Anticipo
¡Insólito!
Mirando ahora en retrospectiva los aconteceres dantescos y sin precedentes del sábado último en Belgrano 3351, hemos de coincidir seguramente, amigos lectores, que van quedando una serie de incógnitas dignas de ser desmenuzadas con tranquilidad, para intentar modestamente claro, echar un haz de luz sobre tamaña experiencia de violencia intempestiva. Por Mario Delgado.-
En un orden de aparición mental las iremos colocando, lo cual no representará necesariamente, salvaguardar el orden cronológico real de los hechos.
1°) Nos toca muy de cerca, para arrancar, la carátula asignada a este desmán tan fílmico: “Daño agravado, abuso de arma, amenazas agravadas por el uso de arma de fuego, atentado y resistencia a la autoridad”.
Impresiona, desde luego aunque aún nos puede sin embargo dejar estupefactos por una cosa: no figura en ningún momento el consiguiente intento de homicidio que es bien entrañable con todo el paquete dramático que se observó en la jornada sabatina.
2°) Por otro lado habría que resaltar la tarea encomiable del policía que colaboró, pese al zumbido atemorizador de las balas, para que la ex mujer y los hijos adolescentes del originador de la locura, se alejaran sin recibir daño alguno del álgido sitio en cuestión.
3°) Un nuevo detallecito se nos acerca punzante y nos interroga con voraz acento incisivo: “¿Cómo es factible, amigos queridos, que un individuo ya denunciado por problemas con su ex señora y en su ámbito familiar, continuase prestando servicio en su Unidad Carcelaria de Magdalena?
Las vicisitudes del sábado no permiten titubeos: el sujeto, Walter Galarza, no estaba bien de salud psíquica. Prueba de ello se daría con creces en la manera de llegar y de actuar hasta que un disparo certero lo desmoronó por completo.
Hemos al menos estremecernos. Pues si un hombre de tales caracteres es miembro activo de una Fuerza de Seguridad, entonces estamos medio al horno como sociedad.
Somos conocedores de las innumerables carpetas médicas de los uniformados policiales. ¿Es que acaece idéntica cotidianeidad en este círculo también? ¿Ningún colega o superior de Galarza se percató de su enfermiza caída en un pozo depresivo, rayano a la incomprensión de sus propósitos abusivos?
4°) Se ha puntualizado que la mujer acorralada, también penitenciaria dicho sea de paso, no le dejaba ver ni estar con los hijos. Desconocemos en rigurosidad cómo era tal tópico. Si es verdad que a veces, se coloca a los descendientes en medio de una puja de pareja. Sea como fuere, nada habilita a nadie, a obrar como lo hizo éste personaje.
5°) Otro ítem a desmalezar es el tiempo de duración total del tristísimo episodio. Si la familia ya se había ido y si el enajenado penitenciario estaba solo dentro de la casa de dos pisos, ¿no había método para sacarlo antes de las 15 horas y fracción?
Es entendible la excusa y la etapa de negociación. Es comprensible a su vez que el hombre estuviese cada rato más alterado. Verse nombrado en los portales le originó más adrenalina demoníaca. Mas el lapso de demora fue extenso.
6°) Y, para ir cerrando este cúmulo de preguntas lanzadas al azar, podríamos inquirirnos que hubiera sido del asunto si el atrincherado hubiese sido un civil cualquiera. Recuerden por un minuto el disparo mortal de un servidor del orden a un deprimido muchacho, de apellido Ortega, a la vera del arroyo. Oh, casualidad, esa víctima fatal tenía justamente problemas personales de atención.
En consecuencia, habrá que aguardar la resolución de la Justicia en un tópico que siembra desazón porque mientras tanto, el penitenciario está procesado y custodiado pero … libre. Cuando menos ¡INSÓLITO!
Por Mario Delgado.-




