Opinión
Nuevo encuentro fomenteril
En el salón de la Junta Vecinal “Amparo Castro”, Aguilar 2250, se concretó en la noche de este miércoles 22, entre las 20:30 y las 22:05, la reunión mensual de la entidad madre, la “Federación”.
En el salón de la Junta Vecinal “Amparo Castro”, Aguilar 2250, se concretó en la noche de este miércoles 22, entre las 20:30 y las 22:05, la reunión mensual de la entidad madre, la “Federación”.
Con un número notable de asistentes y con un dato para resaltar, ya que estuvieron presentes el Subsecretario de Gobierno Hilario Galli, el edil Juan Fal y la Coordinadora de Entidades Intermedias, Laura Sequeira.
Durante gran parte del encuentro, la temática se iba prestando para un trámite cordial, donde los dirigentes le marcaban ciertos reclamos al señor Galli. Pero, de pronto, y ya sobre las postrimerías de la noche, se avivó la llama de la polémica con un ítem que trajo revuelo.
Las cartas para iniciar, las barajó José Luis Veyrand, Mariano Moreno, quien felicitó a los dueños de casa y los instó a continuar trabajando y les expresó que no duden en requerir cualquier colaboración de su entidad o de la propia “Federación”.
Acto seguido, tomó la posta María Luján Riquelme, Provincias Argentinas, quien se refirió a una problemática específica de su barrio: los roedores que están en los baldíos y transitan por los techos. Al andar por las chapas, “parecen una persona”, graficó. Galli le respondió que se realizan campañas de desratización a menudo y tomó nota de su petición.
Walter Vega, de AOMA, cargó tintas sobre ciertos vecinos que optan por tener la costumbre de arrojar basura en donde no deben. Se mostró satisfecho por las obras encaradas en su zona y solicitó corregir la acción de la empresa Ola Bus, la cual no cumpliría su recorrido trazado en un sector del barrio AOMA. También sintetizó que los fomentistas han de cumplir un ciclo, pese a que, en ocasiones, no encuentran gente para el necesario recambio.
Jorge Salías, del UOCRA, tiró de la cuerda de un asunto muy sentido: las 39 casas sin concluir en su barrio. Pidió que se intervenga puesto que late la posibilidad de que las viviendas terminen usurpadas. Pidió además, reductores de velocidad.
Gastón Irenpaguate, Coronel Dorrego, visualizó tres puntos: las actividades que se cristalizan en su sede; la posibilidad de traslado de la Escuela 60 a la capilla barrial y recaló a su vez en pedir reductores.
Gustavo Rueda, Bancario II, dejó en claro el drama de los pozos sépticos que se llenan con molesta rapidez y los perjuicios económicos que esto conlleva. Y apuró el pedido de las esperadas cloacas. Laura González, del Trabajadores, fue tajante: “El nuestro es un barrio dentro de un pozo”, pontificó. Contó que la Junta había hecho de dique de contención ante algunos vecinos que habían querido cortar la Ruta 226 por el estado de las calles. La 17 Bis y Avenida Trabajadores “es intransitable”, cerró.
Andrea Coronel, Sarmiento Norte, expuso el anhelo de poseer cuanto antes las cloacas por allí, como así también asfaltar Ituzaingó a Cerrito, por Lebenshon y Juan XXIII, y que se coloquen luminarias. Luego volvería a hablar, desatando un estruendo en la calma noche.
Gustavo Almeida, Sarmiento Norte III, de reciente formación, marcó la búsqueda de cloacas, luz y tapar los pozos en varias arterias. Graciela Teuly, Facundo Quiroga II, tiró las redes por seguridad y reductores.
José Aranze, Villa Aurora, rogó por una explicativa cartelería que facilite el ingreso a su barrio. Veyrand, pidió a Laura Sequeira que vuela a vivir la Sociedad de Fomento Yrigoyen, pedido que formalizó “en nombre de Omar Iturregui”, emblema del lugar en cuestión. Sequeira brindó el dato de que la venidera semana “abrirá las puertas esa institución”.
Y cuando las aguas corrían mansas, surgió la consulta de Andrea Coronel que abrió la discusión: “¿Qué pasó con la carta que “Federación” iba a redactar para los concejales, para que traten el tópico del Impuesto a la Piedra?
Esto se conversó el 22 de febrero, en Colonia Hinojo. La misiva no se redactó todavía y hubo un entrecruce de opiniones del que tomaron postura varios referentes. Que sí, que no, y al final decidieron que se verán las caras el martes 28, desde las 17 ahí mismo, para sincronizar la redacción y luego llevar el documento al HCD local.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-