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Opinión

De la Plaza a la Biblioteca

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Entre los temas tratados y aprobados en la noche del jueves 14 en el recinto deliberativo local, vamos a trasladar a nuestra columna de hoy, dos asuntos: por un lado, el fomento a las “biblios” públicas y por otro, mis amigos, una Resolución en favor de los componentes de un núcleo de artesanos, denominados “La Minga”.

1.- “La Minga”.- Con barra incluida, con carteles y con mucha adrenalina, se estudió el entramado de una cuestión controversial: la presencia, para feriar, en la plaza central de los artesanos de ésta organización citada.

Hasta enero le habían puesto color y ritmo al microcentro con sus stands diversos. Sabido es que el universo artesanal es muy particular. Ellos manejan sus códigos, sus propias consignas. Y detrás de cada artículo puesto a la venta, se denota una historia, un tiempo de elaboración, una paciencia única.

En Olavarría coexisten varias asociaciones de estas personas que hacen y comercializan productos artesanales. Y cada quien posee su impronta. Con sus liderazgos también.

En este caso, la voz, la cara visible ha sido y es la señora Patricia Bahl, conocida dicho sea de paso, por su militancia político partidaria.

Quizá no estemos aquí entonces ante un dato menor. Porque las incógnitas se plantearon justamente en la justificación realizada por el edil Einar Iguerategui. Y las preguntas tienen esencialmente que ver con un extraño ¿por qué?, el cual no ha quedado lo suficientemente dilucidado, de acuerdo a los comentarios de los “mingueros”. Por eso se aglutinan en torno a una duda: ¿Cuál es la razón para dejarlos sin su hábitat de laburo? Las explicaciones desde el ámbito oficial apuntaron a señalar que habrá que concretar una remodelación en breve del espacio verde central y dotarlo por ende, de un mejor espectro de luminarias.

Una alternativa de traslado de los puestos, la constituyó la plaza de Pueblo Nuevo, la “López Camelo”. Los resultados económicos para los amigos feriantes no fueron ni por asomo, idénticos. La clave la expresa la fuerza de la circunstancia y de las costumbres lugareñas: por más que se desee torcer el brazo de la gente, la población se cobija en el rectángulo habitual; no va en carácter masivo a otro sitio similar, léase la plaza que está frente a la Escuela 4.

En consecuencia, la polémica se instituyó. Y la puja, entre dimes y diretes, llegó al HCD, donde se le dio cabida con la aprobación por unanimidad de una propuesta que, ahora deberá resolver Rivadavia y San Martín.

La dinámica quedaría subsanada a medias con una feria por mes en el corazón ciudadano y el compromiso de dejar todo en orden al retirarse. Veremos cómo reacciona la otra pata de la mesa, la faz ejecutiva.

2.- Bibliotecas públicas. Que hay un extenso sendero por recorrer en pos de proteger, desarrollar y fomentar las casas de la cultura, extensivas de los preciados tesoros que son los libros, es algo patente en nuestro medio.

Y ya venía bastante postergado el tópico, que se hamacaba incómodo en los cajones de los representantes del pueblo.

Pero claro que sí: era una imperiosa necesidad que se dilataba enroscada en excusas casi pueriles.

“Los volúmenes han de ser el espíritu y el corazón de la educación”. Esto es un concepto bien digerido, mas no tan aplicado en la diaria praxis. Aunque, amigos, los señores concejales parecieron interpretar por fin que sin el auxilio del Estado Municipal, será harto imposible la subsistencia de algunas entidades libreras.

Sin dejar de lado ninguna, porque en rigor de verdad todas a su turno son ponderables, pero tal vez la más comprometida desde la óptica del dinero, sea la Biblioteca de los Veteranos de Guerra de Malvinas, o sea la “Crucero general Belgrano”, que se proyecta a la comarca desde su lugar en la Avenida Pellegrini. Con un anexo interesante y para subrayar: es una de las dos “biblios” provinciales fundadas por ex combatientes.

Por tal motivo la noche recibió con beneplácito los argumentos de Einar Iguerategui, Marcelo Latorre, Gabriela D´elía, Adriana Capuano, Ernesto Cladera y Germán Aramburu.

Además, el paraguas protector se amplificará a varias colegas bibliotecas que también requieren algún tipo de asistencia. La mano tendida de la Comuna permitirá oxigenar una actividad que se da día a día con gran tesón y cariño.

Por Mario Delgado.-

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Opinión

Lo bueno de tener prioridades

Tener prioridades es realmente óptimo: sugiere, entre otras cosas, que el individuo o los gobiernos de los tres niveles, poseen un criterio juicioso, y cuentan, además, con un proyecto de vida de largo alcance.

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Marcar las cuestiones a realizar o resolver con premura, habla bien y nos habilita a creer que hay una contemplación completa de la realidad, y, en base a tal visión, se planea un estricto núcleo de objetivos a cumplimentar. 

Marchar por la senda sin rumbo, sin norte ni guía, es mala o necia, al menos, señal. Por tal motivo se interpela siempre a cada quien, contar con una agenda al alcance de la diestra. Y activar los hilos en consecuencia, desde luego. 

A propósito, este pequeño marco introductorio pretende depositarnos, mis amigos, en un ítem crucial para la concreción individual y colectiva como ciudadanos plenos. Y, conviene por cierto mencionar, la imposibilidad de seguir guitarreando en esta temática que ofreceremos, y desprenderla lo antes posible, de fanatismos partidistas. Me refiero en concreto a la Educación nuestra, en esta nación gloriosa. 

