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Opinión

Lamentable suspensión de la Sesión Especial

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La virulencia de la nocturnidad del miércoles en pleno centro ciudadano, no cesa en las retinas y en los oídos, de quienes, de una forma u otra, terminamos siendo testigos privilegiados de circunstancias increíbles y fuera del orden constitucional.

En primer lugar cabe destacar que la Coordinadora por el Boleto Gratuito, quedó “empantanada” en medio de una puja de poder que complicó y prohibió así como si nada, mis amigos, la reunión deliberativa local.

Estamos sin dudarlo un minuto, ante un significativo instante de la vida republicana nativa muy delicado e intrincado. No hay sitio para tibios ni tibiezas. Sin embargo, lo sucedido anoche mismo, nos transporta a un laberinto obscuro y de enfrentamiento inútil entre choferes de línea y estudiantes, destinatarios principales de la pretendida Sesión del 1° de junio.

Lo esencial de la charla en los pupitres de los concejales era (o iba a ser) el análisis del veto del Alcalde a la ya rubricada Ordenanza respectiva. Y, al parecer, se desvió el interés hacia otra parcela, llevando la lucha a suponer, a viva voz, que la aplicación de dicha disposición legislativa, traería aparejada, amigos del alma, una casi inmediata caótica vicisitud: el despido de los señores laburantes del volante.

Decir que los componentes estudiantiles no se posesionaron del espíritu belicoso de los miembros de la UTA. Si así hubiese sido, las consecuencias nos dictarían pésimos resultados.

Sobre todo por la ausencia sorprendente de los servidores de la Ley. Mirar en busca de un policía, no era tarea fácil: no se ubicaba a ninguno. ¿Casualidad? Sospechosa inoperancia, si se tiene presente que no era de desconocimiento público lo que se tramaba, e inclusive con la calle Rivadavia intempestivamente clausurada al tránsito de vehículos.

En todo caso, ¡qué tétrico panorama se nos visibiliza! Porque si los émulos de Juan Vucetich, no están en condiciones de actuar ante tamaña realidad, ¿qué nos queda?

Si hubiese habido pelea a golpes de puño, por ejemplo, ¿quién se hacía cargo? Para meditar y buscar la punta del ovillo.

Lo concreto fue que los “coordinadores”, interpretaron a tiempo la película que se exhibía en la vereda de la Sociedad Española y se retiraron con premura y ahora decidirán qué pasos adoptar en su misión pro gratuidad del boleto.

Por otro andarivel, caminan las recíprocas acusaciones de los oficialistas de hoy a los de otrora. Mas no se debe perder la visión central en tal sentido. Lo de este inicio de mes, fue histórico; nunca hubo un antecedente en democracia de una Sesión rota, quebrada por la voluntad de matones y de hombres y mujeres de una empresa o un gremio, por “pesado” que éste fuese.

Quisieron derrotar al poder legislativo y lo consiguieron. Con la consigna “no pasarán”. Los alientos de mea culpa debieran empero arribar, aunque más no sea de a poquito.

Para que el olavarriense no deje de creer en sus referentes. Porque quedó plasmado que más de un dirigente, no estuvo a la altura del tiempo y del espacio.

Y también es digno observar el cuadro para cerrar filas en aras del sistema. No sea que, de aquí en adelante, cualquier “cacatúa” se plante como “Rambo” e impida sesionar a los ediles, con excusas nuevas o viejas.

Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho