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Opinión

Abusos: La alfombra ya no cubre más la mugre

Nada nuevo bajo el sol. O bajo las inclemencias del otoño fresco y lluvioso. Pero ahora las redes sociales permiten que salga a la consideración popular la mugre que se ha intentado, una y otra vez, esconder como si nada pasara, bajo los influjos de la alfombra.

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Que a la adolescencia y/o juventud se la engañe o que se las utilice para fines perversos, no es nada original. Ni aquí ni en el resto del país. Sin embargo, la profundidad del daño ya no se soporta, por un efecto interesante: la propia visibilidad que generan las presuntas víctimas del más aberrante de los delitos, o sea el ultraje a la intimidad sexual. Venciendo estigmatizaciones, esbozan lo que las atormentó y que las marcará de por vida.
Y otra vez la vieja historia que salta del closet. Un par de tragos preparados de antemano y luego el desborde que se da impensadamente. Una transformación momentánea que les da pie a los “vivos” abusadores para ir cumpliendo su pérfido objetivo. Pérdida parcial de la voluntad femenina y reflejos que no funcionan al ciento por cien. Y la locura que se ubica en medio de esas anatomías frágiles.
La trascendencia de los presuntos casos expuestos por estas horas, (ver notas aparte en este mismo portal) ya no tiene vuelta atrás. Todo el mundo ha tomado intervención en estos sucesos terribles y deplorables. Y el bramido de las olas de repudio se oye nítido en cada punto cardinal del distrito.
Tanto es así que ni la complicada lluvia pudo frustrar la idea central de marchar, pisando firme sobre las calles céntricas, en esta tarde gris de miércoles 2 de mayo. Por eso mismo, a las 17:29 horas, luego de una concentración en Rivadavia y San Martín, donde se pudieron conocer testimonios y temores que experimentan las chicas durante la exposición en la nocturnidad olavarriense, salieron a marchar más de 200 personas, con paraguas coloridos, pancartas y carteles alusivos, sin dejarse intimidad por las adversas condiciones climáticas.
El poder de algunos individuos que manejan los hilos de ciertos boliches, su capacidad de engaño y la derivación corrupta de trasladar a las pibas a otro sitio, donde se terminaría de concretar el malvado proyecto: usufructuar indebidamente de las damas que son sometidas a sus bajos instintos.
Gente de élite que usa su relación con los demás y su simpatía para alcanzar la cima del horror. Y menores que son elegidas al azar o no, por esos lobos rapaces que, es evidente, han gozado de impunidad y por qué no, de cierta protección indolente.
Por suerte están las redes para revalidar la sombra del manto silencioso. Contra toda potestad intolerante. Las denuncias se dan allí con nombres y apellidos, demoliendo barreras del pudor. Porque de otra manera parece ser que es más difícil. O sea, no es tarea sencilla presentarse ante los efectores de la Justicia.
Ojalá las derivaciones de estos aconteceres, vayan por la auténtica senda de la investigación imparcial. Y no se bifurquen por atajos y vericuetos leguleyos, perdiéndose a posteriori en la densa bruma del tiempo.
La conmoción está candente. Es el minuto preciso para la acción. Un vértice lamentable, más allá del drama en sí, del asunto expuesto, es comprender como algunos se despiertan ahora y recién se dan cuenta que reina la droga y los serviles de ella por estos territorios olavarrienses. Pobres ingenuos.
Que sirva esta instancia, que se aproveche esta oportunidad, para desenmascarar imbéciles que se creen fuertes y que se conozcan en breve otros hechos similares que han acaecido. Caiga quien caiga. ¿O es también esto un anhelo optimista ingenuo?
Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho