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Opinión

También existe un barrio llamado “La Araña”

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Cálida la tarde del domingo 10 de abril. Desde temprano los movimientos fueron incesantes en el dominio medio tapado del barrio “La Araña”, o sea allá por la Rivadavia, pasando “Los Robles”. O, si ustedes lo prefieren, mis amigos, en Alsina y Calle 4, que fue precisamente el epicentro del evento que convocó a 300 personas, organizado por el Grupo “Sumando Sonrisas”.

Hay que ingresar al sector por Rivadavia, eso sí. Y entonces los ojos abiertos pueden caer en la cuenta de un montón de falencias de vieja data. Por eso es interesante este acercamiento con música, inflables, payasos, gaseosas, chocolate y tortas. Pero además, hubo juegos y torneos de fútbol y vóley para los chicos que se divirtieron a sus anchas, con hermosos trofeos para los ganadores, donados por Rotary Club Olavarría Norte. Hasta exquisitos huevos de pascua, regalo gentil de la Comisión Barrial del “Nicolás Avellaneda”, que se anotó a la velada con disposición entusiasta.

Y mientras los hacedores de la fiesta, iban de un lado a otro, cuidando de cada detalle, una vecina, María Córdoba, nos explicó en exclusiva: “Acá la calle era un desastre, hasta que vino la Municipalidad a limpiar y arreglar. Prepararon un predio para que jueguen los niños”.

En cuanto a los servicios, el panorama es bastante obscuro: “La Rivadavia y estas calles, no poseen luz. Lo único que disponemos es de agua. La recolección de residuos se hace una vez por semana y no contamos con gas natural”.

Al instante se sumó otra vecina, María Molinati que contabilizó sendos pedidos: “Nosotros lo que queremos es una iluminación como corresponde; que arreglen las calles; una plazita para los chicos y que pueda ingresar aquí el transporte público. Cuando llueve, los niños se embarran pues van a tomar el colectivo a varias cuadras”.

Un inconveniente no menor a considerar, amigos lectores, son los vehículos de alquiler que “no quieren entrar los remises, o por el mal estado de las arterias o por la escasísima luz”.

La vorágine festivalera no se detenía y comenzó a cantar el experimentado músico Pablo Alejandro Rodríguez que hizo bailar hasta las piedras. También cantó una joven y talentosa voz, Macarena Rodríguez que bien deleitó a los presentes.

El ambiente se fue poblando de risas y optimismo. “Único Mino” entretuvo a los más pequeñines y hubo un servicio de peluquería inclusive. Por su parte, la Agrupación “La René Favaloro”, de la Escuela Superior de Medicina, se dedicó a hacer prevención de la salud y tomaron la presión a quienes se arrimaban a su puesto de acción.

Los profes de Educación Física del CEF 47, oficiaron de árbitros de los partidos de vóley y fútbol. La gente podía, entonces, disfrutar de diversas actividades.

El doctor Omar Ramcez, acompañado del señor Osvaldo Barbosa, presidente rotario, se deslumbraron con el espectáculo dominguero. Y arribó al barrio el Intendente

Ezequiel Galli y parte de su Gabinete

Ante este medio, el Jefe Comunal, expresó: “Yo estuve durante la campaña y tuve una reunión con vecinos. Ahora pudimos mandar las máquinas, emparejar las calles y hacer limpieza y hoy venimos a este festejo barrial”.

“Este sector es bastante complejo, por eso se llama “La Araña”. Es uno de las zonas más olvidadas y hasta parece que el terraplén lo esconde”.

Luego, en su diálogo con los asistentes, se oyeron los reclamos y oportunamente también algunas cuestiones a gestionar desde el ámbito Ejecutivo: una plaza con juegos, que la recolección de residuos conste de una frecuencia distinta a la actual, o sea de tres veces por semana, un encuentro próximo con Coopelectric por el alumbrado público y el cordón cuneta.

Con las caritas cansadas pero felices de los angelitos, con la satisfacción de un encuentro fructífero, los sonidos se diluyeron lentamente. Ya era la hora 18. En el predio y en el alma de los gestores, quedó un gusto alegre y emocionado.

Por Mario Delgado.

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho