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Las tres

Carmen, en la Guardia… por tiempo indeterminado

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Languidece el mediodía cuando la señora Carmen, con su esposo Lucas, hacen su proverbial ingreso por Avenida Sarmiento, a la zona caliente de Guardia del Hospital Municipal “Doctor Héctor Miguel Cura”.

Ella no es muy asidua a los facultativos, por esa muletilla de que “cuando empezás con los médicos, no terminás más”. Pero la circunstancia pudo sobre los pruritos y hete aquí, en la ventanilla oyendo la directiva implacable: “Son sesenta pesos. La llamarán por su apellido. Siéntese y aguarde”. Lacónicas y sabias frases que brotan de una empleada que mira de reojo el amplio pasillo de entrada. Colmado el mismo por personas de diversas edades y molestias físicas de todo tenor. Cerca del kiosco, un individuo le relata una chorrera de males a un muchacho que fue por una muela inflamada y doliente. El sujeto nombra tantas enfermedades que lo entrecruzan, que el pibe se siente de golpe, un semidios.

El marido de Carmen no es un tipo experto en paciencia, por ende hace batir las puertas de vidrio, dos por tres, las que rechinan con un poema reiterativo y cansino. Sale a fumar y otra vez adentro. Las agujas del reloj, son perfectamente devoradas por la insistencia y por la brutal contingencia de los pacientes.

A nuestra protagonista le duele un riñón, el izquierdo para hablar con exactitud y tiene la panza dura. “Padezco cólicos”, le comenta a una vecina de asiento. Una parejita de jóvenes va por el sendero hacia los consultorios externos. Suele colarse el frío por las rendijas de la puerta al abrirse. El coctel de la tarde se va consumiendo, sin respuestas.

De vez en cuando la Guardia reacciona, dando nuevos impulsos a los presentes. “Fulano de tal”, expresa la enfermera y el alma nombrada posee en ese segundo de oro, resortes en las asentaderas. Luego retorna la soledad, la desazón, las charlas inventadas para la ocasión.

“En otros lados, es lo mismo, esboza un señor de chalina verde agua, yo estuve en Florencio Varela hace poco y me enloquecí. No me atendían nunca”. “Es una locura, responde un jubilado detrás, faltan médicos y encima nosotros, los nueve mil afiliados de PAMI”.

Carmen mira de soslayo a su consorte. Que lejos está él hoy de ser aquél brioso caballero de la boda, que la iba a cuidar y proteger en todo momento. Aunque, después de todo, “no es tan malo”, piensa ella, “vino conmigo al menos”.

Parece que hay un accidentado grave que llegó recién. “Ahora sí que estamos fritos”, refunfuña Lucas a una mamá que balancea a su bebé. “Nos van a matar acá”, se queja un hombre con cara de enojo que se dirige a la puerta de la Guardia para hacerla sonar con sus nudillos. “No puedo casi respirar y me tienen demorado”, le dice a la enfermera que lo hace pasar con gesto adusto y sin admirarse.

Los policías, un varón y una mujer, están en su reducto, cercados por el mostrador escritorio. Deslizan sus dedos hábiles sobre la lisa superficie de los celulares. A veces, son llamados por handy y acuden prestos, con mohines de importancia vital. El vestido negro de la nochecita, se extiende en la sala llena.

“Que venga el Intendente y vea en persona esto”, sugiere una anciana, “Es intolerante esto que sucede. Los médicos están desbordados”, remacha.

Al fin la voz de la suerte llama a Carmen. Una profesional de pulcro guardapolvo blanco, la ausculta y le da golpecitos en la barriga y al costado. La paciente ahoga u grito de incomodidad. “Tenés gastroenteritis y un cólico renal”. Carmen, recostada en la camilla, ya intuía ese diagnóstico. Le receta un par de medicamentos con voz caída por el cansancio. “Tomá una buscapina y un diclofenac, cada ocho horas. Y en cuanto puedas, cuanto antes mejor, ve a un especialista endocrinólogo”, remata la doctora. Su rostro ha sido bello, ocho horas atrás. Ahora denota su cara la impresión del laburo constante y extenuante.

Carmen y su marido se van del nosocomio local, sin ya darle interés a la hora. ¿Para qué? “La doctora me dijo que tome un par de pastillas”, le transmite a Lucas que no tiene más cigarrillos en su haber. Se encaminan a la farmacia. Él la abraza con gesto tierno, complaciente. Ella resuma tranquilidad entonces, luego de la tensa, indecorosa, infinita espera.

