Opinión
¿De qué peronismo sos?
Un militante o simpatizante justicialista tiene por estas horas una tarea bastante misteriosa y compleja: tratar por sus propios medios de sintetizar un auténtico modelo que lo seduzca y que lo invite afable, a votar por él.
Un modelo podría traducirse, caro lector, como una línea intestina o directamente como un referente de fuste que englobe tras de sí a las mayorías semi dispersas que van confluyendo por distintos senderos.
A lo mejor el panorama actual, tan bifurcado, pone un poco de suspenso y obliga a ese señor militante a mirar en derredor con ojos aviesos.
El verticalismo peronista ha existido desde el inicio mismo del movimiento. Es un axioma irrefutable. Aunque también es preciso reconocer que, con mayor o menor intensidad, han subsistido a su vez, dentro del paraguas amplio, grupos, sectores o cuando menos, dirigentes con otra actitud, con un espíritu de amplitud de pensamiento y, por qué no hasta de acción, sin perder claro el objetivo central que camina con dicha ideología: llegar y mantenerse en el poder.
En tal revoltijo de nombres y posibilidades, es menester observar la cuestión con calidad auditiva y visual, y no quedarse expuesto sólo a rumores o suposiciones, expresadas por terceros, puesto que la dinámica es demasiado activa y cambiante.
Lo que se comparte a través de los diarios, televisión, radios y redes sociales, da para sostener empero, que la maquinaria potente avanzaría en varias direcciones y con, reiteramos, varios actores.
Por un lado, la ex Presidente Cristina Fernández viuda de Kirchner, quien posee un enorme y enfermizo afán por estar en el candelero y permanecer arriba, trepada a ese poder que ostentó hasta el 10 de diciembre de 2.015.
¿Acarrea ella, acaso, el fin de las internas en las huestes del peronismo? Lo último que se conoce de la señora habla muy mal de una posible compulsa interna. O sea, ella no quiere saber “ni mu” de enfrentarse a otro oferente. En tal caso suena con tamboriles incluidos, el nombre de Florencio Randazzo.
Con lo cual se establece una postura irreductible de la ex Jefa de Estado y hace saltar la alarma. Ella da la impresión, se terminaría presentando entonces como postulante a diputada.
En la Tercera Sección Electoral el cristinismo se convertiría en un hueso duro de roer. Y en dos o tres provincias norteñas. Más allá de esa línea fronteriza, el anhelo de un retorno con suma gloria, pareciera más un delirio egocéntrico que una factible realidad, luego de octubre. Aunque no hay que deslindarle frutos al árbol cristinista, ya que sus adeptos disponen de una conducta proclive al endiosamiento de la figura de su conductora. Un núcleo interesante aún de personas que están dispuestas a sufragar a favor de la ex senadora nacional.
Mientras tanto, nuestro militante que abreva en las aguas, buscando saciar su sed, se mueve inquieto, por no decir nervioso. Es que la cartelera exhibe, como contraoferta, como decíamos antes, el regreso a casa del ex ministro Randazzo.
Esto resulta atractivo para una rama peronista que trama una especie de nueva reforma o de renovación filas adentro. Pero si Florencio es impedido de consustanciar su archi anhelada interna, ¿irá por otra vía? Las voces de sus compañeros de ruta, lo victorean y le ordenan continuar a toda costa con el proyecto.
Quiere decirse pues, que este militante ahora tiene un paneo más completito. Sin embargo le falta todavía una tercera pata: la apuesta firme de Sergio Massa, aliado a Margarita Stolbizer, y en aras de abrir un área de votantes más homogénea y nacional.
Quedan en la pizarra, pasando en limpio, tres apellidos para ir definiendo el futuro: Cristina Fernández, Florencio Randazzo o Sergio Massa. Tres peronistas en “búnquers” separados pero con las diestras extendidas hacia el militante que nos compete.
Esta se plantea a priori, como una elección de división, de choque de trenes. Una pared entre lo que fue y lo porvenir. Una intencionada maniobra para despegar el vuelo o una vuelta al piloto automático.
Habrá que seguir el día a día y escribir los detalles. Por ahí prima lo político por sobre lo económico.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-