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Opinión

Los claroscuros de las PASO

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1.- Finalmente el día electoral acompañó desde lo climático. Y el mar de gente concurrió asiduamente y muy entusiasta. Hubo algunos inconvenientes, sobre todo en la apertura del comicio, con faltas de boletas, esencialmente de ciertas vertientes, como el POT, Cumplir y, en determinadas escuelas inclusive de Unidad Ciudadana Lista 4.
Para citar un caso de ausencia de personal, digamos que en un establecimiento faltaron el Presidente y el Vice de mesa.
Puede que a lo largo de la jornada, también haya habido algún tachito de residuos que fue depositario de boletas. La pretendida trampa de siempre, practicada por impresentables, que arrojan boletas de adversarios políticos a la basura.
Pero en general, el acto se desarrolló con asiduidad. El triunfo oficialista resulta elocuente, aunque con menor impronta que el obtenido hace dos años atrás.
Sin embargo, el contrapeso lo coloca la Séptima Sección con un rutilante coro de ángeles cantando a favor de “Cambiemos” y dejando el margen abierto para octubre.
2.- El empuje local estuvo dado sin dudas por diversas facetas, entre ellas por la presencia barrial de Bruno Cenizo y su visibilidad constante, determinada por su área funcional de influencia, otorgando un atrayente número de escrituras sociales a numerosos olavarrienses.
Es lógicamente un respaldo a la gestión de su líder, el Intendente. Los artilugios negativos sufridos hasta la fecha, no han logrado mellar, como pergeñaba la vereda de enfrente, la capacidad de adhesión del público sufragante.
Tampoco la cuestión económica, ni los deterioros laborales producidos aquí, en algunos emprendimientos privados, ni las idas y vueltas gubernamentales vernáculas, con cambios de funcionarios incluidas, torció el brazo de aval a Ezequiel Galli.
Por supuesto que tal espaldarazo no debe medirse con la vara lisonjera de la risa especulativa. Pues hemos de intuir con buen tino que, al mismo tiempo, la visión de los votantes apunta a observar hacia adelante y le da un poco más de aire a la administración gallista.
Aplauden lo cristalizado, con barrios puestos de pie después de siglos de abandono. O de obras de arreglos de calles o cordón cuneta. Lo alcanzado en el “Progreso” o en “Villa Magdalena” es para la emoción de la vecindad, más allá de desde donde vengan los fondos, o sea de Provincia o de Nación.
No ha de insinuarse empero, perdonen que sea incisivo, esta victoria como ultra consistente. Implica una oportunidad para tomar confianza y continuar, perfilando una imagen de ciudad, un proyecto que reclama la oposición. Un saber hacia dónde vamos. Sin olvidar ni un momento que el porcentual del arco total opositor en el distrito, fue interesante de evaluar.
3.- El gran dilema, localmente hablando, por su parte de “Unidad Ciudadana”, transitará por la interrelación de ahora en adelante, del vencedor Federico Aguilera con quien terminó segundo, Guillermo Santellán.
Si los hilos conducen sabios a la punta de la madeja, habría que prever un ensamble. Al final de cuentas, ambos pretendientes del cetro de la voluntad popular, rinden culto a la personalidad de la ex Presidente del país.
Ellos a la cabeza, sus operadores más encumbrados y una altísima dosis de sentido común, habría de hacer batir palmas en octubre. Dependerá del manejo de la situación, de las efervescentes negociaciones, lo que digan las urnas en el décimo mes de éste año.
Los que saben de historia, interpretarán lo que expreso aquí. Los renglones de los libros que cuentan las cosas tal cual son, esbozan en sus hojas viejas disputas intestinas que culminaron mal: el que perdió, enojado, no apuntaló al ganador. Nefastas consecuencias trajo esta actitud caprichosa al peronismo vernáculo en varias ocasiones. Por eso es fundamental el trato que se dispensen los dos sectores.
Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho