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Opinión

Discursos de barricada

Se yergue rauda la noche del jueves 12 en la ciudad del cemento. Ha sido un día intenso, vibrante, donde el pueblo salió a la calle a manifestarse por distintos motivos, peticionando frente a sus autoridades, frente a los inquilinos del poder. 

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Y ahora se nutre el recinto deliberativo de gente. Explota de público la barra. Con carteles y pancartas, con ansias y deseos de respuestas inmediatas. Propicia es la ocasión, mis amigos, para los debates polémicos, para los mensajes altisonantes, para los discursos de barricada de la oposición que logrará capitalizar aplausos y aprobaciones.
El plato de la casa está servido. Porque para mal o para bien, según el lado en que se esté parado, la previa, ya se juega desde la mañana. O desde el miércoles si queremos rastrear más atrás en el tiempo cronológico.
La cuestión en ciernes es nada más y nada menos, que la salud de los habitantes de este bendito suelo olavarriense, en toda su extensión. Punto muy controversial habida cuenta de aconteceres desgraciados que han ocurrido y que, justamente, eyectaron a las almas dolientes a la zona céntrica, a expensas de ser atendidos por alguien del Palacio San Martín.
Los dichos de los efectores comunales del área, horas atrás, prendieron el fuego que faltaba. Y entonces sólo quedaba disparar misiles certeros desde las bancas de la vereda de enfrente. El objetivo era bien visible. Y la dialéctica y el manejo discursivo, hicieron el resto.
“La salud es un tema serio”, sintetizó de arranque el profe Marcelo Latorre, del “Frente Renovador”. Y ahí nomás sacudió al oficialismo con un cohete preciso: “Ustedes están lejos de la gente”, les aguijoneó. Y bajó críticas a los famosos “seis minutos” de la doctora Mariana Diamanti y al “Número 107”. Para arengar con categoría a los eufóricos, los adjetivó a los gallistas de “mecánicos, fríos e insensibles”. Puso énfasis en que hay personas “fuera del sistema” y cerró su ponencia con una orden que motivó batida de palmas: “No dejen sin médicos a las localidades”.
El turno fue luego del experimentado Eduardo Rodríguez, “Cuidemos Olavarría”, quien presentó un Proyecto de Resolución que se aprobó luego para dotar justamente de doctores de guardia a Sierra chica y Sierras Bayas. Bajaban estridentes aplausos. Se refirió a la reunión mantenida en Comisión con los responsables del ámbito de salud y en un momento, remachó el clavo en la cruz de “Cambiemos”: “No hay sensibilidad de parte de los funcionarios”, sentenció convencido el edil. Cargó tintas contra el atajo tomado por el Intendente en el Decreto Antiparientes y tocó el cielo cuando pronunció las palabras que muchos sentían en sus venas, a esa altura de la noche: “No hay contacto con la gente” de parte del sector oficial, obvio. Aplausos vienen llegando, pues.
En la otra acera, el abogado Mario Gregorini, intentó apagar el voraz incendio ya declarado, expresando que para la actual administración “la salud es prioridad”. Abucheos. Y sostuvo inmediatamente que “la llegada del SAME ha sido importante”.
Calentitos los panchos se iban poniendo. Hábil, tomó el inalámbrico Federico Aguilera, de la “Unidad Ciudadana”, y despotricó a más no poder el joven político. “Apenas son tres las ambulancias del SAME”, inquirió primero. “Gastan más en salud pero cada vez hay menos médicos”, continuó sutil. Volaban las expresiones a su favor desde atrás. “Hasta el 2.015 se contaba con un sistema efectivo de contratación de médicos”, refregó en el rostro de los oficialistas que se movían en sus sillas.
En la apoteosis de su alocución, se permitió viajar a Casa Rosada y a la ciudad de las diagonales: “La salud está descuidada no sólo acá, sino también en Nación y en la Provincia de Buenos Aires”, subrayó generando nóveles batidas de palmas de la tropa. “¡Basta de excesos”, sugirió a modo de epilogo, alzando por vez postrera la voz.
El pedido de informes original pasó a archivo y se afianzó la Resolución que demanda del Ejecutivo rápidas medidas para dotar de médicos a las localidades.
Por la mañana, un estoico Secretario de Gobierno, don Ernesto Cladera, en absoluta soledad, había puesto la cara ante la masa candente que necesitaba oír datos concretos. Y volvió sobre los pasos del propio Alcalde Ezequiel Galli, cuando dijo: “ESTAMOS TRABAJANDO PARA CONSEGUIR MÁS MÉDICOS, PERO NO ES FÁCIL”.
Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho