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Opinión

Opinión: Cuando las aguas no corren mansas

La reunión mensual de la entidad que cobija al fomentismo local, dejó en Pueblo Nuevo, un matiz muy interesante que debiera ser leído con toda autenticidad.

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La reunión mensual de la entidad que cobija al fomentismo local, dejó en Pueblo Nuevo, un matiz muy interesante que debiera ser leído con toda autenticidad.

Una brecha se ha abierto en la senda. Un mojón marca para atentos y desprevenidos, que algo está sucediendo y que se ha de transitar con cuidado.

La variedad de ítems a desarrollar en la fresca noche del lunes 29, fue de lo más concomitante, aunque nada se dijo con respecto a la intervención en Hipólito Yrigoyen, cosa que figuraba en el orden del día (ver nota “Reunión fomentista: la noche arde” en este mismo portal).

¿Por qué tal pelota fue tirada al córner? Puede alguien aducir: “Porque ya se ha fijado fecha para la Asamblea en dicha institución”. El 19 de este mes, habrá que poner la nueva Comisión Directiva en funcionamiento, luego de la triste decisión de aplicarle un cepo a la ex casa fomentista de Omar Iturregui, entre otros.

Ese punto entonces, se obvió, sin prejuicio del tratamiento del resto de la agenda.

Otra apostilla significativa pasa, mis amigos, por los reclamos viscerales y cómo estos se efectivizan. Más allá de la validez profunda de ellos, da la impresión que algunos referentes de los barrios, quizá por la intranquilidad que les genera la no solución de sus pedidos, se advierten exaltados y de malos modales frente a sus pares o ante los presentes en general.

En cierto momento, no muy lejano esperemos, la “Federación” tendría que ocuparse de dar clases de fomentismo, guiar a las personas en los menesteres mínimos. Y la realidad indica que la actualidad requiere indudablemente, personas idóneas, con un determinado nivel intelectual. Mal que nos pese, por supuesto y sin intentar discriminar. Mas la calidad de la tarea, ha de ir junto al orgullo de ser un símbolo en cada barrio o localidad. La preparación es importante, sobre todo cuando hay que dirigirse a personalidades de alto rango.

El respeto a la hora de reclamar y o exigir. Cualidad que no debe deslindarse. En esto, insistimos, habrá que poner manitos a la obra pronto.

Y un párrafo aparte también amerita el rol de la señora Directora de Entidades, Laura Sequeira, que viene ocupando un espacio muy competente, interactuando en un ambiente muy resbaloso. Una vez más ella, salió airosa del encuentro. Quedando sellado en el aire que a veces, los silencios expresan más que las griterías estériles.

Empero los minutos se deshojaban, la tensión aumentaba y un humo recorría las instalaciones de la calle Maipú al 2.800: era el tufillo de la discordia intestina, el cual recorre a varios miembros de la cabeza federativa, esquivos ahorita mismo entre sí por una cuestión: la vuelta al pago de dos personas que han despertado amores y odios al unísono.

Claro que la división parte, al parecer, por una sencilla razón: la Jefa máxima del núcleo, avaló el retorno, teniendo sus razones desde luego, y descolocó a sus pares. O, por lo menos, a dos o tres “popes”.

De ese “choque de cometas”, nace un rumor muy visible: “Federación” se halla en una encrucijada y danza sobre un cable alto. Y toda acción acarrea por deducción lógica, amigos, su consecuencia.

Instalarse frente a un precipicio y dar la espalda a unos y abrazar a otros, trae consigo respaldos amorosos y distanciamientos cabreros.

Veremos cómo se logra reacomodar el buque en medio de la mar inquieta. Se van sumando Juntas Vecinales y las reuniones son concurridas. No obstante, los efectos de los problemas no conciliados, no se pueden ocultar o cubrir con una alfombra.

Ya se citan nombres de futuros oferentes a presidir la “Federación”. Otros en cambio, optan por un perfil más acorde a las circunstancias y sostienen un aval permanente a la señora Presidente.

Entre sombras y luces, acusaciones y faltas de ubicación, la cosa va marchando. En el medio de la polémica, se dio una pausa para darle curso al preocupante rollo de la inseguridad y para escuchar a la concejal y abogada Marisel Cides discursando sobre el “Impuesto a la Piedra”.

Movidita la nochecita. Tal vez el abrazo del final entre todos, represente un hito para enmarcar y una fuente de esperanza dentro de los dilemas, porque al fin y al cabo, somos todos vecinos.

Por Mario Delgado.-




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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho