “temperamento” del guitarrista dentro de Los Redondos.

Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota – Todo un Palo (Audio Oficial)

“Skay ha hecho de la limitación una virtud, un estilo. Lo dice él mismo. Él no se considera un gran guitarrista. Guitarristas virtuosos hay muchos, pero la musicalidad que tiene Skay es mucho más importante que sus limitaciones como instrumentista“, remarcó Del Mazo.

Esa lucidez conceptual es la que posibilitó que la interacción con Tito Fargo cuando compartieron grupo se diera de manera “fluida”.

No es un tipo competitivo. De hecho, cuando tocábamos juntos, lo que mejor resultaba era la fluidez de saber que cada uno tenía su lugar. Como los dos somos parecidos en eso de trabajar siempre en función del contexto musical, era muy automático quién encaraba una parte y quien la otra. Se repartían las partes sin necesidad de hablar, se daba solo“, apuntó el actual Gran Martell.

Pero el hombre que estremece con sus riffs y arriba del escenario asume un personaje cuyos “movimientos sinuosos” se asemejan a los que hace Keith Richards, según la consideración del autor de “Fuimos reyes”, transita la vida cotidiana en un total hermetismo, sin llamar la atención.

“Hay una gran diferencia entre el escenario y la vida cotidiana. Skay se `lookea´ de rocanrol, pero abajo del escenario no le interesa nada. Vive aislado en su propio mundo y su propio mundo tiene que ver con la música. No lee diarios, no tiene celular, no anda por redes. Lee libros, toca la guitarra y está con Poli, la mujer de toda su vida”, sintetizó Del Mazo.

En tal sentido lo definió como “un ser muy espiritual que se mantuvo alejado de todo” y que, aunque quedó oculto por la verba florida de su exsocio en Los Redondos, puede entablar largas conversaciones sobre diversos temas.

“Es un tipo muy observador, muy culto, a la manera hippie, capaz de hablarte dos horas del Tao o del I-Ching”, graficó el periodista.

Y concluyó: “En entrevistas, el Indio siempre decía que ellos venían de una etapa en que ser clandestinos era un beneficio y que eso los salvó. Por eso nunca les interesó estar en la televisión y todo eso. Yo creo que Skay mantiene esa consigna, esa tendencia de estar metido en su mundo y dar las notas justas y necesarias“.

Poco después de celebrar su cumpleaños 70, el músico seguirá su camino sin mirar atrás, como de costumbre, y tras lanzar algunos singles que sucedieron a su disco “En el corazón del laberinto”, de 2019, se prepara para actuar este 5 de febrero, junto a su grupo Los Fakires, en el Estadio Centenario de Quilmes, para luego participar del Cosquín Rock 2022.

En sus reflexiones, el hombre del tartamudeo borgeano seguramente sabrá que tal vez no sea remera, pero en cada show, cuando aflora el rockero sanguíneo, revalida que sus riffs son cánticos populares marcados a fuego en la memoria colectiva.

Fuente: Telam

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Espectáculos

Abel Pintos se lució en Jesús María

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La extraordinaria ola de calor que atraviesa el país se hizo sentir en el comienzo de la segunda mitad del Festival Nacional de Doma y Folklore. Pasadas las 18 del miércoles, Jesús María todavía registraba el letargo de una jornada atípica, que con el correr de las horas dio lugar a una de las noches más esperadas de esta edición. Una en la que se destacó la actuación de Abel Pintos y una profunda comunión entre el bahiense y su público.

Aunque cerca de las 23 las gradas y la platea todavía registraban claros importantes, fue otra noche de repunte para un festival que atraviesa una de sus ediciones más particulares, marcada por el pico de contagios de Covid-19 y por una crisis sostenida que se nota en el bolsillo popular.

Lejos de veladas con aroma a récord de otros años, la presencia de Pintos no bastó para garantizar un anfiteatro colmado pero le dio un color distinto a la séptima velada festivalera.

Minutos después de la 1.30, y luego de un pequeño bloque en el que se presentó Joaco, ahijado artístico de Pintos, llegó el turno del bahiense. A esa altura cerca de 10 mil personas habían pagado su entrada.

El número principal de la noche fue recibido con una platea colmada, que se levantó precipitadamente con el arranque de Aquí te espero. Pintos apareció en escena tocando la guitarra y con un impecable traje azul grisáceo combinado con zapatillas deportivas.

Luego de Ya estuve aquí, llegaron las dos primeras piezas de El amor en mi vida, su decimotercer álbum de estudio lanzado el año pasado. Primero fue Quiero cantar y luego Espejo, uno de los temas centrales de esta nueva placa. En ese tema, mientras Pintos bailaba con unos sintetizadores de fondo, la referencia a Coldplay fue casi un espejismo. ¿Era Abel o era Chris Martin la persona que se movía agitando los brazos en el escenario?

Antes de continuar con el repaso por su más reciente material, Pintos se tomó un minuto para aclarar su situación particular. Fiel a su estilo, el cantante explicó que tenía resentidas sus cuerdas vocales y que eso hacía que este show en especial fuera diferente para él. Sin embargo, añadió: “No me siento como en cada recital, pero voy a estar aquí dando el 100%”. También ahí aprovechó para dedicarle el concierto al baterista Martín Carrizo, fallecido en las últimas horas.

Una versión desnuda de Sin principio ni final despertó un fuerte reconocimiento del público que hizo emocionar al cantante. Tras varios segundos de contemplación de parte él, el show siguió su curso pero algo pareció cambiar internamente en Pintos. Algunas canciones más tarde, al promediar la actuación, Pintos parecía más enchufado que nunca. Si no hubiera hecho la aclaración sobre sus cuerdas vocales pocos lo hubieran notado al menos por la energía desplegada por el cantautor.

Después de superar la emoción del comienzo, el bahiense se destacó en sus interpretaciones de Cactus, la zamba Sólo canto por vos y Asuntos pendientes. En varios momentos del espectáculo recordó, además, el esfuerzo puesto detrás de festivales como el de Jesús María, que motorizan a toda comunidad no sólo desde lo cultural.

Luego, se puso su ya clásico sombrero e inicio el fragmento más ecléctico y agitado del concierto. Entre un registro más latino y algunos clásicos desempolvados de sus primeros discos, el músico bailó, disfrutó y se sorprendió con El hechizo, Camina (suave y elegante), Cuántas veces, Crónica, El alcatraz o Y la hice llorar. Su banda y sus dos coristas (Mery Granados y Antonella Giunta, fundamentales en este nuevo show) lo secundaron en sintonía y demostraron también que el artista tiene repertorio “para tirar manteca al techo”.

Sobre el cierre llegaron Pájaro cantor, Motivos y los bises Juntos y Piedra libre. Esa última canción, que abre su mas reciente placa, quedó reverberando en el ambiente mientras Pintos y sus músicos saludaban al público. Aunque el bonaerense ha sabido convocar en este mismo recinto a más del doble de asistentes, este regreso al festival de Jesús María fue recibido como una caricia al alma. Mentras tanto, él sigue confirmando que, como los buenos vinos, el paso de los años y su respectiva madurez le sientan cada vez mejor.

Fuente: La Voz

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho