Opinión
Hay que leer entre líneas
Los destellos de la Novena Sesión de este jueves 23, no han de perderse fácilmente para un ojo avizor. El cuaderno de apuntes debe permanecer dispuesto a recibir las notificaciones en forma inmediata.
Cada palabra, cada gesto, cada forma de dirigirse al resto de los ediles, es un acto para rescatar. Sobre todo si se advierte la interesante presencia de público que literalmente copó el recinto de la calle Rivadavia al 3000.
Los temas expuestos en la tarde (ver nota aparte en este mismo portal), revelaron ante el buen observador, lo que ya está ocurriendo puertas adentro de las vertientes políticas nativas.
Siempre habiendo tribuna, los ánimos se encienden y se sobreactúa. Mas esta vez quedó plasmado como se mira de reojo, pero con agrado, al porvenir electivo del año próximo.
Y empiezan a vislumbrarse proyecciones, con nombres y apellidos. Rasgos salientes que denotan intereses de continuidad en el candelero. Entonces, mis amigos, mientras algunos legisladores locales sólo repasaban los expedientes a tratar, o ensayaban movimientos en sus bancas, otros; los otros, los que buscan las luces de neón del 2.019, apretaban concisos el acelerador.
Es por ello, por ejemplo, que en un bloque de tres, tal el caso de “Unidad Ciudadana”, se presiente una separación de aguas notable: Germán Aramburu, de la “Renovación Peronista” de Gustavo Rodríguez y Compañía, por un lado, abriéndose paso entre las malezas, de frente a un futuro que no desea desperdiciar. Y a su lado el tándem de Alicia Almada – Federico Aguilera, en otra sintonía. Almada está a muerte con Aguilera, o sea con el ala fuerte, axiomática del cristinismo.
Y el mismísimo Federico lleva agua para su molino cada vez que la cuestión lo amerita, porque anhela la postulación a Jefe del Palacio San Martín.
En “Cuidemos Olavarría”, a su turno, descolló la figura experimentada de Eduardo Rodríguez que cuenta en su haber un tránsito por la gestión ejecutiva y por el estrado de Presidente del Cuerpo Legislativo vernáculo también, por dos períodos.
Rodríguez es hombre de consenso, de mente abierta y franco diálogo. Hábil para oír y granjearse afectos desde cualquier sitio. Es respetado desde los ámbitos oficialistas y por los bastiones opositores. Vinculado a un Foro, trabaja por la cultura local, junto a Eduardo Correa y un grupo de afines a construir un polo cultural inclusivo.
Pero no le escapa a recorrer barrios, visitar comedores comunitarios y desprenderse, de a poco quizá, del núcleo intransigente de “josecistas” que sueñan en privado o en público con la vuelta triunfal del ex Alcalde.
El tiempo todavía no apremia pero la edificación se va levantando en torno a un auténtico “Frente Amplio”. Y Eduardo es proclive a ese proyecto.
Einar Iguerategui es el otro referente que, le da la impresión a este modesto cronista, anda con ganitas de alcanzar las estrellas de la ejecutivas del año que viene.
El punto aquí es muy atrayente y da para sendas especulaciones. Cada intención estará sujeta a bendiciones dirigenciales, a los gritos de las encuestas y a los espasmódicos movimientos que se ubiquen en el orden nacional.
El escenario por el momento, al menos, no resuelve demasiado ningún acertijo puesto que no se “baja línea” aún; al contrario, amigos, en la mayoría de los casos, todavía se nada en dudas e incertidumbres en relación al cómo y al cuándo.
Nada está cantado. Nadie sabe a ciencia cierta quién es quién y de qué modo se armará la estrategia de cada partido o frente político en breve lapso.
La disyuntiva en cuanto al futuro de Cristina Fernández, y al hecho de que aparezcan o no, nóveles “popes” en el peronismo tan amplio, es un ítem de inflexión abierta. Idéntica fórmula corre por las venas eseverrianas, que continúan en babia sobre qué hará en definitiva José María.
El tablero dispone fichas, eso sí está demostrándose. Veremos que estructura apuntala a cada quien y cuánto combustible poseen en sus tanques para correr una carrera cada año más compleja, dónde participan mucho las redes sociales y dónde es imperativo tener dinero, estructura acorde, habilidad y una alta dosis de adhesión popular.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-