Opinión
Estamos conectados
Las redes sociales son un vehículo utilizado por todas las franjas etarias de la sociedad actual. Y, de esa camada, nace lo que bien podríamos denominar, una nueva forma de protección vecinal, o sea, mis amigos, los grupos de Facebook que llevan adelante un objetivo primordial: mantenerse atentos a las novedades en las calles y en las casas de quienes pertenecen a tal núcleo virtual.
Virtual, sí, pero real y tangible también porque hay una estrecha relación práctica que facilita ir sabiendo las cosas en tiempo récord y por fuera, incluso, de lo que se traslada a los medios tradicionales, en este caso específico, locales.
Ser parte del equipo requiere obviamente, una cierta predisposición a escribir “al toque” cualquier movimiento que resultase sospechoso. Y, sin dejar pasar por alto, un compromiso tácito de velar por la seguridad del vecino que, por equis motivo, se ausente unos momentos o días, de su domicilio.
Estando conectados, no existe posibilidad alguna de que algo se escurra sin ser advertido a tiempo. La asociación es una auténtica “empresa” de seguridad, sin fines de lucro claro, al total servicio del otro, del que vive al lado o un poquito más allá, sin embargo la cuestión fundamental es “cuidarnos entre nosotros”, al decir de una joven mujer que es “miembro” de un grupo de estas características.
Los mensajes en la “compu” o en los “celus” habilitados para recibir vía Face o Whass App las notificaciones, suelen contarse por decenas y son variados, yendo desde aquellos que ponen una voz de alarma, hasta los que dan perfecta cuenta de cómo un vecino “justiciero” cautivó a un hampón y lo está moliendo a golpes de puño.
Hay un caso muy risueño de un ladrón que ingresó a una propiedad y, mientras la Policía tramitaba su accionar, un señor, en la casa lindera, lo sujetaba convenientemente al indeseable.
Los uniformados ni enterados estaban de esa capacidad de reducir sujetos díscolos de tal hombre y, finalmente, lo cargaron en un patrullero.
Cabe destacar, amigos, que los testimonios son atractivos, pero en la mayoría de los casos, los componentes de los grupos, subrayan la enorme desprotección que han experimentado y que los ha casi obligado, a unirse en pos de un escaloncito más arriba de tranquilidad barrial.
Ver y oír, percibir, palpar situaciones y volcarlas en la medida de lo factible, sobre la máquina que transmite el “recado” a los demás amigos que entonces se pondrán sobre aviso o se alegrarán si la noticia es de un “merodeador” puesto en su sitio.
La red emana nerviosismo. Honda preocupación y sobre todo, en quienes han padecido en carne propia el influjo delincuencial activo de la ciudad.
Porque una cosa es “tocar de oído” y otra muy distinta, haber padecido los influjos de los malvivientes. No obstante, el temor no los ha paralizado ni enclaustrado; por el contrario: los ha convencido de que algo se debe cristalizar, en auxilio de esa “pata” que aun renguea del Estado, o sea, la consiguiente mirada perenne que los estamentos adecuados tendrían que otorgarle al pueblo.
En definitiva entonces, amigos, quienes han sido víctimas y los que por suerte no, aúnan criterios y se conectan en búsqueda de la paz. Un granito de arena tecnológico que bien merece un momento de reflexión de todos, ¿no les parece a ustedes?
Por Mario Delgado.-




