Opinión
Opinión: El apuro de los barrios
Podemos entender que hoy la Federación de Sociedades de Fomento y Juntas Vecinales, posee una conducción que, por primera vez es femenina, y que camina convencida, con paso firme, aferrada a su experiencia y a su ideario fomenteril de tres décadas de laburo constante en su zona de influencia.
Recibiendo críticas y avales, la señora pilotea un barco que contiene carga difícil de tratar y tal cosa requiere, entonces, cintura política como se dice, para llevar a buen puerto la nave y conciliar objetivos trascendentes para el mundo barrial en general.
Se intuye desde luego, que no es tarea sencillita, puesto que, como en cualquier grupo o asociación, se convive con una paleta amplia de opiniones y visiones ante inclusive, un idéntico ítem.
Hete aquí pues que llegan momentos álgidos, donde la disposición y el Estatuto, han de salir al cruce y orquestar un resultado acorde y beneficioso en definitiva para la actividad abnegada y siempre digna de subrayarse de los señores fomentistas. A veces conlleva consenso, otras voces encontradas.
En este contexto, las diatribas son varias, puesto que están aquellos que apoyan, desde el minuto cero, y otros que no comparten ciertas decisiones y buscan hacerlo saber.
El tema en cuestión redunda, por tal motivo, en discernir el método a emplear por los opositores. Se puede accionar una palanca demoledora y salir con los tapones de punta o ser un tanto más discretos, aunque en el fondo, anhelen un viraje de rumbo.
Atacar abiertamente a una dama, no es conveniente ni institucional ni socialmente. Y convengamos que este tópico ha sido contemplado, aunque nadie juzgue pertinente exponerse en medio de las olas.
Sin embargo, lectores del alma, la procesión va por dentro. Y, en algún caso, es netamente política. No andemos con vueltas que ya mareados estamos. Las sombras de ayer, se presentan en sociedad cual luz de ahora.
Y por si tal situación no bastase, existe también otro apéndice que enarbola la bandera de la unidad barrial, con una presidencia al tanto de tal sentir, y con un proyecto decisivo: marchar en pos de un fomentista que llegue con el baúl cargado de propuestas, al Concejo Deliberante local.
Aquí se produce un interrogante de fuste: ¿Cómo armar tal fortaleza, con el oficialismo de primordial aliado, con la oposición o crear de la nada un partido de carácter vecinalista?
Son diferentes accidentes dentro de una misma toponimia. Por eso resulta importante el equilibrio conductivo de semejante entidad progenitora del fomentismo vernáculo.
A todo esto, también se mezcla la realidad de los barrios que empujan el carro con ímpetu más o menos huracanado. Porque a la sazón, la están pasando mal los vecinos con la constante intromisión de la inseguridad. Y se le anexa el dramón de laburantes que se van quedando con las manos vacías, sin pique. Lo cual amerita un dirigente barrial con claridad de actitud para ponerse a la cabeza y abrir el abanico y tocar los timbres precisos.
En el medio, el Municipio y el eseverrismo, expectantes.
Por Mario Delgado.-