Se ha difundido hace horas atrás un informe contundente por parte de la señora Ministra de Educación de CABA que sentencia con supina espontaneidad, los vericuetos de la niñez y adolescencia que no transitan por un camino elogiable en materia de aprendizaje, llegando a terminar la Primaria o estar en Tercer Año de la Secundaria y no saber leer y escribir sin yerros y tampoco poder comprender y explicar con palabras propias, un texto cualquiera. 

Tamaña deficiencia se ata, en cierta manera, al tiempo de parálisis escolar impreso por la pandemia y la sucesión de cuarentenas. Podríamos asimilar tal contingencia en mayor o menor talante; sin embargo las deducciones del informe van más allá del proceso frontal del Covid 19 y sus medidas aleatorias. El problema a aceptar sin disimulos ni excusas mantiene firme la idea de que, en rigor de verdad, hay un drama previo, un dilema estructural que se agudizó con el virus chino, pero no es solamente esta reciente etapa dispar, entre la virtualidad y la ausencia en las aulas. 

Aún se agrega otro condimento no menor: se ha hecho un relevamiento entre una determinada cantidad de chicos, de entre 12 y 16 años, para averiguar si logran captar los subtítulos de las películas habladas en inglés u otro idioma, en cines o dispositivos hogareños. El análisis resulta desalentador, puesto que la gran mayoría, expresa no alcanzar a leer en tiempo real los zócalos correspondientes, no por interferencias en la visión, sino por no saber leer de corrido. 

El temido abandono del noble hábito de la cotidiana lectura, es una incómoda piedra puntiaguda en el calzado. Y no se notan visos de mejoría. 

Como daño colateral, por otra parte, del virus coronado, se ha comprobado que alrededor de 600.000 alumnos en el territorio nacional y 200.000 en la Provincia de Buenos Aires, no retornaron a sus establecimientos educativos al abrirse la famosa y tardía presencialidad. 

Un escándalo, sin objeciones de ninguna naturaleza. ¿Y ahora, quién carga con semejante cruz social? Porque, ¿alguien puede aseverarnos que tales pibas y pibes, volverán raudos a sus obligaciones escolares, al ser visitados por un docente o asistente social?

Una auténtica lástima que redobla la apuesta a constatar en qué sitio hemos colocado a la educación. Obvio, que ha descendido varios peldaños de cómo supo hallarse situada otrora. 

Por Mario Delgado.-  

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Opinión

Te acostumbrás 

Un amigo, un poco mayor que yo, me graficaba ayer que, en rigor de verdad, los argentinos nos vamos acomodando, nos adaptamos, con suma ductilidad, aunque refunfuñemos, a ciertas cuestiones demenciales que debieran sacarnos de quicio y movilizarnos de otra manera. 

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“Te acostumbrás”, me pontificó, despejando incluso con tal frase, cualquier sombra de duda que pudiera subsistir aún. No hay pena ni atropello que no se nos haya puesto de manifiesto, y, sin embargo, continuamos erguidos como sociedad y metidos cada quien en lo suyo. 

La escasa atención que le brindamos a los sucesos del entorno, tal vez tenga mucho que ver con las instancias personales de cada sujeto. Las ocupaciones son cada vez más en base a que el dinero rinde menos. 

Se naturaliza la opción del mayor esfuerzo y la gente dispuesta, sale en pos de ganarse el cada día más caro, pan vital. Una pequeña gran gragea, un botoncito de muestra que nos revuelve la panza, pero, reitero, no todavía como la contingencia requiere de un pueblo auténticamente agobiado y harto. 

Los niveles de corrupción piramidal se elevan a la enésima potencia, revolean bolsos con dinero mal habido en conventos o cuentan plata afanada en sendos videos virales, y todo gira sin más que algún comentario atrevido, desafiando a la ya incorporada manía de soportar y sobrellevar el drama, las culpas de otros. 

No se hace ni siquiera un necesario gasoducto y luego llegan los “verseros” de siempre, con excusas y mensajes altisonantes. Y los robadores de vacunas contra el Covid se pasean orondos, dando cátedras seguro, de cómo fomentar el buen turismo ahora que todo mundo acató órdenes salvadoras. Hipócritas impíos, exonerados por el poder, como un tal Firmenich o un viscoso Verbitsky. Falsedades convertidas en relatos presumiblemente verídicos, para entretener a la platea boquiabierta, que no despierta.

En tal contexto de locura y terror, no escasean los heridores del campo, los que nada saben del trabajo aguerrido de los productores chicos o medianos, y demonizan al sector, olvidando que de ahí emana el 65 % de lo que consume el argentino. 

Y nos quedaría chico el espacio para ir citando con mayúsculas, si lo desean, los yerros y las tropelías de los poderosos que se apoltronan en sus sillones, bebiendo en copas de oro, el sudor de los humildes. 

Ya probaron el sabor de dominar a una población encerrada y muerta de miedo e incertidumbre y van a ir por más perversidades. Porque no les importa subsanar las necesidades básicas, ni mejorar la calidad de vida del ser humano; sólo ansían llenar sus propias arcas, permanecer y ampliar la red de mantenidos por el Estado, que son los votantes cautivos, los temerosos que no se irán del redil por no perder sus planes sociales. 

Mientras la inflación consume las billeteras y separa a familias enteras, ahorcadas y sin solución, al tiempo que la inseguridad y la droga incrementa su paso fuerte y mortal, se encienden los doble discursos, las linternitas de los jetones de ocasión, charlatanes de bar, sin programas efectivos para mutar tanta mugre. 

Te acostumbrás, es cierto y penoso, a convivir con la putrefacción y contemplar sin esperanzas el panorama difuso del país que amás. 

Por Mario Delgado.-   

  

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 Farmacias de turno en Olavarría Facultad de Derecho