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Opinión

¿De qué se agarran los opositores? 

Llegamos a una etapa de contrastes, donde cualquier incidente puede ser capitalizado por los dirigentes de la vereda de enfrente, como quien arrima agua para su molino. 

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El tema es ser suficientemente sagaz como para mutar tal acción presuntamente errática del otro, del oficialismo, en beneficio para sí. Y no todos lo logran; huelgan los ejemplos en la historia política vernácula. De modo tal, mis amigos, que aquello que resulta en los papeles tan fácil, llegado el momento de capitalizar, no es tan simple. Triunfar en estas lides, dependerá entonces de varios factores. 

Lo cierto es que los opositores están con las antenas dispuestas, y los radares apuntan al Palacio San Martín las 24 horas de cada jornada. 

Lo más significativo transita por ahora, en las barbas del conflicto interminable y ya aburrido del “Sindicato de los Trabajadores Municipales” y el propio Departamento Ejecutivo por cuestiones paritarias, por intenciones salariales que no concuerdan. 

Todas las atenciones se colocan en pleno centro cívico. Y se dejan oír como al descuido, algunas voces de referentes de diversas fuerzas que mantienen un pensamiento definido en cuanto a los prolegómenos de la disputa y también plantean una probable salida oficiosa para ambos sectores. 

Las críticas llueven por lo prolongado del asunto y los desórdenes que se advierten y la incapacidad para contrarrestar semejante impunidad. ¿Cómo es factible tamaño escándalo céntrico sin dramas? Y habría que agregar otro datito de último instante: vándalos han hecho de las suyas en instalaciones municipales días atrás y tales daños se han preferido ocultar para no “echar más leña al fuego”. 

El aumento sustancial de empleados públicos llama a la reflexión de los opositores locales. Casi 1.000 personas fueron ocupadas, entre permanentes y contratados, en la administración de don Ezequiel Galli. Esto dispone un gasto reconocido por Hacienda del 64 % del Presupuesto que va a dar a las arcas, a los bolsillos de tales trabajadores que, muy seguramente, necesitan su trabajo, de eso no dudamos. Mas la condición estatal se reciente en parte, a raíz de tantas incorporaciones a un plantel ya nutrido. 

“No se hacen obras con recursos comunales, a excepción de pequeñas como señalizaciones y demás”, dice a voz en cuello un edil. Y remacha el clavo en la cruz oficial con otra frase interesante: “La afectación del llamado “Impuesto a la Piedra” a gastos corrientes supera todos los cánones. Es inadmisible continuar en este tren”. 

La no concreción del asfalto prometido en el barrio AOMA, es otro tópico controversial y digno de análisis por los que aspiran a ganar el año que viene. La mayoría coincidirá en que el bendito tendido de cinta asfáltica, podría hacerse. Sin embargo la crisis ha traspasado la barrera del tiempo y no hay novedades en el frente. Habrá que escudriñar al minuto de votar, si la negativa contrarresta o no sufragios por esos lares allende a Loma Negra. 

En un hito busca convertirse, a su vez, amigos, la anunciada Comisaría Tercera que vendría a dar de cara con las instalaciones de la ex “Estación Ferroviaria Provincial”, y luego sitio elegido por los policías de Investigaciones. Bofetada que toman en el aire ya quienes se pronuncian en contra de tal inquilino, léase los amantes de la cultura que recuerdan a propios y extraños que ese espacio se podría mejor adecuar para un nuevo Centro Cultural, ya anticipado otrora, y no para darle “gas” al “aparato represivo”. 

Y para cerrar esta nota, citaré una consistente problemática que asola a todo el país: la maldita inflación y sus temidas consecuencias. Olavarría, por ende, no es una isla en el mar de las bonanzas, así que sufre las idénticas penurias que el resto de los compatriotas medios o medio bajos, que han perdido su poder adquisitivo en forma demencial. El formato de la economía se bambolea y hemos de inquirir: ¿Hasta qué punto golpeará la realidad de las billeteras vacías por acá? En una elección que toma carácter nacional, con cargos ejecutivos en juego, es un argumento a meditar con premura. 

¿Se agarrarán de ese elemento débil los pretendientes al sillón de don Amparo Castro? ¿O se centrarán más en lo local? Como viene la mano, no sería extraño que tomen cualquier herramienta para llevarla al campo de batalla electoral. Porque no será hueso fácil de roer el Jefe Comunal, pese a las chicanas y yerros que haya cometido o vaya a cometer. Y eso también lo saben sus detractores, por eso el arsenal deberá llenarse de misiles. Pero misiles que terminen seduciendo al electorado, no sólo a los pasillos políticos de la oposición. 

Por Mario Delgado.- 

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho