Hablamos de sexo
El orgasmo que no llega
“Al comienzo no alcanzaba ningún orgasmo; incluso ni sabía de qué hablaba Alex cuando decía que deseaba que yo alcanzara un orgasmo porque desconocía esa sensación. Pero me sentía atraída y disfrutaba de nuestros encuentros. Me gustaban sus caricias y sus besos, pero él tenía una satisfacción que yo no alcanzaba y me quedaba con la sensación de querer más. Leyendo una revista me enteré que lo que me pasaba era que no podía alcanzar el orgasmo. Intenté hacer algunas cosas, disfruto mucho más de todo pero cuando llega el momento no puedo”, nos cuenta Alicia de 31 años.
Este es el problema femenino más frecuente: la incapacidad para experimentar el orgasmo, sola y/o con la pareja. Conocido científicamente como disfunción orgásmica o anorgasmia, implica una inhibición específica de la fase orgásmica de la respuesta sexual. Se habla de una disfunción orgásmica primaria cuando la mujer nunca ha experimentado un orgasmo; cuando el trastorno aparece luego de un período en el que sí fue capaz de alcanzarlo nos hallamos ante una disfunción orgásmica secundaria. A su vez, la disfunción orgásmica puede ser absoluta – si la mujer es incapaz de alcanzar un orgasmo, sea por coito o por estimulación clitorídea, bajo ninguna circunstancia – o situacional – si sólo lo alcanza en ciertas circunstancias específicas.
Disfrutar sin orgasmo
Las mujeres que no alcanzan el orgasmo se excitan, gozan y lubrican abundantemente. Algunas, al no alcanzar el orgasmo se siente desamparadas y deseosas por acceder a lo que suponen que el resto de las mujeres alcanzan; la posibilidad de un nuevo encuentro sexual les produce angustia, miedo de volver a fracasar y esto hace que eviten las relaciones. Otras por temor a dejar de ser amadas intentan complacer a su compañero de un modo tal que no registran sus propias sensaciones y, en consecuencia no alcanzan el orgasmo.
El supuesto imperativo de practicar el coito cada vez que se realiza un “juego sexual” cohibe a muchas mujeres. Judith, de 40 años nos relata: “Con mi primer marido, el que yo consiguiera tener un orgasmo llegó a ser la única meta de cada una de nuestras relaciones sexuales; en esas circunstancias me era casi imposible lograrlo. Al final yo trataba de evitar las relaciones sexuales. Después me separé. En cambio, con Norberto todo cambió: es muy cálido y le gusta abrazarme o tocarme sin que ello signifique una exigencia sexual. Por el contrario nuestro juego es divertido e impredecible”.
Necesidad De Estimulación
Las mujeres alcanzan el orgasmo mediante la autoestimulación, la estimulación manual y a veces oral de su pareja pero no durante el coito. Más aún: obtenerlo durante el coito sólo como resultado de éste constituye una experiencia excepcional. Erróneamente algunos hombres y mujeres suponen que si no se logra durante el coito es síntoma de algún problema emocional o físico. Esta creencia se basa en el mito que Freud levantó sobre la diferencia que existe entre el orgasmo vaginal, que aparece en la penetración, y el clitorideano conseguido mediante la masturbación o la estimulación del clítoris. La doctrina freudiana, más tarde desmentida por los norteamericanos Master y Johnson, provocó innecesarios sentimientos de inadecuación sexual en varias generaciones de mujeres. Debido a que el clímax femenino depende de aspectos psicológicos en mayor medida que el masculino, cualquier factor cultural en su contra puede impedir que se lo alcance. Múltiples estudios han demostrado que en las sociedades permisivas al orgasmo, las mujeres lo alcanzan, mientras que si la sociedad está en su contra se sienten incómodas y aparece la anorgasmia.
Factores Psicológicos
Aunque la mujer puede prolongar el orgasmo y tener varios picos orgásmicos seguidos, su respuesta sexual es más vulnerable que la del hombre. Basta que se le cruce una idea negativa por la cabeza para que el esperado clímax no se produzca. Es bastante frecuente, por ejemplo, que la mujer se resista a dar rienda suelta a sus instintos como un recurso inconsciente para evitar caer en una posible relación en la que su fantasía la colocaría en el papel de víctima.
Por otra parte, el desconocimiento de la erótica femenina ha llevado a muchas mujeres a buscar frustradamente un climax parecido al que el hombre considera como normal: explosivo, de descarga. Esto muchas veces puede disminuir el deseo sexual y afectar la autoestima de las que no logran vivirlo de esa manera.
Posibles Soluciones
El hecho de tener una dificultad sexual no significa que siempre tengamos que pedir ayuda especializada. A veces, cambiar la actitud en la pareja – abrir el diálogo, pedir las cosas que se necesitan, escuchar lo que el propio cuerpo dice, descubrir qué estimula y qué enfría, contribuye a mejorar una situación que se mantuvo estancada por años.
A veces es conveniente acudir a profesionales especializados para que nos orienten. Si pensamos que “lo principal son las peleas y la falta de diálogo” es acertado acudir a un terapeuta de pareja y a un sexólogo cuando “a pesar de llevarnos bien en muchos aspectos no nos entendemos en la cama”.
Lic. Diana M. Resnicoff
Psicóloga clínica. Sexóloga clínica.
Teléfono:+54 9 11 6783 9364
E-mail: dianaresnicoff@e-sexualidad.com
Página Web: www.e-sexualidad.com
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