Opinión
Las contraposiciones del fomentismo
1.- “Me ofreció “Federación”.- El río suena trayendo acordes variados en el estrato fomenteril actual. En este paisaje de inquietudes, de búsquedas de lealtades y de desconfianzas sutiles, un conocido referente, con años dirigenciales en su haber, me refiere en tono severo en una charla mano a mano: “Un alto funcionario del Municipio, (al cual cita textual, pero yo por ahora reservo su nombre) me ofreció la conducción federativa en mayo de 2.017”. Los acuerdos de palabra parecían estar sellados pero ocurrió un pequeño gran imponderable que obnubiló el programado suceso: el señor fomentista integró una lista partidaria en las elecciones legislativas. Una boleta de tinte opositor. Entonces el proyecto se habría derrumbado, demostrando esto que “a ellos no les interesa construir con real amplitud”.
Mirando los aconteceres del presente desde su ventana barrial, el tal referente estaría analizando tomar una decisión bien drástica por cierto: “Estoy viendo la posibilidad de retirarme del fomentismo, para tranquilidad de los mediocres”, me subraya y se aleja caminando por una arteria céntrica.
2.- Una carta, mi amor, sólo una carta.- Llegó a mis manos una misiva muy taladrante, elaborada por “Delegados de Juntas Vecinales y Sociedades de Fomento”. El texto que quema, está dirigido a “La Comisión Directiva de la Federación” justamente de entidades barriales y reviste un carácter de vital trascendencia, al promover y por qué no exigir, el tratamiento de manera URGENTE del “accionar inescrupuloso, arbitrario y abusivo de uno de los miembros de esa Comisión, el día 29 de enero del corriente en la Sociedad de Fomento “Dámaso Arce”, sobre la figura de la Directora de Relaciones con la Comunidad Señora Laura Sequeira. Cabe recordar ante todo cuáles son los roles que ocupamos, los dirigentes de las Sociedades de Fomento y Juntas Vecinales de nuestra ciudad, por ende también de quien nos representa en la figura de Federación”.
“Ante todo una institución de bien público, se debe al respeto y trabajo en conjunto para llegar al fin común, que es representar en los reclamos a nuestros vecinos”. Y, acto seguido, ponen en evidencia su propuesta incisiva: “En primer lugar nos manifestamos en total desacuerdo y repudiamos la violencia de género ejercida sobre la persona de la señora Laura Sequeira por parte del señor Martín Roldán, miembro de esa Comisión, hoy en día cuando el flagelo de este delito es tan vigente, en cada barrio, no podemos permitir que miembros del fomentismo ejerzan tales acciones”.
Detallan luego la consideración conceptual de lo que es y representa la denominada violencia de género contra la mujer, y remachan el clavo del escrito con un pedido expreso: “Es así que los delegados abajo firmantes, solicitan una severa sanción o expulsión de esa Comisión Directiva, al Vocal Titular Martín Roldán, por su accionar anti- ético e inmoral, que es contrario al espíritu del fomentismo, como así lo establece en su Artículo 17 del Título 4to “Deberes y Atribuciones de la Comisión Directiva” del Estatuto de la Federación de Sociedades de Fomente y Juntas Vecinales del partido de Olavarría y asimismo se evalúe la responsabilidad del Presidente señor Jorge Salías de acuerdo al Artículo 19 inciso D del Título 5 que dice “Dirigir y mantener el orden y respeto debidos”.
Esta hoja está circulando de mano en mano, de entidad en entidad, y quienes se sientan identificados con su espíritu, han de rubricar allí su firma. La idea es presentar los avales al texto citado en la venidera reunión de la institución madre del fomentismo vernáculo.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-