Por Mario Delgado.-

 

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Las tres

Paradigma de desprolijidad

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Las puertas de la Sociedad de Fomento “12 de Octubre” permanecieron abiertas durante toda la reunión la noche de este miércoles 8. Todo un símbolo, si se quiere buscar ejemplificar, porque también se abrieron las alas de las discusiones, de los contrapuntos y de las genuinas desprolijidades a la hora de definir con precisión, cómo encarar el acto comicial para reemplazar a la actual conducción federativa.

Se dio pie, resultó evidente, al más auténtico espíritu de libertad de expresión, aunque ningún referente abrió la boca para señalarse a sí mismo, cual sugerente candidato a suceder a la señora Élida Saizar, que dijo llevarse “lindos recuerdos” de su paso por la Presidencia de Federación, aunque tiempo más tarde, se permitió no obstante acusar a ciertos colegas, a los que no citó textualmente, de “no haberle permitido trabajar con comodidad”, para entre otras cosas, “cambiar el Estatuto”.

La líder se irá sin lograr algo que anheló con ahínco: la unidad del universo fomentista. Utopía si las hay, mis amigos del alma, ya que al menos, se rumorea que serían tres o cuatro inclusive, los postulantes al cetro de la entidad cumbre del fomentismo local.

Las voces se iban incorporando al debate sin pausa, agitando la nocturnidad. Ante una proposición, se dictaminaba un sí discutido o un rotundo marco de oposición. Con pases de factura incorporados.

Como las entidades de bien público reconocidas son limitadas, se bifurcaron los senderos de acceso al voto. Y como otros vericuetos reglamentarios, opacaban a algunas instituciones socias, sobre todo nóveles, se fue corriendo el velo para facilitarles la visión más promisoria.

Se habló con furia de los “que no vienen nunca pero sin embargo, pagan las cuotas y votan como si tal cosa”. Entonces otra vez la zaranda, separando opiniones y los minutos que demarcaban un espacio de chicanas y búsquedas infructuosas por momentos, de consensos que se yuxtaponían casi a pleno y al unísono.

Hasta se dibujó la parábola sentida de la diferencia existente “entre la letra y el espíritu del Estatuto de la Federación”. Se mencionó en otro tramo a las “concesiones que siempre hemos hecho en esta gestión” para alcanzar medianos objetivos.

Algunos dirigentes sorbían su recelo. Otros no disimulaban su encono. Los más mesurados, iban por el carril de resolver la cuestión antes de que avanzase aún más la noche.

El 15 vencerá el plazo para regularizar instituciones. Cada Junta Vecinal o Sociedad de Fomento, pondrá dos Delegados; uno de los cuales sufragará, el segundo, no. El 27 será el día para presentar listas con once miembros cada una. Cuarenta y ocho horas después, se aprobarán o impugnarán las nóminas. Y el 30 a las 20 horas, habrá una reunión de carácter informativa, dónde se espera, los oferentes cuenten sus planes. El 4 de diciembre, se votará en Yrigoyen y Calle 13 desde las 20:30 horas.

La reunión picante terminó abruptamente luego de que el representante de “Mariano Moreno”, pusiese ante sus pares su filosofía más frontal: “Todo esto tiene su razón de ser porque no han podido distinguir un candidato único. Por eso es este lío. No hay puntos claros, no se dice que carajo quieren hacer con Federación”. José Veyrand sin anestesia, arrojó otra dosis de vacuna contundente: “Juegan a ver quien la tiene más larga”. Acto seguido, se levantó todo el mundo y en la praxis, culminó la formal reunión.

Para Walter “Pano” Vega, que posteriormente habló con este cronista, la disyuntiva no es materia nueva: “Hace tres años que yo vengo proponiendo el cambio de Estatuto y no lo hacen”. Y remachó el clavo sin piedad: “Hacen los encuentros mensuales los días en que yo no puedo ir porque cuido a mi hija”.

Otros dirigentes se han mostrado atónitos y desean que “ojalá no haya una nulidad total o parcial de lo que se actúe, porque la desprolijidad es inmensa”. Temerosos se encuentran de que la “Municipalidad puede quebrantar lo aprobado y el modus operandi elegido porque no se basó el método seleccionado en lo que expresa la letra estatutaria”.

Los cortinados apenas bailan a sazón del viento. Recién se anotó el prólogo. El libro todavía está en pañales.

