Opinión
La camiseta de “Cambiemos”
La camiseta de “Cambiemos” se la pusieron en nuestro reducto, oportunamente, varios exponentes de la política, a saber: la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica y el PRO. Antes de cerrar el año pasado, se instauró también otro vértice: Unión por la Libertad, espacio guiado por la ministra Patricia Bullrich.
El punto de partida del murmullo, “del revoleo”, que da origen a esta columna, lo traza hoy la decepción de ciertos “radichetas”, ante la tormentosa escasez de interrelación ofrecida por el Gobierno del distrito Olavarría, a la UCR.
La ausencia de funcionarios de primer, segundo o tercer orden, que pertenezcan al centenario partido, ha ido minando la percepción de militantes y referentes que aguardaban naturalmente, otra cosa. Mucho más constructiva…para ellos.
A excepción del experimentado arquitecto don Ernesto Cladera, que se convirtió en varias oportunidades, en un auténtico vocero oficialista dentro del Deliberativo, (soportando sermones de correligionarios) no han sonado apellidos que calcen la “boina blanca”, con un dejo de participación colectiva con sus pares macristas en la tarea de liderar la ciudad.
Si hasta algún entusiasta asistente a reuniones, en el amplio y remozado local de la Vicente López, extraña esos días aciagos de planes y sueños de gloria.
Pero la cúspide se alcanzó, se escaló el Everest y aquí estamos. Con radicales sufriendo y con los de UxLO, sin poder abrir la puerta para ir al ruedo en conjunto. De la CC, nadie sabe nada, por ahora claro, porque es probable que reaparezca, más cerca del tiempo electoral pertinente.
La procesión va por dentro y los émulos de Yrigoyen, pueden tomar distintas sendas. O ya lo están haciendo, sin volver la vista atrás.
El único problema radica, sin embargo, en que aquellos que han abordado el tren denominado “GEN”, con la conducción de la Diputada Margarita Stolbizer, es probable que tropiecen con una piedra de fuste: la puntillosa legisladora, está coqueteando, políticamente hablando, con don Sergio Massa del Frente Renovador, o Frente UNA.
Lo cual podría resultar en una vuelta alrededor de la cinta de Moebius de nunca acabar. Sapo tras sapo y la panza se indigesta. Por otro lado, también se esboza por ahí la posibilidad de una “Operación Retorno” del ex Senador y ex Intendente don José María Eseverri al campus massista.
La hecatombe está de tal manera en ciernes y los radicales “disidentes”, espolean su caballo hacia otra tierra de promisiones. ¿Pero cuál es la adecuada?
Con un partido a nivel nacional y provincial, respaldando la unidad, no quedan demasiados movimientos por hacer. Y menos éstos debieran ser imprecisos.
Mientras aliados, socios y demás amistades, tratan de hallar un trozo de terreno fértil, el Palacio San Martín se predispone a los ejercicios previos.
Al no poder llevar a Cladera como punta de lanza en la boleta de los ediles, la búsqueda se irá dando entre los funcionarios, entre los que concretan cada día, la misión de administrar y gestionar.
Un nombre por aquí, otro más allá y lo práctico es ¿quién conviene? O ¿quién convence hacia afuera?
Algunos datos los irá decantando el devenir de aconteceres. Con la visita del “Indio”, por ejemplo, algunos colaboradores del doctor Ezequiel Galli, se juegan su cabeza. ¿O acaso no han pensado ustedes, mis amigos, que si cometen yerros de peso, la eyección de sus asientos, no será lo más leve que les ocurra?
Si el éxito acompaña, quien te dice que por ahí, no suenen apellidos para “primeriar” la lista local.
Otro rimbombante suceso, que tiene otro cariz desde luego, mas es sumamente atrayente, es la elección de Delegados en las localidades, hecho sustancial a ocurrir el 19 de marzo.
¿No creen que quienes pintaron este cuadro, pese a las controversias y atendibles críticas, van a alcanzar un lindo predicamento social, si las comunidades terminan felices, obvio? Sino, a preparar el diván para el análisis.
Como ven, la casaca de “Cambiemos”, la posee y distribuye para cada cotejo el PRO vernáculo. ¿Continuará siendo de tal manera o habrá variantes?
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-