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Opinión

Opinión: Agranden el arco

La cuestión es temeraria, mis lectores del alma. Bien preocupante, si se quiere. Porque hay dieciocho listas para las PASO, aquí en nuestro terruño, sobre diez bancas para concejales en juego y cuatro de consejeros escolares.

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1.- La cuestión es temeraria, mis lectores del alma. Bien preocupante, si se quiere. Porque hay dieciocho listas para las PASO, aquí en nuestro terruño, sobre diez bancas para concejales en juego y cuatro de consejeros escolares.

Por un lado tal disparidad de boletas en danza, promueve la participación de la comunidad, aunque se hayan registrado un par de “avivadas” de algún Frente que habría incluido en su nómina a oferentes que no sabrían nada del asunto.

Es menester que los argentinos tomemos el toro por las astas y comulguemos con la presencia, en las instituciones y, por ende, en la política partidaria, tan vilipendiada, dicho sea al pasar.

Pero los casilleros hay que llenarlos con nombres y a las urnas con votos. Y tal aseveración no es tan simple de cumplimentar a la hora de los bifes.

Es evidente que con la mirada más imparcial que se anhele tener, uno deduce desde la cómoda atalaya del observador, que no será una elección común, que alberga más contenido que el de una compulsa corriente. Por las venas de esta PASO, corre el futuro de varias personas y de varios entramados predispuestos para la ocasión, con todos sus enceres.

A prima facie se sospecha que no surgiría un entronizado ganador con demasiada ventaja sobre el segundo. Aunque ciertos militantes optimistas, le den impulso a sus aspiraciones gananciales más allá de toda lógica factible.

Sí es preciso remarcar, sin que nadie se ofenda, espero, amigos míos, que no es para todos la posibilidad de hacer goles en este arco. En tal caso, deberían agrandarlo unos metros para que ingresasen aquellos contendientes más rezagados en la seducción de vecinos.

La competencia no posee aristas repetidas. Es única, original, interesante. Revela que menos de la mitad de los postulantes, tiene concretas chances de introducirse en las bancas. Lo reñido del encuentro tiene más que ver, con reducir espacios y concentrar votos entre cuatro o cinco propuestas a más tardar.

Por supuesto que “vendrán caras extrañas” y que habrá quienes hablarán con “el diario del lunes”. No es nuestro caso, desde luego.

2.- El oficialismo apuesta sus fichas a la figura de Bruno Cenizo, el cual se ha popularizado por entregar escrituras sociales a miles de almas sedientas de tal beneficio vital.

Tendrá que comandar una barca que choca con diversos vientos huracanados: la carpa de los municipales, el desconcierto hospitalario y, por si fuese poco, los estoicos emprendedores de la ex “Incubadora de Empresas” que prometen enraizarse en sus talleres de la calle Guisasola.

Cenizo, el Intendente y Compañía deben proceder con una alta cuota de tacto, porque no sólo sirve para la tribuna ostentar obras. Alguien creyó en su momento que “hacer” era sinónimo de “vencer” y se topó con un problema: la falta de tacto.

El tacto es esencial. Un Gobierno Comunal como éste, que tiende a posicionarse, no debiera concitar a su lado  tantos conflictos sin resolver. Porque cada cosita suelta, es aprovechada por la vereda de enfrente. Tacto, muchachos. Elemental.

3.- El eseverrismo llega al estadio remozado, muy bien vestido, con nóveles apariencias. El comando de la nave es de don José María, pero el capitán que toma la posta esta vez, es don Eduardo Rodríguez, vinculado tanto al estamento Ejecutivo y al Deliberativo a lo largo de su actividad política.

Rodríguez, experimentado pues, logró abrir un camino dispar, abrevar en otras aguas y sacarse de encima algunas espinas que dañaban electoralmente, a la rosa.

Es una auténtica incógnita interpretar hasta qué punto, la ciudadanía podrá acompañar esta lista colectora de “1 País”. Es el reflejo de estándares de renovación que por allí se solicitan y contiene sangre joven en sus huestes. El amor u odio hacia el ex líder de Olavarría, primará. Expresiones de deseos de que vuelva, se oirán nítidas o veladas. El cambio de camiseta tan sorprendente en su momento, ¿pesará o no ahora?

Ya continuaremos en otras columnas, analizando otras ofertas electorales.

Por Mario Delgado.-




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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho