Opinión
Extrañas conexiones con idéntico fin
Lo vivido por los porteños el lunes próximo pasado, repercutió en cada porción del suelo patrio, desprendiendo cientos de comentarios pero con una presunción hoy cada vez más en vías de confirmarse judicialmente: hubo una extraña conectividad para orquestar los desmadres, entre el kirchnerismo a ultranza, a través de militantes y ex Intendentes o incluso actuales Alcaldes, la izquierda nativa y algunos sindicatos, como por ejemplo la UOM del “Barba” Gutiérrez.
A nadie con un mínimo de objetividad, se le puede escapar el siniestro contubernio con un objetivo determinado: sembrar el caos, aprovechar la situación de desconcierto y por qué no, voltear al Primer Mandatario.
Además las fechas emblemáticas del 19 y 20 tan inminentes, favorecían un imaginario colectivo proclive al recuerdo selectivo de aquellos días trascendentes.
El tema es crucial. Sin embargo el contexto de este presente nuestro, no es una fotocopia de ese flash. Se hablará de una ostensible crisis, pero no es el mismo papel de inicios de la década del 2.000.
Por supuesto también, mis amigos, que el ítem a tratar en el Congreso era de suma importancia y le quitaba el sueño a miles de personas de la tercera edad. Mas no hemos de caer en la telaraña de la ingenuidad. “Nada fue espontáneo”, dijeron varios testigos presenciales que sopesaron la cuestión y advirtieron la realidad in situ.
Colectivos que llegaban con gente de caras cubiertas y todo un arsenal de piedras dispuestas para la guerra. El clima era denso y opresivo y lo que fue sucediendo era una metodología preludiada con intención de relojería bélica. El problema es no entender que las cosas van más allá de lo que aparentan.
Y entonces ciertos mandamás del conurbano, resentidos y minimizados hoy, de extracción kirchnerista, montaron una parodia de victimización de sus victimarios.
Otra pata la puso en escena el trotskismo con sus ínfulas de estar siempre envuelto en llamas.
Y no habrá que deslindar a un sector del sindicalismo que acarreó leña al fuego consumidor. Todo está en manos del Magistrado Sergio Torres que investiga todo el lío.
Las redes sociales han sido atalayas desde donde mirar la psiquis de los revoltosos. En tal coincidencia, un tal Ignacio Cano, adepto cristinista, dijo en su cuenta de Twitter con relación a la golpiza al periodista Julio Bazán de TN y Canal 13 de Buenos Aires de la que él fue partícipe: “Lo hubiera matado. Yo le abrí la cabeza ese día”. Huelgan pues los análisis circulares. El tipo fue arrestado y liberado en 24 horas por golpear al hombre de prensa.
La “zurda” argentina, o al menos gran parte de ella, se identifica con la violencia y le hace el caldo gordo al cristinismo que tanto han criticado con bombos y platillos.
La voz de alarma debe cundir. El fin último era desmembrar las cuerdas que unen al pueblo con el sistema democrático y socavar los cimientos del Gobierno Central. Con la gente ya impulsada, direccionada a romper todo, a saquear, a quemar coches, y a promover un estadio de anarquía, el reclamo sería casi unánime. Pero no se oyó el “Que se vayan todos” de años atrás. El pueblo no come vidrio. O no lo come dos veces seguidas.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-