Por Mario Delgado.-

 

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Las tres

¿El condimento justo?

Se disponen movimientos intensos y replicados en distintos barrios del partido de Olavarría. Se trata particularmente de una sincronización de solicitudes al Estado: que resuelva cuanto antes, la malsana problemática de la inseguridad.

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Se disponen movimientos intensos y replicados en distintos barrios del partido de Olavarría. Se trata particularmente de una sincronización de solicitudes al Estado: que resuelva cuanto antes, la malsana problemática de la inseguridad.

Es curioso, no obstante, pero al mismo tiempo alentador, el conglomerado vecinal levantado en torno al asunto, sin importar distancias.

Venciendo temores lógicos, por lo tenebroso del tópico, sobreponiéndose a perplejidades, haciendo espacio para establecer reuniones y pensando en una agenda que sobresale también del punto especial que los convoca.

Da la impresión, mis amigos, que la delincuencia ha tensado en demasía la cuerda y la gente ya no quiere vivir penando por cuenta y orden de unas pocas almas descarriadas.

Los robos y hurtos se han multiplicado por estos días primaverales en varios sitios lugareños. De modo tal que la impaciencia cundió y devino en la inmediata salida del closet de pacíficos hombres y mujeres que se aúnan con un criterio común: peticionar mayor presencia policial en sus zonas.

El barrio “CECO”, el “Bancario” y el tradicional “San Vicente”, son apenitas algunas expresiones de esta visibilización de todo el pueblo oprimido por las cuitas que les imponen los fuera de la ley. O parte de él… Porque, convengamos, que todavía falta más por ver.

Ante el avance despectivo y despiadado de personas dedicadas a sustraer  lo que es de otros (En la mayoría de los casos, hay menores involucrados en los sucesos tétricos), y frente a una carencia real de respuestas rápidas y efectivas, los vecinos se han colocado el overol, impulsados por la necesidad de ser oídos y atendidos con prontitud sus anhelos.

En algunos casos, la inactividad de las entidades barriales existentes, ha prácticamente obligado a los habitantes a salir presurosos a la calle.

Si el supuesto referente institucional no actúa, o directamente brilla por su ausencia, no quedarán opciones diversas; al contrario, las manifestaciones “autoconvocadas”, tomarán la posta convenientemente y atraerán hacia sí a la Policía y a la Municipalidad, para en principio conozcan de primera mano la temática y luego, demandar de ellos un auténtico compromiso.

Los diagnósticos ya huelgan. Es tan común elaborarlos. Es instante de dar soluciones sin titubeos. La basura no puede ponerse sobre la mesa. Si esta ecuación muta, las consecuencias son denigrantes.

Es verdad que la ciudad que habitamos ha crecido. En tal sentido, es comprensible intuir que cada vez aumenta más, el trabajo de los uniformados. Y, en ciertos aspectos, tienen razón aquellos que sostienen que “los servidores del orden se ven desbordados dos por tres”.

No obstante, y con tal marco de fondo, es interesante subrayar que los Jefes policiales y los encargados comunales de la seguridad pública, no esquivan la responsabilidad y se mantienen acordes con las circunstancias tan cruciales.

Más policías patrullando por las cuadras, mayor transitar de los móviles y el anexo de las motos, son medidas tomadas en concreto y con la velocidad solicitada.

El cambio de guardia de la Policía Local, trajo dramas en un barrio. Corregir ese intérvalo de soledad, ha sido otra acción dispuesta. Lo que habrá que acotar en este contexto, es sencillo: la vecindad quiere que todo este andamiaje colocado en aras de atacar a los impíos, permanezca en vigencia, que no sea una excelsa medida… pero esporádica.

Los métodos de los “cacos” se van modernizando, utilizando toda una batería de estrategias para lograr operar sin incomodidades imprevistas, haciendo laburos previos de inteligencia, con señales, pintadas y todo tipo de recursos.

Será menester confrontarlos con el definitivo destierro del concepto neurálgico tan usual en épocas obscuras del país. Habrá que prescindir del cruento “No te metás” y ser guardianes de la cuadra, avisando enseguida ante el mínimo desplazamiento extraño. Que nadie se sienta excluido de esta cruzada pro vida. Y que tampoco nadie salte a la yugular con ínfulas estridentes de garantismos estériles que nos han llevado a la cima del dolor.

Por Mario Delgado.-




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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho