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Opinión

Ya se habla de “posibles escenarios”

El militante comprometido, el dirigente probo, el probable candidato, todos a su turno, elaboran en privado o en público, charlas y conjeturas de posibles escenarios electorales del año por venir. 

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Hete aquí que, en concordancia con tales actitudes, se respiran también aires de encuestas por estos días. Tal vez el resultado más sensato que éstas traslucen, pasa por demostrar que la situación pende de un hilo, que no existen grandes “avalados”. El ánimo poblacional cuenta, es evidente, dado que los humores sociales no son los mejores. 

Lo primero que se distingue es la preocupación argentina por excelencia: la inflación. Sobre 1.600 entrevistados, el 21,6 % puso en el pedestal a la suba incontrolada de precios. Le sigue la corrupción con un 15,5 %. Cabe aclarar eso sí, que este trabajo se realizó antes de la llegada al cenit de los “cuadernos de las coimas K”, por ende es presumible suponer que algún dígito puede variar la tabla. 

Pero hay un dato contundente, electrizante, mis amigos: el 70,8 % de los encuestados cree a pies juntillas que estamos peor o mucho peor que antes. Hay empero, un 32,9 % que estima que viviremos más holgados allá por octubre del 2.019. 

En cuanto a figuras y nombres, 62,5 % desaprueba la gestión del señor Presidente Mauricio Macri. En las elecciones del 2.017, la balanza iba hacia arriba en un 49,7 % a favor del ingeniero y su Gobierno. Hoy tiene un 31,2 % de aprobación. 

En lo que respecta a imagen positiva, la tabla la encabeza la señora Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, María Vidal con 49,1 % y 36,2 % de imagen negativa. Le da un balance favorable de 12,9 %. Sergio Urtubey y Horacio Rodríguez Larreta, son quienes le continúan en el escalafón. 

El contraste, el contraluz de positiva versus negativa imagen, deja mal parados a Macri y a Cristina Fernández. Veamos. Mauricio:   35,2 % +; 48,1 % – = – 12,9 %.

Cristina:      30,0 % +; 55,6 % – = -25,6 %.

Este tapiz abre abanicos impensados. La crisis se desmadra y el descontento cunde. Pero no hay que confundir “gato por liebre”, lectores del alma: no todos los descorazonados de ahora, por más que fustiguen lo económico, y por más que padezcan los atroces incrementos tarifarios y de productos en general, votarían sin dudar a la ex mandataria. No nos confundamos, por favor. 

El ítem proverbial de estos aciagos momentos baila en un alto cable. O Macri enfrenta mano a mano a Cristina Fernández y se dirimen odios y amores de la gente, generando así una polarización brutal de la que hablamos ya en una nota previa titulada: “Ella o yo”, o se producen otros disparadores. 

Y entre esos “otros”, se ubican aquellos que prefieren buscar casi desesperados atajos, preservando lo más posible la figura del ex Presidente xeneize. En el otro rincón del ring, el futuro cristinista mucho depende de Comodoro Py y de toda esta caterva de personajes que tienen algo para decir. Salir mal librada de estas circunstancias, no la irá favoreciendo en lo absoluto. 

Por otra parte es un secreto a voces que dentro del peronismo, trabajan ardorosamente varios líderes para reconciliar dolidos y refundar, una ocasión más, al justicialismo como fuerza motriz aglutinadora. 

Esta visión amplia, posee un drama saliente: carece de un auténtico conductor que con carisma incluido, reúna a las ovejas al nuevo redil y les de pasto verde.

Y en tales momentos, se ilumina el predio con la mención de una “tercera posición” que sería un vértice extraordinario. Claro que es un anhelo aún teórico, puesto que en la praxis diaria, no se vislumbra a un caballero o a una dama, “tercerfuerzista” todavía.  

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho