Opinión
55 peritos y una conclusión
Dos opciones, dos caminos, dos matices, la vida es un canto a la dualidad. La noche y el día, Dios y el Diablo y así sucesivamente, entrando en los terrenos que queramos.
Alternativas obstinadas en darnos la posibilidad de discusiones eternas y sin conciliaciones a la vista.
Desde el origen mismo del hombre, quizá ya se sentaban las bases de tal dicotomía por cierto, interesante.
La triste pérdida de un joven, Santiago Maldonado, dio expreso pie a toda una serie de especulaciones y rencillas verbales e ideológicas, reafirmando lo que venimos señalando.
Se oyeron diversidad de voces y se escribieron infinidad de artículos, dándole rienda suelta a hipótesis de todo tenor, en cuanto a qué podría haber sucedido aquel primer día del mes de agosto de este año, y las horas subsiguientes.
Marchas, insultos, disputas en contra y a favor del Gobierno, de la Gendarmería y de los mapuches y demás consideraciones, inherentes al caso, se fueron estampando en los anales de una causa con adeptos y críticos al por mayor.
Hasta hubo quienes lanzaron temerarias ideas de lo que supuestamente acaeció por esos momentos de tanta tensión. En este contexto acalorado, amistades se rompieron por las divergencias de opinión. Hasta saludos se negaron a partir de la instrumentación de la investigación.
Pero apenas horas atrás, se visibilizó un informe pericial contundente y, no obstante, seguro que portador de nóveles polémicas harto efusivas. Es que 55 señores peritos arribaron a una postura: el muchacho no fue arrastrado ni manipulado. Tal determinación la esboza la autopsia del 20 de octubre.
Por otra parte, subrayemos que el trabajo pericial correspondiente, cuenta de 64 fojas y se realizaron al cadáver de Santiago un total de 36 radiografías, las cuales no presentan vestigios de ningún golpe.
El cuerpo hallado en aguas del Río Chubut, estaba con sus ropas pertinentes. Y el término de la labor de los expertos, sentencia: “Asfixia por sumersión”, como la causa del deceso del activista de la ciudad de 25 de Mayo.
Reclamos, odios enquistados que salen a la luz y la perplejidad constante de dudar y no aprobar jamás al que no piensa igual. Y la intromisión de la partidización en todo acontecer.
No habrá, pese a la frialdad y claridad del dictamen, reconciliación posible entre los dos polos. Para los amantes del anterior poder, la desfiguración de lo actuado, será como axioma irreductible.
Para la vereda de enfrente, la antítesis cobrará espacio. Y así deambularemos por los siglos de los siglos. Porque cada certeza, nos transborda a un nuevo dilema. Nada es tan cierto, al parecer; nadie afloja en sus teorizaciones.
En el alboroto expuesto de las dubitaciones y las afirmaciones, siempre tendremos sobrada tela para cortar.
El punto de inflexión, debiera existir. Y el respeto por la consigna del prójimo, si ésta se irradia con argumentos sólidos. Mas no es así, en la praxis. Porque inclusive nos presentan la pregunta que re ubica la diatriba: ¿Por qué cornos cayó Maldonado a las frías aguas sureñas?
Por Mario Delgado

