Opinión
Actualidad fomenteril: “Y vos, ¿qué hubieras hecho?”
Los estándares de la relación amistosa y fraterna entre algunos fomentistas, ha mutado invariablemente luego del incidente que cortó la pared en dos mitades.
Promisorias reuniones, acusaciones varias en el Grupo de Whatsapp y una serie novelesca de discusiones y conjeturas que no ven aún su fin.
Cada uno de los dirigentes ha ido tomando postura, tanto pública como privadamente, comprendiendo que la situación es harto difícil. El punto de dilema central fue, como describíamos aquí en una columna anterior, la visita inesperada de la señora “Directora de Relaciones con la Comunidad”, Laura Sequeira, el lunes 29 en “Dámaso Arce”.
Por cuatro votos contra dos, miembros de la Comisión Directiva federativa, habían dejado en claro que no querían presencia comunal en la primera reunión de este novel período, con la conducción del señor Jorge Salías.
La cosa iba bien, con la presentación de los planes de funcionamiento interno de la entidad madre. Mas como un viento recio filipino, la llegada de Laura, copó todas las instancias y las miradas de sesenta ojos se volvieron hacia ella.
Entonces el ruido de la grieta al abrirse se oyó nítido. Porque el pedido vehemente del señor Martín Roldán para el inmediato retiro de la funcionaria del salón anfitrión, se escuchó cual puñal centelleante en la noche.
Y ya no hubo vuelta atrás. Para unos, la dama fue a provocar, habida cuenta de que ya se había hablado el asunto en recinto municipal. Para otros en cambio, la desbordante efusividad contempló un acto demasiado irrespetuoso y descortés.
A favor y en contra los pronunciamientos y en el medio, la forma de encarar el diálogo con Rivadavia y San Martín. “No queremos perder nuestra independencia”, señalaron los más intransigentes, apoyados por el Presidente de “Federación”. “Faltó tacto”, sostuvieron otros, saliendo a la vereda. Hubo al mismo tiempo, quienes optaron por irse raudos del 25 de Mayo 1.129. Entre ellos, propios miembros directivos.
La historia recién empezaba a redactarse en los libros. Los anales históricos del fomentismo vernáculo, han de detenerse obligados en este mojón. Es un cartel visible, una zona imposible de obviar y un suceso único e inédito en la vida fomenteril nativa.
“Jamás pasó esto en Olavarría”, dijo a los gritos la experimentada “Petty” Mapis. Y los vanos intentos conciliadores de Ricardo Nasello, chocaron con los sollozos de una Directora yéndose prácticamente expulsada por una parte del ámbito conductivo.
A partir de allí, la polémica se sirve en bandeja de oro. Claro que la cosecha es en base a la siembra. Una heterogénea Comisión que formalizó unidades dispares, bajo un idéntico paraguas, con gente de la izquierda, con afines a “Cambiemos” e incluso adherentes al movimiento de don Pérsico, se confluyeron para dar origen a una lista triunfante, donde “todos son iguales”, según rezó el slogan propuesto por Salías.
Si se observa el cuadro sin “talibánica” pasión, con equidad, con mesura, pareciera que cada quien posee una cuota de razón en su planteo, en la percepción de los hechos. Pero la disyuntiva mayor se advierte en el MODO con que se obró, más que en otra cosa.
Las operaciones “post escándalo” se pusieron en marcha enseguida, casi esa misma noche. Idas y vueltas en aras de recomponer la rotura o de separar a miembros díscolos. Portazos y dardos lanzados al aire. Enojos por cientos.
El manejo ávido de uno u otro sector. El miedo a perder el poder y el temor a su vez de caídas abruptas, recién comenzado el camino, hicieron su aparición. Se vislumbraron nerviosas juntadas de firmas en aval de tal o cual dirigente, o solicitando rectificaciones inminentes de rumbo. Incertidumbre a raudales y casi constantes encuentros, alguno de los tales no concluido incluso, a consecuencia del clima irrespirable que existe en el tándem.
En este marco de referencia semi hostil, tal vez, surja cada vez que se encuentran dos fomentistas, la pregunta del millón: “Y vos, ¿qué hubieras hecho?”
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-