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Opinión

De las velas contra el “tarifazo”

Se fue poblando de a poco, casi con parsimonia, el “protestódromo” local, el Paseo Jesús Mendía en la noche muy fulera y gélida del martes 24 de abril. La “calentura” la ponían las velas y velones que trataban de permanecer firmes frente al viento y, por otra parte, las abultadas boletas de luz que han llegado a hogares y comercios. 

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350 vecinos se nuclearon en torno a una consigna madre: “BASTA DE TARIFAZOS”, impulsando a su vez distintas leyendas expuestas en pancartas, carteles y dibujos. Los tres poderes del Estado quedaron en evidencia, sin atenuantes. 
Cabe señalar que el puntapié de la convocatoria, lo dio la tecnología moderna y muy utilizada por estos tiempos, o sea las redes sociales. La idea inicial fue, pues, mover a la gente más allá o más acá de ideologías o lineamientos partidarios. Aunque en la previa, hubo empero un llamado de activistas políticos y dirigentes del ámbito sindical y social arengando a la comunidad a reunirse por  asunto tan crucial. 
De modo tal, mis amigos, que la cosa, al parecer, mutó por otro carril, dejando de ser una movida exclusivamente autoconvocada, para convertirse entonces en un movimiento más pluralista, más direccionado políticamente hablando. 
Sea como fuere, la gente que se sintió tocada por la insidiosa problemática de las tarifas muy costosas, específicamente la energía eléctrica, dijeron “¡Basta!”, aconsejando al Ejecutivo olavarriense que se sume al quite de tasas sin restricciones de cada boleta de la luz. 
Este hecho medular es una piedra en el zapato muy molesto para los contribuyentes. Sin embargo no ha prosperado, al menos hasta aquí, cualquier iniciativa legislativa construida para quitarlas de las boletas, para sacarlas de en medio. 
La excusa fundamental de quienes mandan, en público o en privado, es indudablemente la cobrabilidad que garantiza su introducción en la factura respectiva. ¿Qué pasaría con esas tasas si no se ubican allí? ¿Cómo articular su cobro por fuera? 
Lo cierto y concreto fue, regresando al epicentro de la marcha, la conjunción de cánticos y aplausos que se vivieron en la nocturnidad protestante de ayer. Aunque no era difícil advertir entre los convocados a políticos, fomentistas y sindicalistas. Con un vital sesgo opositor, desde luego, mas también se divisaban vecinos “independientes” con el espíritu estremecido y con testimonios similares para narrar. 
Es probable que en un contexto de negocios céntricos sin clientes, varios comerciantes no hayan ido, no se hayan sumado, por ese esencial síntoma que les roza hoy. Luis, un señor propietario de una tienda, lo resumió para InfoOlavarría, así: “Es una pena no poder marchar con mis conciudadanos pero no me haría gracia que justo cuando yo cierre, para marchar justamente, venga alguien “caído del cielo” a comprar. Esto sinceramente está muy dramático. La gente pasa y no entra, ni siquiera a preguntar. Se mueve algo la venta los primeros días del mes solamente y los gastos fijos son enormes, cada vez más agobiantes. De luz a mí, me vino el doble que la anterior ocasión. Es una locura”, remachó mientras saludaba a los caminantes de la protesta callejera. 
El frío y la llovizna no hicieron mella en la gente. Mas luego de cantar el Himno Nacional, lentamente los presentes se empezaron a dispersar, con el ánimo dispuesto en que se vea una respuesta lo antes posible. 
Por Mario Delgado.-   

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho