Opinión
Inclinaciones
De a pasitos nos arrimamos al primer año de gobierno del abogado Ezequiel Galli. Y las consideraciones para hacer, en familia, en el trabajo o en una mesa de café, son indudablemente, de diverso tenor.
Una gestión que arrancó de cero, con funcionarios relativamente noveles en esto de administrar la cosa pública, salvo excepciones muy puntuales.
Una etapa que abrió su puerta poniéndole fin a una forma de conducir los destinos olavarrienses, que ya tenía su impronta y que se venía perfilando, en las esferas teóricas, como para permanecer aún más tiempo.
Pero no, la contundencia del triunfo del Frente “Cambiemos”, fue de una firmeza vital, impresionante, sin dejar espacios a dudas. El golpe de yunque dio por tierra con aspiraciones del anterior oficialismo que, de pronto, tuvo que acomodarse en otro casillero y asumir otro rol: el de opositor, noble tarea también por cierto.
No ha resultado fácil para nadie este 2.016. Quien de un discurso en dirección contraria, mis amigos, o yerra adrede o no vive en este país y menos en esta ciudad.
Se vienen arrastrando pesadas cadenas y todos los actores políticos lo saben. El punto es muy simple y pragmático: las circunstancias varían en la óptica de la opinión o del hacer, de acuerdo al lugar donde se permanezca situado el sujeto.
Galli ha demostrado en este lapso que anhela construir poder; que desea conquistar al ciudadano cada jornada. En pos de ese objetivo, va caminando por los dominios de la función asignada por el voto mayoritario de 2.015.
La incertidumbre del comienzo, cuando se encontraba frente a un desafío imponente, reposicionar a la comarca de los Eseverri en otra dimensión, fue cediendo paso a un estilo incipiente pero que afloró con el correr de las semanas.
Entonces, entre variaciones de nombres y reuniones vecinales con su equipo, se brindó la gran conferencia del verano hirviente en “La Máxima”.
Con los botines de punta, el Jefe Comunal, se despachaba con misiles de corto y largo alcance, achacándole a sus predecesores una pésima administración de los bienes del erario público, sobre todo luego de comprender que las elecciones les eran adversas y que ya eran historia, al menos por unos años.
Habían quedado deudas por doquier y localidades desiertas de máquinas en las Delegaciones. Proveedores ávidos de cobrar y bastante personal con negativa predisposición ante los nuevos Jefes.
Los eseverristas plantaron bandera y en reiteradas ocasiones, dijeron lo suyo. Con los parientes del intendente, con contratos a determinadas empresas y con otras cuestiones subyacentes.
Funcionarios claves que se fueron, inquietaron las oficinas políticas. Un pedido de aumento de tasas y una acusación directa de la vereda de enfrente. Y un rumor de carencia de insumos en el Hospital y ya las voces opositoras se escuchan, altisonantes.
Se ha observado con personal criterio, desde Rivadavia y San Martín, a barrios que peticionaban ayuda desde hacía siglos. Se les ha puesto en otro concepto. Y tal aseveración la expresan los propios dirigentes barriales y los mismos habitantes de esos espacios.
Ha dispuesto también el Intendente otro tipo de relación con el fomentismo. Aunque genera controversia la forma en que se lleva adelante tal propósito. Y divide aguas fomenteriles.
“¿Por qué no le alcanza lo que recauda?”, suele significar un opositor. En breve se debatirá en los pupitres de los señores concejales el Presupuesto del venidero ciclo, con un relevante incremento con relación al del presente ejercicio.
Y una solicitud del Palacio San Martín para aumentar tasas, reiteramos, e inclusive, crear una más. Dilatado tema que, tarde o temprano tendrá su golpe de efecto.
La cara puesta por los responsables de Salud, en Hinojo, viene a generar paños fríos, a corregir cierta indiferencia presumiblemente demostrada ante la magnitud del drama de la localidad del riel. Se arma con las promesas oficiales de resolver el intrincado asunto, un compás de espera, una tregua.
El urticante tema de la seguridad, cada vez más endeble, los despidos en fábricas y los ítems nacionales con coletazos locales, son y serán argumentos para divisar, para centrarse en ellos con respuestas hacia los pobladores. No todo depende del Municipio, mas todo le incumbe.
Como cierre de año, la exitosísima Fiesta Aniversario y el anuncio polémico de la venida del Indio Solari en marzo.
Algunos dicen que don Ezequiel no recibe a nadie. Otros que hay malos tratos en diversas áreas de gobierno. Un tercer grupo que no se ven grandes obras propias. Y también existen quienes señalan que si se va prolijamente por el carril, habrá éxitos para cosechar.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Lo bueno de tener prioridades
Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.
Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar.
Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego.
A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa.
Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera.
Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas.
Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido.
El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría.
Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad.
Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?
Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora.
Por Mario Delgado.-
Opinión
Te acostumbrás
Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera.
“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo.
La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos.
Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto.
Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros.
No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.
En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino.
Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes.
Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales.
Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre.
Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás.
Por Mario Delgado.-