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Opinión

El rol de Sergio Massa

Está bajo la lupa de la ácida observación permanente el hombre que puso freno a la “Cristina eterna”, anhelo de fanáticos desbocados, allá por 2.013.

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Nos referimos claro, mis amigos, a don Sergio Massa, un político que mantiene por estos días, una serie de contactos interesantes con distintos sectores y que buscaría, según expresan sus allegados, convertirse en vocero oficial de un conglomerado postkirchnerista.

Al principio del gobierno del ingeniero Mauricio Macri, existió entre el tigrense y el porteño, un “romance político” que habrá perdurado apenas un año, puesto que ciertos fundamentos del Frente Renovador (FR) en las cámaras legislativas, produjeron un quiebre no deseado, quizá.

Recordemos que se especuló demasiado, en varios casos sin fundamentos acordes, sobre la cercanía massista a “Cambiemos”, teniendo en cuenta el viaje a Davos en enero del 2.016, al cual fue invitado especialmente Sergio Massa.

Probable es presumir que para Casa Rosada hubiese sido óptima la opción de un massismo consolidándose como primordial foco opositor. Sin embargo, si esa fue la idea de Balcarce 50, no se extendió como era menester.

Hace horas la Diputada cristinista Fernanda Raverta contó con el aval de dos “próceres” del massismo: Daniel Arroyo y Cecilia Moreau. El tema en cuestión: limitar sí o sí a empresas que quieran transmutar en farmacias. Obvio es reconocer pues, un golpe de fuste contra los propiciadores de la cadena “Fatmacity” que no lograría desembarcar como hubiera anhelado por estos pagos provinciales.

También el Frente Renovador ha puesto sus fichas en decirle drásticamente “NO” al aumento de tarifas que instaló el poder central. A su vez, desde los corrillos, se sabe que el ex Intendente se junta a charlar con diferentes actores del kirchnerismo.

Aquellas diferencias tan plausibles de cinco temporadas atrás, se consumen ahora con otra mirada, de cara al porvenir y en aras de construir un polo social sin excluidos.

Aunque tampoco el ex “capo” de la “ANSES”, se priva de compartir un almuerzo con “popes” del mundo de “Cambiemos”, a la sazón estamos hablando de Horacio Rodríguez Larreta y la mismísima señora Gobernadora María Vidal.

No es poca cosa, todo este armado, toda esta parafernalia que rodea a Massa. En un contexto con aceptables matices. Y ese marco de referencia expone, amigos, que el gran círculo que es el peronismo, no tiene por estas horas claves, un auténtico adalid. En su reemplazo, se perciben diversas espadas que se blanden tratando de acaparar la atención de posibles “soldados” para una consolidada tropa.

Esto lo dedujo Sergio Massa hace rato. Entonces se llamó a un prudente silencio y a operar desde el llano, si se quiere. Con artilugios y guiños para aquellos que en breve, podrían llevarlo en andas. Porque hay una realidad consistente en verter la profecía a diestra y siniestra: si nadie toma el bastón de mando, allí está Massa… ¿Dispuesto a hacerse cargo del tren?

Una bolsa de gatos, sin ánimo de ofender, es difícil de manejar con cierta calma y compostura caballeresca. Y los “tironeos” son estrepitosos todavía. También hay que comprender, sin desalentarse nadie, que no todos están en forma como para liderar un justicialismo variopinto y confluir en una sola dirección.

Caudillos se advierten en el troquel. Algunos sólo con predicamento provincial, por caso citemos a don José Manuel De la Sota. Y otros aún en etapa embrionaria, sin experiencia suficiente. Y sin olvidar, por supuesto, a la ex Presidente de la Nación doña Cristina Fernández, que es una lámpara encendida y no se resigna a perder fueros y ni una pizca del poder que le pueda restar a su favor.

Pero la figura de Massa se yergue con adeptos en todo el territorio argentino. Su carisma y su decisión sabia y diplomática a la vez, de no “echar flit”, lo va catapultando de nuevo en el foco de la tormenta, pero en el buen sentido esta vez.

¿Podrá ser capaz, entonces, el jefe del FR, de juntar a los dirigentes y militantes potables y agruparlos en un solo redil, para ser una alternativa el año próximo?

Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho