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Opinión

Tironeo absurdo

La suspensión del cotejo internacional entre las selecciones de fútbol de Israel, no clasificada para el cercano Mundial de Rusia y el conjunto argentino, va dejando estelas por doquier y tela para cortar a troche y moche.
En primer término divisemos dos cuestiones como ejemplificadoras del resto: el negocio redondo que se pretendía cristalizar, con más de dos millones y medio de dólares para las arcas de la AFA, con todo lo que ello implica, desde luego. Y, por otro andarivel no menor, transitó la temática política y el deseo ferviente de los descendientes de Abraham de hacerse ver en un contexto siempre convulsionado, por los pagos de Oriente Medio.
Redondita la pelota e igualmente el entramado predispuesto para llevar a los jugadores nuestros, con Messi a la palestra claro, a terreno israelí. Con un extremo detalle intrincado y adrede: el partido amistoso debía concretarse en Jerusalén, ciudad que los palestinos reclaman, en su sector Este, como epicentro de su nación. Los judíos, dicen que no es así, de ninguna manera, y la consideran suya en su total extensión, incluyendo también el Oeste.
Allá por 1.967, los hebreos ocuparon y se anexaron por el empleo de la fuerza militar, lo que hoy es la franja Este.
Los aliados principales de los israelitas son y serán los yanquis. Y el Presidente norteamericano Donald Trump abrió la puerta de la bestia al declarar y revitalizar a la Ciudad Santa, como capital judía por excelencia, desplazando a Tel Aviv.
En tales coyunturas y con el permanente reclamo del pueblo palestino, tan sojuzgado y oprimido por el sionismo hebreo, la ministra de Cultura y Deportes de Israel, Miri Regev, propició el encuentro en su país, e irradiándolo sobre Jerusalén.
Pero las cosas no salieron bien, ya desde el arranque, puesto que muchos consideraron una locura la realización del match allí, e indujeron a hacerlo en Haifa. O en otro destino. Pero nunca en Jerusalén.
Benjamín Netanyahu, Primer Ministro, quien es un veterano líder del Likud, postura política de derecha, abonó la idea de su colega de Deportes, y llamó a Mauricio Macri desesperado para que éste intercediera en favor del “sí o sí” al cotejo futbolístico.
Pero las cartas estaban barajadas y ya no hubo vuelta atrás. Primó la cordura en medio de tanta utilización de la Selección Argentina y se cayó el andamio al suelo, sin pena ni gloria.
Los organizadores quedaron como la mona y alguna cabeza, podría ser reemplazada, tal vez. No se podía arriesgar la integridad de Messi ni de ningún otro jugador. Era ir al muere sin armadura, absurdamente, por el capricho político del sionismo y de cuatro vivos que arreglaron los tantos económicos.
Escándalo que traspasa fronteras, sin dudas, y que revela que pese a todo, todavía es posible reaccionar a tiempo.
Por Mario Delgado.-

 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho